ABLUCIONES
Como nota histórica, apunto
el ritual que había de seguirse si caía al suelo alguna Sagrada Forma al
repartir la Comunión. El Sacerdote
recogía la Sagrada Forma, iba al Altar y tomaba el purificados para ponerlo
allí donde había caído la Hostia consagrada,
Al acabar la Misa, venía a purificar con agua el sitio aquel.
Continuando la Misa, purificaba
el Cáliz (y en su caso el Copón que se hubiera acabado). Se hacía con agua en cada vaso sagrado.
Incluso el cáliz tenía una primera “purificación” con vino (no sabré explicarme
el por qué, puesto que eso no limpiaba mejor, precisamente). Después con agua, dejándola caer sobre los
dedos (entonces toda Misa necesitaba tener acólito o monaguillo, lo que
facilitaba estas funciones), y secaba cada vaso con el purificador.
El sacerdote que hubiera de
celebrar posteriormente otra Misa, no purificaba con vino, para preservar el
ayuno eucarístico).
Puede observarse ese sentido
de profundo respeto hacia el Sacramento.
Hoy podrá pensarse exagerado.
Pero la Liturgia ha tenido muchas fases en la historia, y como realidad
viva, ha cambiado y seguirá cambiando.
Buena señal de que no hay fanatismos ni extremismos intocables, que serían
señal de inmovilismo e inmadurez. De ahí
el sentimiento que produce el intento involucionista de los tiempos actuales,
con grupos muy minoritarios que pretenden marchas atrás y retrocesos que no pueden
tener futuro, porque la madurez de la Iglesia y de los fieles va pidiendo todo
lo contrario. Creo que un principio
básico de la Liturgia es que pueda llegar por sí misma al pueblo, sin tener que
explicarle a cada paso el símbolo que se encierra bajo cada gesto. Siempre tendrá que haber algo simbólico
porque estamos teniendo entre manos un hecho sobrenatural que intentamos
expresar con realidades naturales. Lo
que importa es que la liturgia se vaya acercando al pueblo de manera que el
pueblo pueda sentirla como suya, como expresión casi espontánea de sus
sentimientos espirituales.
LITURGIA DEL DÍA
En los templos regidos por
los jesuitas, hoy seguirán preferentemente las lecturas de San Luis Gonzaga,
uno de los tres santos jóvenes que tiene la Compañía de Jesús en su florilegio. Pero sigo en mi explicación lo que es la
Lectura continuada, que debe prevalecer sobre las otras posibilidades, no
siendo “fiestas” o “solemnidades” litúrgicas, o no siendo un santo patrón o
especialmente venerado en algún templo o Asociación con titularidad en ese
templo.
La 1ª lectura de hoy, en esa
continuación de lo diario, es como un resumen o “epitafio” o “panegírico” del
profeta Elías, al que ayer veíamos arrebatado hacia el Cielo.
El Evangelio de hoy sí es para detenerse…, aunque no podamos hacerlo. Frente a la palabrería y verborrea de los
fariseos en sus oraciones, Jesús advierte que con pocas y mejores palabras se
ora mejor. Y pone esa oración-síntesis
de toda la vida cristiana que es el contenido del PADRE NUESTRO. Ya es una
novedad muy particular que el creyente pueda ir a Dios y llamarle PADRE, con
esa familiaridad y cercanía que supone la relación paterno-filial, tan alejada –y
superando- la relación de temor ue pudiera haber anteriormente. Pero advierto
que si grande y llamativo es llamar a Dios: “PADRE”, no menos novedoso y
trascendental es el hablar en plural.
O sea: quedaría imperfecta la oración en la que yo me las quisiera ver a solas
totalmente con Dios. La realidad es que
al orar yo, tengo que sentirme portavoz e intercesor de una humanidad. De mi
amigo y mi enemigo, del rico y del pobre, del santo y del pecador, del
agradable y del desagradable, del creyente y del ateo, del ladrón y el blasfemo…
Porque yo solo como tal y rezando para mí y a favor mío, no podría llegar al
que e PADRE DE TODOS…, que en cada hombre tiene un hijo y que no quiere que
ninguno se quede fuera. Y si algunos no
oran, ni quieren orar, y blasfeman “orando”…, en ellos pone Dios su mirada muy
particular, porque quiere que el pecador se convierta y viva. Y si hemos de seguir esa oración nosotros, ya
tenemos que llevar incorporados a todos esos hijos… Claro que tendremos que bajar a la arena del
que está ahí en mi ámbito, y que hasta es posible que sea el “excluido número
uno”. Más o menos solapadamente.
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