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Corazón de Jesús, nacido en el desamparo
de Belén y abandonado de tus apóstoles en la hora del dolor. Corazón saturado
de oprobios y triturado por nuestros pecados. Hoy llevas todavía tus heridas y
tu corona de espinas en los miembros doloridos de tu Iglesia perseguida, y
todavía recibes hoy en ellos, los azotes de los que te odian.
Haz
que nos llegue hasta el alma y allí nos arda como una llaga, el desamparo que hoy
puedes sentir cuando tantos intentan anularte de la vida real, para que no quede
ni rastro de tu Nombre.
Haz
que mientras haya malicia en el mundo y dolores en tu Cuerpo Místico maltratado
por el egoísmo o la violencia de muchos, nos duela una vida de diversiones y
comodidad.
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