El “OJO DE TU INTENCIÓN”
Antes de abrir el “correo” para
mantener una equidistancia e independencia, voy a lo substancial. Quiero decir: no quiero entrar en comentarios
sobre comentarios, si los hubiere. Y menos con ese fondo dorado tan molesto
que GOOGLE le ha puesto a las respuestas, que con dificultad se pueden
leer.
No deja de ser sintomático –y lógico-
que donde entren más comentarios sea a propósito de los temas “esotéricos” que –al
final de cuentas- es lo que nadie sabemos ni podemos saber…, y aunque lo sepamos,
lo que no podemos manejar. Por algo yo desvié el tema a LO PRÁCTICO,
al CORAZÓN…
Y hoy viene Jesús en el Evangelio a
hacer lo mismo. Los fariseos discutían
de cuestiones abstrusas, que poco podían resolver, o resolvían “por emotividades”
o conveniencias. Pero quedaban parados
cuando Jesús les ponía las cosas prácticas sobre el tapete.
Hoy habla Jesús y dice: No os
perdáis en “tesoros de la tierra”, que eso se lo come la polilla, o se aprovechan
los ladrones… Amontonad tesoros en el
cielo. Que DONDE ESTÁ VUESTRO TESORO, AHÍ
ESTÁ VUESTRO CORAZÓN.
Vamos a hacer el ejercicio al revés, porque es lo más posible
de hacer, sin divagar, sin irse a la parra.
¿Dónde está mi corazón? Eso no se filosofa. Eso se mira en examen profundo de sentires
interiores.
¿Mis filias y mis fobias? ¿Mis “amigos” y “mis enemigos”? [Me explico: somos todos tan buenos que “no
tenemos enemigos…] ¿Cuáles son mis reacciones
primarias ante tal o cual…, ante tal personaje que sale en TV, ante tal escrito
en el ABC o EL PAÍS, ante tal libro, ante tal opinión de la persona que
conozco? ¿Cuáles son las “etiquetas” espontáneas
que coloco sobre la cabeza de Fulanito o Menganita? Las
mismas cosas, dichas por A o por B, ¿cómo las recibo?
Al final, el problema no es ni
siquiera “el tesoro” sino el propio corazón.
Y hay tales fondos ocultos, tapados, ocultados a la propia mirada que si
ya el Santo Cura de Ars estuvo a punto de marearse cuando Dios le concedió ver
el fondo-fondo de su alma, estoy seguro que yo me marearía del todo…, y hasta
me quedaría a las puertas de un infarto si viera la pocilga que albergo en los
repliegues oculto de mi corazón.
Habla Jesús del ojo
de tu intención… (yo le llamé “demonios
del corazón”, y estoy hablando de lo mismo). Porque si tu única luz está a oscuras, ¡cuánta
oscuridad!
¿Estamos seguros de pensar en pura
limpieza de corazón? ¿Pensamos igual en
un hecho también igual, si viene de una persona o viene de otra? ¿Manejamos idéntico baremos con el “amigo”
que con el “no amigo”? ¿Nos podemos
considerar imparciales en nuestros sentimientos? ¿tan objetivos en algo que lo
expresamos idénticamente a Menganita, a Zutanito, a Ticio y a Cayo?
Afirma Jesús que la lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Ojo sano, cuerpo entero luminoso (verdad
objetiva por delante). Ojo enfermo,
cuerpo a oscuras (manipulación de la verdad objetiva; emotividades que desvían;
filias y fobias).
No podéis imaginar cómo se descubre
eso desde fuera. Viene alguien y le
cuenta a uno una historia…; muchos
detalles…, cosas aparentemente sueltas…
Y el que escucha está viendo la trama que hay debajo. Al final, basta con despampanar tanta
farfolla, y lo que queda al descubierto es un corazón… ¿Luminoso?
¿a oscuras? ¿en plena oscuridad? Jesús ve esa verdad. Los humanos nos equivocaremos. Él, no.
Por eso he dicho al principio que
me mantengo (o pretendo mantenerme…, a conciencia de mis propias farfollas) en
la equidistancia. Veo de lejos, desde fuera.
Y no entro más en “esoterismos”.
Cuando se habla del Evangelio, será
hermoso ver la proliferación de sentimientos que levanta en nuestros “comentaristas”.
Yo también voy a ver desde lejos a partir de ahora. Muchas gracias, Padre Cantero.
ResponderEliminar