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Corazón de Jesús, receptáculo de justicia
y de amor, que enseñaste a dar a cada uno lo suyo, pagando Tú mismo el tributo
cuando te lo exigieron y diciendo: «dad al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios».
Forma
también en nosotros un espíritu recto de justicia que sea insobornable ante el
derecho y la verdad del prójimo.
Que
ante tantas injusticias sociales de los que abusan del obrero y lo reducen a
una condición menor que humana, faltos de retribución y del respeto que merecen
como hombres y como cristianos, resplandezca el sentido de la justicia para
los que están subordinados, viendo en cada uno de ellos a un hermano más, que
es también hermano de Jesucristo.
Y
que nuestros obreros, con un sentido de responsabilidad social saquen el mejor
rendimiento de su trabajo, sin dejar de mirar que por encima de hombres y
leyes, Dios es quien está viendo sus obras y quien pide una obedezcan filial movida
por la fe.
Haz,
Corazón de Jesús, que estemos persuadidos de que la única solución para el
problema social es la que tu Iglesia nos enseña y que no aspiremos, ni veamos
siquiera con cariño otras soluciones, quizás más deslumbrantes, pero siempre
engañosas y nunca duraderas.
Pero
que esa justicia, a imitación Tuya, sea iluminada por la luz del amor que pasa
por encima de la obligación estricta, para abrazar al hermano, con un abrazo de
sincera caridad.
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