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Corazón de Jesús, horno ardiente de
caridad. Frente al egoísmo de todas las
horas, Tú nos has subrayado el precepto de amar, como el mandamiento nuevo de
tu doctrina, como nuestro distintivo de cristianos.
Concédenos
amar con
una caridad concreta, no
despersonalizada, a cada uno de nuestros hermanos por ser todos hijos de tu
mismo Padre, miembros tuyos y sarmientos de tu vid.
Tú dijiste que es más bello dar que
recibir. Haz que seamos capaces de llorar con los que
lloran y de reír con los que ríen; siempre mansos y benignos, sin emulaciones
ni sospechas, sin ambición, sin egoísmo y sin pequeñez, soportándolo todo,
concediéndolo todo, menos el supremo deber de nuestras obligaciones de
cristianos.
Que la caridad, que es tu perfil en la historia, sea
nuestro aire de familia; y de esta manera seremos agradables a tus ojos, Señor,
que los has puesto sobre nosotros para llevarnos amorosamente a gozar de las
delicias de tu Corazón.
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