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Corazón
de Jesús, que exiges de tus verdaderos discípulos la negación de sí mismos, la
aceptación diaria de la cruz y el vencimiento completo de todas sus
repugnancias y pasiones.
Levanta
en nuestro corazón, que aspira a centrarse sólo en tu voluntad y en tu gloria,
un alto anhelo de renuncias, y ayúdanos así a renunciar a todo lo que pueda
desagradarte. Que por vivir felices en el dominio de nuestras pasiones y
caprichos, no nos dejemos engañar por la felicidad del mundo. Ni temamos su
infelicidad, viviendo siempre dispuestos a tu voluntad, pacientes hasta la
muerte.
Fortifícanos
para frenar y gobernar los movimientos del alma, para reprimir los deseos de la
carne, para lograr, en fin, nuestra mística muerte en la Cruz contigo, de modo
que podamos decir con San Pablo: Estoy fijado con Cristo en la Cruz.
Por
esta muerte a nosotros mismos y a nuestros gustos, y viviendo sólo la voluntad
de ta Corazón Divino, podremos decirte, anonadados y divinizados, que no
vivimos nosotros, sino que eres Tú nuestro propio vivir.
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