DEMONIOS E INFIERNO
Creo
en el demonio.
Creo
en el Infierno.
Quede
esto como punto de base para que no vengan luego las dudas. El CATECISMO DE LA
IGLESIA –que debemos manejar los Católicos- cree en el demonio y cree en el
Infierno. Invito a los lectores a
visitar los puntos en que se trata de ellos muy llanamente, con brevedad y sin insistencias
morbosas.
Otra
cosa es que NO CREO en esos demonios recurrentes en algunas
espiritualidades…, o en esa estupenda coartada de muchos que, hacen su gusto, y
luego “la culpa la tiene el demonio”.
Junto
a mi fe en el demonio y en el Infierno,
no temo al demonio del Infierno,
no temo al Infierno.
También
con el CATECISMO DE LA IGLESIA, sobre “demonio” e “infierno”, prevalece siempre
el sentido positivo de la Redención de Cristo. Pero sin olvidar que fue el
mismo Cristo quien expuso esa posibilidad de id malditos al fuego eterno, preparado para Satanás y los ángeles que
pecaron.
MUCHO LE TEMO a los demonios del corazón y
a los infiernos que creamos los hombres.
“Demonios” de estar siempre a vueltas con el demonio. Y “demonios” de no querer que se hable del
demonio. “Demonios del amor propio, de
las seguridades de uno mismo, de no conceder cancha al interlocutor, de vivir
una fobia malsana contra otros. De querer imponer. De dar las vueltas para
salirse con la propia... De pretender manipular a otros o a la misma verdad, y
aún al Evangelio (para que diga lo que yo quiero que diga), mientras paso de
corrida en lo que no me gusta. Demonios
familiares, demonios sociales, demonios de odios patológicos contra los que no
son “de mi idea política”. Demonios de
especulación económica. De abusos con los débiles, ya sea en lo económico como
en lo sexual, como contra el no nacido…
Seguid la lista…
Le
temo a los demonios del corazón
porque a esos son a los que más atención dedicó Jesús, porque de lo que hay en el corazón, habla la lengua.
Porque si el ojo de tu intención está a obscuras, ¡cuánta será tu oscuridad!
Me
temo a mí, que puedo ser “demonio” en mis pensamientos, palabras, juicios… Y me temo mucho más cuando –encima de todo-
me quiero defender a mí y salir por encima con mi propia idea. Y mucho me temo
ser demonio para otros…, que tampoco es muy imposible.
Ya
veréis si el tema es para tenerle miedo…
Porque Jesús llegó a tocarlo desde el terrible sentido de la blasfemia contra el Espíritu Santo,
que no es sino el orgullo espiritual del que se ancla en una forma y no quiere
salir de ella. Unos, con “mucho demonio”
y “mucho infierno”, como si ese fuera el tema de un creyente en Cristo.
Otros,
queriendo “ningunearlos” porque no hablando de ellos, pasan al olvido, y se
quitan un tema de encima, que podría ser exigente…, y molesto.
Entro
en este tema por si puede quedar el asunto en su punto, que nos sea más
personalmente útil. No pretendo de ninguna manera entrar en polémicas ni dimes y diretes.
Del
INFIERNO, expresamente, “mañana”, si Dios quiere.
Ayuda, y mucho, como todo lo que usted escribe, y además, al Padre Cantero le pasa también como a otros, que cada vez lo hace mejor.
ResponderEliminar" Unos con "mucho demonio " y "mucho infierno ".. y la casa sin barrer ...
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