TIEMPOS PASADOS
Valga hacer una mirada retrospectiva,
aunque solo sea por curiosidad. Lo
primero: EL AYUNO EUCARÍSITICO.
Cualquier persona que tenga una edad recuerda el estricto “ayuno eucarístico”
que duraba desde las 12 de la noche (o las CERO horas) del día de la
celebración. Luego venía la variación
del lugar respecto del meridiano, de forma que en algunos lugares podía varias
aproximadamente 20 minutos más. Así, el
que venía de viaje, podía cenar algo –según el lugar- sin que le impidiera
celebrar la Misa (o comulgar) a la mañana siguiente. Es lógico que no hubiera entonces misas
vespertinas porque supondría no poder nada en todo el día. El Sacerdote que tenía que celebrar a las 12
o las 1 de mediodía, permanecía sin comer ni beber (ni agua) desde la
medianoche anterior.
Se cambió –con harto escándalo de algunos
sectores- a un doble baremo: los fieles
no podían comer no beber hasta 3 horas antes de la Comunión; los sacerdotes hasta 3 horas antes de empezar
la Celebración. Luego se hizo la
distinción del comer y la del beber agua, y finalmente quedó para todos UNA
HORA antes de comulgar, y que el agua no rompe nunca el ayuno eucarístico.
Evidentemente los enfermos
podían tomar su medicina y lo que fuera necesario para ello, sin limitación de
tiempo.
Se preguntarán muchos la razón de estas fluctuaciones
y el por qué del ayuno eucarístico. La razón no es exactamente “religiosa” sino
por respeto y preservación de la Sagrada Comunión. Las razones médicas son que
en caso de indisposición y vómito, se produce dentro de una hora. Se trataba de evitar que pudieran vomitarse
las Sagradas Especies que se habían recibido.
Sucede la natural
casuística: ¿Y si falta 5 minutos? ¿Y si me he tomado un caramelo? - Mi respuesta va en la línea “científico-médica”. - ¿Se encuentra Vd bien en su estado
general? - ¿Sí? -Pues puede comulgar tranquilamente porque no
hay el peligro de vómito. ¡Y esa es la razón de todo esto! ¡Nada, pues, de orden “espiritual”! ¡Nada de “escrúpulos”
que tanto daño han hecho sobre el minuto de más o minuto de menos. Y, detrás de todo esto y al revés de lo que
algunos pueden pensar, ¡admirar la prudencia, sabiduría y humildad de una Iglesia
que no se anquilosa en posiciones ancestrales, sino que incorpora los avances
científico-médicos para liberar leyes cuyo sentido es ajeno al legulismo. Como debe ser.
Otros aspectos tocaré, D.m.:
¿Tragar
la Sagrada Forma sin tocarla con los dientes?
Las abluciones de los vasos sagrados, tras la
Comunión.
LITURGIA DEL DÍA
Volvemos a encontrar una vez
más las amenazas de Dios. Realmente
Ajaz, y su esposa Jezabel, habían sido criminales, dando muerte a Nabot, que
defendía la herencia de sus padres y antepasados. Elías sale al encuentro de Ajaz cuando éste
baja a la viña (qu era de Nabot) para tomar posesión. Y el profeta le dice: ¿No
sólo matas sino que encima de eso robas?
Y descarga sobre el ladrón la amenaza de humillante, que Dios le anuncia. Ajaz hace penitencia con las señales más externas
de su dolor, y Dios no cumple su amenaza.
Al fin, esa es la intencionalidad de Dios, varias veces aparecida en las
Escrituras santas.
Y el Evangelio es como una
puesta en escena de esa actitud de Dios, que Cristo traslada a los que quieran
estar en el Reino: Si antes se dijo: Amarás
a tu amigo y aborrecerás a tu enemigo, ahora entramos en otra
dimensión: Amad a los que os aborrecen, y rezad por los que os persiguen y calumnian.
Dios hace salir su sol sobre buenos y malos, y da su lluvia a justos e
injustos. Que si no fuera así, ¿en
qué nos diferenciamos de los no creyentes y de los pecadores? ¿Ni qué premio
podríamos merecer por reaccionar como uno cualquiera? Si hemos de vivir en el ritmo nuevo del Reino
de Dios, tenemos que ser perfectos (=misericordiosos)
como lo es nuestro Padre del Cielo.
Esto es interesante. Precisamente el otro día le comenté a alguien que no se preocupara si tenía que masticar la Sagrada Forma, y que no se cometía sacrilegio o falta de respeto. Imagino que irá en esa línea lo que nos contará. Lo espero, para poder confirmar mi intuición, que no conocimiento adquirido.
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