EL PREFACIO
Es un himno de alabanza a Dios, que
introduce la gran oración de Jesucristo que se encierra en la PLEGARIA
EUCARÍSTICA, que preside el Sacerdote oficiante.
Comienza con un diálogo con los fieles, que –por consiguiente- están en pie, que
expresa una actitud activa. Ya se ha
conseguido, casi, que los fieles estén levantados de sus asientos para ese
comienzo y diálogo. Aunque quedan
algunos reacios que creen que “levantemos
el corazón” a lo que invita el Sacerdote, es equivalente a “levantarse del
asiento”. Es evidente que es una de las
muchas corruptelas que se meten con
el uso…, con el mal uso.
Acaba el Prefacio con el canto del SANTO, al que nos unimos a los ángeles
del Cielo que viven en ese eterno canto de alabanza a Dios. Será nuestro canto de felicidad y adoración
amorosa cuando lleguemos allí, a la Presencia del Dios Soberano, que llena los
Cielos y la Tierra. Los santos ya
proclaman esa alabanza de Dios, y con ellos estaremos en nuestra eternidad
bienaventurada.
Aquí hay que señalar otra corruptela, o sencillamente error de los
fieles, que ha identificado el canto o rezo del “Santo” con ponerse de
rodillas. Eso se hizo antes, en la Misa
en latín y de espaldas a los fieles.
Desde que tenemos el tesoro de la Misa en que todos pueden entender el
lenguaje, y –además- con la riqueza de tantas PLEGARIAS diferentes, los fieles que está atentos y saben lo que están haciendo, saben que
cada PLEGARIA tiene un diverso modo y longitud de entrada y que deben esperar
al momento en que el Sacerdote extiende las manos sobre el pan y el vino. De eso ya hablaremos. Pero lo que debe quedar
muy claro es que el modo de participar comunitariamente, como asamblea cristiana,
no es la personal devoción o costumbre
de cada uno, y que en liturgia es de un valor mayor que el meramente estético o devoto,
el que se sigan unos movimientos acompasados.
Es claro que siempre que se habla de
estas cosas, se está presuponiendo que los enfermos o parcialmente impedidos de
algún tipo, siguen los movimientos y posturas que pueden ellos seguir. Pero es
muy de desear que los sanos, vayan menos “por libre”. Y, a lo mejor, lo que
habría que pensar es si se está en la MISA sabiendo lo que se está haciendo,
atentos a lo que se hace, y no se está como autómatas distraídos que se mueven,
tantas veces, por pura inercia.
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