SANTISIMA
TRINIDAD
Estamos hoy ante el más grande
misterio de los misterios, incomprensible e inexplicable: el misterio de TRES PERSONAS que están siendo UN
SOLO Y ÚNICO DIOS. Misterio de la
infinitud de Dios, que es inabarcable por la mente humana, pero propio del Ser
Infinito, que rebasa todas las medidas mensurables por la realidad nuestra.
Bajando a la Liturgia de este
Domingo, tres lecturas van acentuando la realidad de cada una de las Personas
de la Trinidad única. La primera mira al Dios eterno, único
conocido por los antiguos. Un Dios que siendo Dios se ha dignado acercarse a la
humanidad, a un Pueblo, sin que ese infinito fuego lo derrita y aniquile. Por el contrario ha bajado hasta este mundo y
los hombres han podido oírlo y seguir sobreviviendo; ha hablado de amigo a amigo, y ha realizado portentos y maravillas
para conducir a ese Pueblo. Debe haber
una coherente respuesta en ese Pueblo, cumpliendo
sus preceptos, mandatos y decretos.
Amor con amor se paga, y en el amor a Dios no cabe sino la obediencia,
la reverencia, el sentirse de rodillas ante la inmensa Majestad divina.
La segunda acentúa la obra y Presencia del Espíritu Santo. Mientras
las religiones expresan siempre el temor y el terror ante sus dioses, a los que
hay que aplacar, el cristiano ha recibido un Espíritu para no recaer en el temor sino para vivir el amor, ese amor que nos
hace poder llamar a Dios: PADRE, sintiéndonos verdaderamente hijos de Dios.
En el Evangelio, Jesús ha constituido una Iglesia que se asienta sobre la
fe en un Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y una consagración vital del
creyente para dedicación a ese Dios que santifica y une en una sola
Iglesia.
Para mucha gente todo esto es un
misterio que se cree y con ese asentimiento de fe ya está todo hecho. Y sin
embargo es de una concreción práctica amplísima en la vida de la persona y la
sociedad.
UNA PERSONA tiene memoria,
entendimiento y voluntad. UN ALMA O ESPÍRITU, pero con potencialidades
diferentes. Recuerdo hechos y situaciones que tienen que levantar modos de
pensamiento y actitudes de voluntad. Tienen que estar estructuradas en una sola dirección. La memoria pondrá la materia
prima. El entendimiento elabora en uno u otro sentido. La voluntad reacciona de
acuerdo con él. O la voluntad se apoya
en un recuerdo, evoca circunstancias, y reacciona primariamente sin dejar
entrar el tamiz del entendimiento.
Tendremos una persona estructurada o desestructurada; normal y
equilibrada o “esquizofrénica”, rota,
tensa, fuera de quicio.
Llevado al plano espiritual, UNA ES
LA FE. Pero la fe tiene que llevar a un
modo de pensar, a una criba de trigo y paja, a una superación de “impresiones”
y de “particularidades” (tan posibles en donde hay tantas diversas
personas). UNA SOLA FE estará asentada
sobre el cimiento de la Iglesia, y se expandirá sobre las mil y una variedades
de instituciones y –dentro de ellas- de personas. Cuando hay una fe sólida, auténtica, basada
en UN SOLO DIOS, ya puede haber la variedad que haya y hasta las diferencias
que haya y los errores o situaciones que pueden darse… LA FE EN LA ÚNICA IGLESIA,
y el apoyo en esa fe y en esa iglesia tendrán una persona equilibrada,
centrada, firme, asentada. En cuanto
tiremos de la manta para “mi comunidad”, “mi asociación”, “mis modos de
entender”, estamos rompiendo el manto sin costura del propio Cristo.
La sociedad civil es otra
aplicación muy sencilla de comprobar en los momentos presentes. ¿Cómo estamos?
¿Cómo nos devoramos? Ni políticos, ni naciones, ni ideologías, ni personas…,
están al servicio del bien común.
Hablamos de UNA SOCIEDAD y es mentira.
No hay sociedad. Hay egoísmos infames y destructores, confusos (como en
Babel). Sin embargo estábamos llamados a
un entendimiento como el de Pentecostés, que –aun con diversas lenguas- todos
entendían el mismo discurso.
La familia. UNA FAMILIA, UN HOGAR,
y diversos miembros de diversas edades y generaciones. UNA FAMILIA donde hay
armonía, acogida, cariño, comprensión… Y
los hijos son normales, felices, sanos. Es una familia estructurada, imagen de
la Trinidad, donde la diversidad no rompe la unidad. Cambiamos los términos y tendremos unos niños
difíciles, imposibles de barajar, díscolos, violentos. ¿Son los niños los
difíciles o son los padres y el clima familiar?
Familia desestructurada. Psicologías enfermas. Allí no hubo un espejo de UNIDAD EN LA
DIVERSIDAD como en la Trinidad divina.
Y cuando toso eso se proyecta en la
EUCARISTÍA, realización de todo cuanto Dios ha enseñado, querido y hecho por su
mano, podremos encontrarnos con algo tan serio como esa acuciante palabra de
Pablo a aquella comunidad en Corinto, a la que le llega a decir que lo que
están haciendo en sus asamblea –aunque se reúnan para común unión, eso no es COMUNIÓN ni es asamblea, porque eso no es celebrar la Cena del Señor. Cuanto más pienso esas palabras, más me dicen
la terrible ruptura de unas facciones de iglesia que en vez de apiñarse, se
disgregan. ¿Estará realmente presente
Cristo en esas pretendidas eucaristías?
No me gustaría este domingo, Jornada Pro Orantibus, dejar pasar el agradecimiento a tantos religiosos y religiosas de Vida Contemplativa que diariamente rezan por todos nosotros. Ellos y ellas son el auténtico pulmón de la Iglesia. Que el Señor siga fortaleciendo a esas almas contemplativas en el seguimiento de El a través de la vida contemplativa.En comunión de oraciones.
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