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Corazón de Jesús, Maestro veraz, que nos
exhortas a guardarnos de los falsos profetas, que vienen a nosotros con piel
de oveja.
Ante
esta desorientación de nuestro tiempo, nos enseñas a no creer ligeramente a
todo espíritu, porque Satanás, transformado en ángel de luz, quiere llevarnos
al error y corromper nuestros altos pensamientos.
Unge
nuestros ojos con tu prudencia, para no dejarnos engañar por los que oscurecen
la excelencia divina de los pequeños y grandes heroísmos que exiges a tus
discípulos.
Contra esta prudencia calculadora que
siempre encuentra obstáculos para seguir fielmente tus enseñanzas, haz que
siempre te creamos a Ti, que eres Verdad y Vida.
Concédenos
también, atinar con el punto medio de esos extremos que parecen
contradictorios: la concupiscencia de la naturaleza y la elevación de la
gracia; el temor al dolor y al sufrimiento y el amor a Ti; la sencillez y la
candidez de la paloma, y la prudencia de la serpiente; el trabajo y la oración.
Y
para ello concédenos que no nos dejemos arrastrar por tanta moda y tanto
modernismo; por tanta libertad y por tanta corrupción de costumbres y por tanta
irresponsabilidad y ligereza.
Despierta
en los padres el sentido del deber, en los jóvenes el pudor y la pureza, y en
todos un espíritu más obediente y conforme a las enseñanzas de tu Iglesia.
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