Domingo 3º-A
de Adviento
Hemos
recorrido más de la mitad del adviento. Mañana entrará la segunda parte de este
período litúrgico, con lecturas evangélicas directamente relacionadas con la
primera venida del Señor: su nacimiento en Belén. Hoy seguimos aguardando su venida, pero dentro de
nuestras almas se encienden luces de alegría y gozo. Y este domingo nos saluda
con esa exhortación a la alegría. Alegría en la que insiste el Papa –desde el
mismo título- en la amplia comunicación que ha hecho a toda la Iglesia.
La
1ª lectura vuelve a ese tema tan
gustado en este tiempo, que aprovecha muchas atrevidas comparaciones para
expresar la diferencia radical de un tiempo sin Cristo y de lo que será todo
cuando aparezca el Mesías: se despegarán
los ojos de los ciegos, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo
el cojo, la lengua del mudo cantará, y volverán los rescatados del Señor.
Esa expectación es el Adviento. Pero
simultáneamente esa llegada del Salvador está pidiendo una purificación y un recomponerse
de cada fiel que anhela la llegada del Señor.
En
el Evangelio tenemos ya a Jesús
entre nosotros. Y ese Jesús-Mesías llega a plantearle sus dudas a Juan
Bautista. Él, que había tronado contra la injusticia y el desequilibrio social
y religioso…, y que siendo un hombre austero y exigente ha acabado en la cárcel
por ser fiel a la verdad y no transigir ni con la inmoralidad del mismo rey, se
encuentra que Jesús derrama misericordias, perdones, ternuras y bondades. Y Juan necesita clarificar si Jesús es el
Mesías que esperaban, o si hay que seguir esperando a otro que fustigue los
vicios…
Jesús
recibe a los discípulos de Juan, enviados por el Bautista prisionero, y no les
da una respuesta de palabra. Ellos serán testigos de las obras de Jesús. Y, en
efecto, Jesús hace ver a los ciegos, y que los inválidos caminen, que los
leprosos queden limpios en su piel, y que los sordos oigan, e incluso que los
muertos resuciten. Y cuando esos
mensajeros han visto con sus propios ojos, Jesús los despide para que lleven la
respuesta al Bautista.
¿Quién
es Juan Bautista para Jesús? El mayor de
los nacidos de mujer. El profeta -¡y más que profeta!- que ha vestido y
comido austeramente; el paladín que ha defendido la verdad, ante todos, y no ha
sido el hombre que se va acomodando al viento que sopla… Por eso mismo está
encarcelado.
Pues
bien: con ser ese personaje excepcional, el
más pequeño en el Reino de Dios, es más grande que él. La razón es muy
sencilla: Juan Bautista llegó hasta anunciar a Jesús. Quienes ya estamos en el
Reino, tenemos a Jesús… Jesús ya ha venido. Ya ha enseñado en nuestras plazas…
Y con esa proyección que tienen las realidades de esta nueva era –nueva Alianza-
sigue enseñando, sigue manifestándose…, sigue queriendo entrar en ese mundo
particular de cada persona…, porque el Reino de Dios ha de seguir desarrollándose. Por eso hoy sigue siendo adviento…, y seguirá
siéndolo para cada uno mientras viva en este mundo…, mientras le quede una
oportunidad de hacer crecer a “Jesús” en
medio de la vida: la suya y la que tiene alrededor.
Santiago,
en la 2ª lectura, aporta una nota
muy humana, muy cercana, muy realista.
El Reino se va haciendo…; Dios no tiene las prisas nuestras para querer
las cosas “ya”… Dios tiene paciencia y quiere que nosotros la tengamos. Que nos
mantengamos firmes ante la venida del Señor, pero que no nos angustiemos porque
el tiempo pasa… Sin prisas…, y sin pausas: no os quejéis, no juzguéis… Y seguid
buscando el modo de más agradar al Señor.
La
celebración y la participación en la EUCARISTÍA son la realidad práctica de
estas enseñanzas que nos pone delante la PALABRA DE DIOS. Porque en ese perenne
adviento de cada Consagración, que hace presente a Jesús. Y a la par que lo
tenemos ya entre nosotros, desde su Presencia real nos está espoleando a una
más fina preparación de nuestro espíritu… y una concreción más fiel en nuestras
obras. A veces puede que fuera en nuestro progresivo avanzar pasos nuevos,
que supongan que lo torcido se endereza,
que los montes de la soberbia se abajan, o que los baches de muchas ocasiones
se van allanando… Y esas “comparaciones”
proféticas, tienen su concreción en esa oración con la que nos encontramos de
verdad con EL SEÑOR.
Ya que un anónimo de ayer hizo acertada referencia a la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA del Papa, añado -en comentario- unas peticiones para la Misa de hoy, concordes con el espíritu de la liturgia de este Domingo 3º, y con los 3 primeros números de esa Exhortación.
ResponderEliminarEl Papa nos exhorta a la alegría como característica de una nueva etapa evangelizadora. Supliquemos a Dios –que es un Dios alegre- que nos infunda ese don de la alegría interior que se trasluce al exterior.
- Para que no caigamos en el riesgo de contagio de la tristeza en un mundo individualista, cómodo y avaro. Roguemos al Señor.
- Para que nuestro mundo interior deje espacio a los “pequeños” del Evangelio, pues así nos haremos eco de la voz de Dios, Roguemos al Señor.
- Para evitar ese vicio de los “quejosos” y resentidos, y vivamos la plenitud de una vida digna y llena, como es el deseo de Dios, Roguemos al Señor.
- Para que sigamos la invitación del Papa a renovar ahora mismo el encuentro con Jesucristo y tomar la decisión de dejarnos encontrar por Él, Roguemos al Señor.
Que la última EXHORTACIÓN APOSTÓLICA del Papa, "La alegría del Evangelio", la conozcamos, la pensemos y –en la medida personal- la tratemos de ir aplicando a nuestra vida, como un paso necesario para revitalizar a la Iglesia.
Lo pedimos por medio de Jesucristo N. S.
Veo que para usted los profetas, no forman parte de la Biblia, pues ellos eran también "quejosos" y eso no es vicio, sino virtud y don especial. Le aconsejo que repase lo que digo.
EliminarAprovecho el espacio para desearles a todos una felices fiestas.
ResponderEliminarEspero ardientemente esa alegría vuestra del evangelio que se transmite por los poros, para convertirme. Muchas gracias por su aportación.
ResponderEliminarLO BÁSICO ES LA ORACIÓN Y CONSERVARLA . EL BAROMETRO DE QUE VAS POR BUEN CAMINO :LA SED DE ORACIÓN.
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