¡ALBRICIAS!, Comienza el ADVIENTO
Isaías
es el gran profeta del adviento. Y la liturgia nos abre hoy a la visión de
aquel hombre que tuvo que sostener la esperanza de un pueblo desterrado, Y que –por
lo mismo- nos abre hoy a nosotros el nuevo período de Adviento litúrgico. Lo
que se expresaba en un grito de esperanza del pueblo hebreo era regresar a Jerusalén,
porque era el símbolo de su normalidad, de sentir esa presencia de Dios en sus
vidas de volver a tener entidad como tal Pueblo de Dios. Era TODO para ellos.
Isaías
les pone delante esa visión: de nuevo están ya en el Monte de Israel, el la
CIMA, encumbrados sobre las montañas…: más altos que nadie. Y no sólo ellos,
pues se dará el caso de que el tal triunfo será compartido por los mismos
pueblos gentiles, caminando hacia el monte del Señor. De Jerusalén saldrá la
Ley perfecta: ¡la Palabra del Señor!, como árbitro de las naciones, para que en
todas se viva ese amanecer maravilloso en que ya no habrá guerras mi carencias.
Se
dará el caso de que lo que fueron espadas y lanzas para la guerra, podrán
fundirse ahora para hacer tijeras de podar sus vides y sus árboles frutales…:
toda la prosperidad que se puede soñar… La vida ahora se condensa en una sola
cosa: caminar hacia la casa del Señor.
De
ahí el Salmo explosivo de gozo: ¡Qué
alegría cuando me dijeron: VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR! Eso es el núcleo del adviento. Para ellos
fue de una manera que era muy material. Para nosotros es “otra marcha”, otro modo
de caminar hacia ese nuevo monte…
San
Pablo –que escribía a una comunidad cristiana que se desenvolvía entre paganos –la
comunidad de Roma-, les dice (cuando ya el adviento original está más que
superado, porque Jesús ya ha venido al mundo y ha realizado la gran obra de la
Salvación)-: daos cuenta del momento en
que vivís; ya es hora de espabilarse.
Es como un grito nuevo y más profundo que nos llega directamente a
nosotros, y nos llama a despertarnos de las rutinas diarias y a darnos cuenta
de nuestro tiempo en el que vivimos,
y del que tenemos que salir hacia esa
salvación que está más cerca que cuando “empezamos a creer”. Nos vamos acercando
inexorablemente…: la noche se echa encima… Dejemos
las actividades de las tinieblas y pertrechémonos
con las armas de la luz.
Todo
eso tiene una traducción muy normal y fácil de entender: Conduzcámonos CON
DIGNIDAD. Y en medio de aquel mundo de francachela, orgías y banquetes
desorbitados, San Pablo llama a esos fieles de Roma a no entremezclarse en
tales formas. Nada de comilonas, lujurias, desenfreno, riñas… [Si esto se nos
dijera ahora, así de directo, a quienes preparamos ya nuestra celebración de la
navidad de Jesús…] Lo que ahora toca –cambiando el chip de parte a parte- es vestíos
del Señor Jesucristo… Y nuestra pregunta puede ser: ¿y qué o cómo es
eso? Pues id al escaparate del Evangelio y buscad cómo era la vida de Jesús…
Con esas “prendas” que se visten dentro de la persona (lo que Él hace, cómo lo
hace, qué enseña, qué pide…), y que se ajustan a la medida a base de meditación
personal cada día, iremos encontrando que pensaremos, desearemos, comentaremos,
enjuiciaremos, actuaremos…, de otro modo. El tal “vestirse de Jesucristo” es
algo que va dando otra personalidad.
Hemos
pasado una semana anterior con San Lucas, en anuncio de un mundo que se
derrumba. Avisaba así Jesús del FINAL.
Hoy, partiendo Mateo de ese mismo planteamiento final de destrucción, lo
que hace es levantar el nuevo fuego desde aquellas cenizas. Anuncia esa otra venida del Señor, que es al
adviento para el que debemos ya andar preparándonos. Porque la realidad del sentido
de la liturgia es irnos conduciendo cíclicamente hacia ese VERDADERO ENCUENTRO
CON JESUCRISTO, que no es juego de ficción, ni años que se suceden porque así
es la realidad de las estaciones… Es muchísimo más grande el mensaje que se nos
entrega.
Tiene
una cara bonita y gozosa en el nacimiento de Jesús, pero de ese mismo Jesús que
dirige cada paso de su existencia a su obra redentora. Y que las bellezas de
Belén no son las que culminan el adviento, sino ese otro real momento en que
llegaremos al abrazo definitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!