10 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre en la homilía de
Santa Marta de este martes ha recordado que cuando Jesús se acerca a nosotros,
siempre abre las puertas y nos da esperanza. Por eso no debemos tener miedo de
la consolación del Señor, sino más bien debemos pedirla y buscarla. Una
consolación que nos hace sentir la ternura de Dios.
"Consolad, consolad a mi pueblo", así, el papa Francisco
ha comenzado su homilía deteniéndose sobre un pasaje del libro de Isaías, el
libro de la consolación de Israel. El Señor, ha observado el papa, se acerca a
su pueblo para consolarlo, "para darle paz". Y este "trabajo de
consolación" es tan fuerte que "atrae a todas las cosas". El
Señor cumple una verdadera re-creación.
Francisco lo ha explicado así: "Recrea las cosas. Y la
Iglesia no se cansa de decir que esta re-creación es más maravillosa que la
creación. El Señor más maravillosamente recrea. Y así visita a su pueblo:
recreando, con ese poder. Y siempre el pueblo de Dios tenía esta idea, este
pensamiento, que el Señor vendrá a visitarlo. Recordamos las últimas palabras
de José a sus hermanos: 'Cuando el Señor les visite lleven con ustedes mis
huesos'. El Señor visitará a su pueblo. Es la esperanza de Israel. Pero lo
visitará con esta consolación".
El santo padre ha continuado afirmando que "la consolación es
este rehacer todo no una vez, sino muchas veces, con el universo y también con
nosotros". Este "rehacer del Señor", ha dicho el papa, tiene dos
dimensiones que es importante subrayar. "Cuando el Señor se acerca nos da
esperanza, el Señor rehace con esperanza, siempre abre una puerta.
Siempre", ha afirmado el papa. Cuando el Señor se acerca a nosotros, ha
explicado "no cierra las puertas, las abre". Y ha añadido que
"el Señor en su cercanía nos da la esperanza, esta esperanza que es una
verdadera fortaleza en la vida cristiana. Es una gracia, es un don".
De este modo, ha proseguido el santo padre, "cuando un
cristiano olvida la esperanza, o peor, pierda la esperanza, su vida no tiene
sentido. Es como si la vida estuviera delante de un muro: nada. Pero el Señor
nos consuela y nos rechace, con la esperanza, ir adelante. Y también lo hace
con una cercanía especial a cada uno, porque el Señor consuela a su pueblo y
nos consuela a cada uno de nosotros. Es bello como termina el pasaje de hoy:
'Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los
corderos y hace recostar a las madres'. Esa imagen de llevar los corderos sobre
el pecho y llevar dulcemente a las madres: esta es la ternura. El Señor nos
consuela con ternura".
Francisco ha recordado también que Dios es poderosos y que no
tiene miedo de la ternura. "Él se hace ternura, se hace niño, se hace
pequeño". Y ha observado que el mismo Jesús lo dice: "Así es la
voluntad del Padre, que ni siquiera uno de estos pequeños se pierda".
Asimismo ha añadido que a los ojos del Señor "cada uno de nosotros es muy,
muy importante. Y Él se da con ternura". Y así nos hace "ir adelante,
dándose con esperanza". Esto, ha indicado el papa, "ha sido
principalmente el trabajo de Jesús" en los "40 días entre la
Resurrección y la Ascensión: consolar a los discípulos, acercarse y dar
consolación".
Para concluir el santo padre ha subrayado que "acercarse y
dar esperanza, acercarse con ternura. Pero pensemos en la ternura que ha tenido
con los apóstoles, con la Magdalena, con los de Emaús. Se acercaba con ternura:
'dadme de comer'. Con Tomás: 'pon tu dedo aquí'. Es Señor siempre es así. Así
es la consolación del Señor. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia de
no tener miedo de la consolación del Señor, de estar abiertos: pedirla,
buscarla, porque es una consolación que nos dará esperanza y nos hará sentir la
ternura de Dios Padre".
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