Miércoles 1º
de adviento
En esa búsqueda
de “las entrañas” de una narración evangélica, en la que hay tanta riqueza,
pongo dos notas de atención:
1. Jesús viene rodeado de unas
muchedumbres muy especiales: lisiados, cojos, tullidos, ciegos, sordomudos y
muchos otros. Por eso no es extraño que aquí no se hable de predicación de Jesús
ni de gentes deseosas de escuchar la palabra. Están en otra necesidad previa. Y
Jesús acude a esa necesidad dándoles de comer. Porque no podrán entender nada
de Reino si primero no llenan sus estómagos.
2. Jesús sintió una gran conmiseración
ante ellos...: “se le conmovieron las entrañas”, es la expresión
original en griego. No es simple “lástima” como traduce el texto oficial. Hay
mucho más en el interior del Corazón de Cristo.
El
pensamiento que hoy nos puede dejar el Adviento debe ir muy en línea de sentimientos
hondos de nuestro corazón. ¡Tener más corazón ante las cosas! Ser más
humanos para poder acercarnos a ser “más divinos.
SERMÓN DEL MONTE (3)
Acabábamos
ayer con un pensamiento: El “Monte” de las bienaventuranzas se da la mano con
el Monte Calvario. “Cuando Jesús enseñó
las bienaventuranzas, firmó su propia sentencia de muerte” (Fulton Sheem).
Se había metido en un avispero porque estaba en las antípodas de aquellos
mentores de Israel. Y como el poder corrompe, el mundo acabará vengándose de
Jesús y llevando a la muerte al tal predicador y a los que se decidan a ir con
Él. Posiblemente lo que debe sonrojarnos es que “no se meten con nosotros”…
Seguramente “estorbamos poco”, porque las bienaventuranzas se nos quedan para “meditación
piadosa”. Jesús acabará ese tema de las bienaventuranzas diciendo que seremos felices cuando nos persigan y
calumnien por causa de Jesús…
Seguramente no hemos llegado hasta ahí.
Cierto
que el hecho de creerse lo que dice Jesús, y que pase a ser vida de la propia
vida, será también camino de soledad y de ganarse enemigos. Llegar a hacer tal
nudo en nuestros pensamientos que lleguemos a creernos de verdad que somos felices si pobres…, si capaces de
soportar el desprecio, si no violentos, si no apoyados en nuestras “riquezas”
(valores personales, dinero, “tranquilidades”, vida placentera…), si limpios en
mente y corazón, si pacíficos y pacificadores…, no será lo que más convenza de
que “sabemos vivir”. Y es posible que
sea una gran verdad, porque lo que necesitamos aprender es la ciencia del “saber
morir”…, esa ciencia nueva y paradójica que enseña a morir para vivir, perder
para ganar, perderse para encontrarse, ocupar el último lugar para ser
invitados a subir.
Es
evidente que Jesús es un loco, un verdadero loco, con esa inmensa cordura de
Dios, que no está entremezclado con las manos sucias de los vividores, aunque
haya sido capaz de bajar hasta el fango humano –en la encarnación plena en la
realidad humana, como uno cualquiera-
pero no para contaminarse con ese barro pestilente del “saber vivir”, sino para
empujar desde abajo y ayudar a salir a la superficie, donde sea posible descubrir
que hay otro mundo de oxígeno, agua limpia, flores…, y muchas personas que
empezaron a CREER EL EVANGELIO…
Nuevas personas “lógicas” –con lógica
de Dios- que descubren la luminosidad del REINO, con sus otros goces, otros
placeres, otras comodidades… Ciudadanos de un Reino diferente, aunque en medio
de la vida real… FELICES porque han
descubierto esa maravilla que construye Dios en el fondo del corazón de la
persona, que acaba dando la vuelta al calcetín de la vida, y experimentan el
milagro diario de la felicidad, la paz, el gusto de sentir a Dios…, y precisamente
en el silencio, la paz, la pobreza, la humildad, la sencillez, el saber desaparecer
de la escena como quien nada hizo…, y sin embargo habiendo dejado la huella de
una vida nueva y distinta, cuyas leyes no están escritas en papel…, sino que el Espíritu Santo escribe e imprime en los
corazones: LA LEY DEL AMOR.
¡Lástima
que haya expresiones que se desgastan en su contenido a base de mucho
repetirlas! ¡Y peor cuando su sentido limpio y sacrificado se acaba profanando
con modos espurios que nada tienen que ver con el sentido genuino de la palabra! Y “AMOR” es una de las “leyes” más
tergiversadas en la vida real. Hasta el punto de lo fácilmente que se dice un
mal día que “se nos ha ido el amor”…,
hablemos del amor humano, o hablemos de esas personas espirituales que se han
cansado de ser buenas…
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