Domingo 4º A
de adviento
Casi
tocando la NAVIDAD DE JESÚS, el 4º domingo nos viene orientado en el Ciclo A
por una actitud de rendimiento ante Dios, Sin tal postura del alma, no
hubiéramos tenido estas celebraciones que hoy estamos gozando.
La
1ª lectura sería una falsa humildad de Acaz. El Señor le ha dicho que
pida una señal que no pueda depender de
nada humano: “en lo alto del cielo o en
lo profundo del abismo”. Acaz se niega a pedirla y Dios toma la
iniciativa y se la da: La virgen concebirá
u dará a luz un hijo y le pondrá por nombre ‘Enmanuel’ (=Dios con nosotros).
El
cumplimiento de esa promesa se verifica en María de Nazaret, que resulta que
estaba desposa o prometida con absoluto compromiso de boda, con in hombre justo
y cabal, que es José. Evidentemente surge el conflicto, porque José encuentra
encinta a su futura esposa sin que él sea responsable de nada. Y con decisión
muy lógica en aquella cultura…, y muy humana en el corazón de ese hombre fiel,
decide abandonar el campo y desaparecer. Ni le hará daño a ella, ni se hará él
un hazmerreír del pueblo.
Interviene
Dios manifestándose a José y un ángel aliado con el sueño, que –partiendo de
esa profecía de Dios a Acaz- le comunica que lo que su esposa lleva en su seno “es del Espíritu Santo”. No temas, pues, continuar
tu relación con ella. Ella tendrá un hijo al
que tú le pondrás el nombre de JESÚS porque Él salvara mundo de sus pecados.
[“Jesús”, nombre que viene dado por Dios, tiene un significado de la misión:
será salvador].
Dios,
no sólo pone en conocimiento de José un hecho tan especial, sino que lo implica
él en esa historia: no va a ser un mero espectador. Va a ser el padre que así
aparece ante todos, con la emocionante realidad de que él será quien circuncide
al niño y lo incorpore al pueblo de Dios, imponiéndole el nombre. José no se resiste. Acoge todo y se va a
María, conciertan la boda, y María pasa a vivir en casa de José.
Una
hipótesis aportan los estudiosos modernos: la retirada de José, su decidida
huida dejando el campo libre, podría explicarse desde la fidelidad de José a
Dios. José ve que Dios ha tomado posesión de María. Y José no va a disputarle a
Dios su posesión, como quien disputa a un rival el amor de una persona.
Revelaría la finura de alma de José y su rendimiento ante Dios.
Lo
que significa que, de una u otra manera, José vive el sentido de la espera del
Mesías con una actitud de hombre que deja hacer a Dios, como Dios quiera
hacerlo con él. Lo cual muestra a José como una gran figura ejemplar del adviento,
que se centra en un punto: lo que Dios
diga; lo que Dios quiera; como Él lo quiera; cuando él lo quiera.
San
Pablo lo traduce –en la 2ª lectura-
como el Dios que nace en la tierra en la forma natural, y que posteriormente
abre el camino de la salvación a los gentiles igual que a los judíos. La
celebración del nacimiento de Jesús abre al abanico de salvación a toda la
humanidad. Y la actitud indispensable para esa venida y obra de Jesús es la de
María: que se haga lo que Dios quiere y como
Dios quiere, y la actitud de José que, da marcha atrás de su propia
decisión primera, y se pliega al camino que le marca Dios.
La
Comunión, en la que vamos a participar, la Palabra –que se hizo carne- ahora se
hace Hostia, con todo lo que significa esa palabra: sacrificio de una vida,
destrucción de algo humano…, para abrirse a todos los demás. Hoy lo recibimos
nosotros, pero la Iglesia es más amplia que nosotros, y necesita de una
apertura que haga visible que acoge a todos, aunque las ideas, las formas, las
culturas…, levanten del suelo nuestros pies que pretendían estar ya muy bien
asentados. [Si tomamos en serio al Papa, hemos de replantearnos muchas formas
nuestras adquiridas].
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