21 de abril de 2014 (Zenit.org) - En el llamado “Lunes del Ángel”,
el papa Francisco rezó este mediodía la oración mariana del regina coeli, que
sustituye en este tiempo pascual a la antífona del ángelus, ante una multitud
que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y
peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso
aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡Feliz Pascua! "¡Christos Anesti! - ¡Alethos anesti!", "¡Cristo ha resucitado! - ¡Verdaderamente ha resucitado!" ¡Está entre nosotros aquí!, en la plaza. En esta semana podemos seguir intercambiando el saludo pascual, como si se tratara de un único día. Es el gran día que ha hecho el Señor.
¡Feliz Pascua! "¡Christos Anesti! - ¡Alethos anesti!", "¡Cristo ha resucitado! - ¡Verdaderamente ha resucitado!" ¡Está entre nosotros aquí!, en la plaza. En esta semana podemos seguir intercambiando el saludo pascual, como si se tratara de un único día. Es el gran día que ha hecho el Señor.
El sentimiento dominante que trasluce en los relatos evangélicos
de la resurrección es la alegría llena de asombro; un estupor grande, la
alegría que viene desde adentro; y en la liturgia revivimos el estado de
ánimo de los discípulos por la noticia que las mujeres habían dado: ¡Jesús
ha resucitado! Nosotros lo hemos visto.
Dejemos que esta experiencia, impresa en el Evangelio, se imprima
también en nuestros corazones y se vea en nuestra vida. Dejemos que el estupor
gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, miradas,
actitudes, gestos y palabras... Ojalá seamos tan luminosos. ¡Pero esto no
es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón sumergido en la
fuente de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró por la pérdida de
su Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado. Quien realiza esta
experiencia se convierte en un testigo de la resurrección, porque en cierto
sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de
llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diferentes
situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del
egoísmo; en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.
En esta semana, nos hará bien tomar el libro del Evangelio y leer
aquellos capítulos que hablan de la resurrección de Jesús; nos hará tanto bien
tomar el libro y buscar los capítulos y leer aquello. También nos
hará bien, en esta semana, pensar en la alegría de María, la Madre de
Jesús. Como su dolor ha sido tan íntimo, tanto que le traspasó su alma,
del mismo modo su alegría ha sido íntima y profunda, y de ella los discípulos
podían extraer. Habiendo pasado a través de la experiencia de la muerte y de la
resurrección de su Hijo, vistas, en la fe, como la expresión suprema del amor
de Dios, y el corazón de María se ha convertido en una fuente de paz, de
consuelo, de esperanza, de misericordia. Todas las prerrogativas de
nuestra Madre derivan de aquí, de su participación en la Pascua de Jesús. Desde
la mañana del viernes hasta la mañana del domingo, Ella no ha perdido la
esperanza: la hemos contemplado como Madre de los dolores, pero, al mismo
tiempo, como Madre llena de esperanza. Ella, la Madre de todos los discípulos,
la Madre de la Iglesia y Madre de esperanza.
A Ella, testigo silencioso de la muerte y de la resurrección de
Jesús, le pedimos que nos introduzca en la alegría pascual. Lo haremos con el
rezo del regina coeli, que en el tiempo pascual sustituye la oración del
ángelus.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del
regina coeli. Y al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que
tradicionalmente realiza el Papa:
Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, queridos peregrinos
venidos de Italia y de varios países para participar en este encuentro de
oración.
Acordaos esta semana de tomar el Evangelio y buscar los capítulos
en donde se habla de la resurrección de Jesús y de leer cada día un fragmento
de aquellos capítulos. Nos hará bien en esta semana de la resurrección de
Jesús.
A cada uno le expreso el deseo de pasar en la alegría y la
serenidad este Lunes del Ángel, en el que se prolonga la alegría de la
resurrección de Cristo.
Francisco concluyó su intervención diciendo:
¡Feliz y santa Pascua a todos, buen almuerzo y hasta pronto!
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