JUEVES SANTO
Hemos llegado al
JUEVES SANTO. Lo liturgia de hoy empieza fundamentando en la historia sagrada
de Israel lo que hoy celebramos: el pueblo hebreo (israelita), esclavizado en Israel,
es liberado por Dios por hechos prodigiosos. Ellos preparan la salida de su
esclavitud con una comida en la que seguirán unos pasos muy concretos: un
cordero sin tacha, que se sacrifica y se come sin desperdiciar nada, y en
familia, Y su sangre, marcando las puertas de los hebreos para que nada malo
les ocurra. Y se comerá como quien está para emprender camino…, el PASO, la
pascua, por la que dejarán atrás la esclavitud y serán pueblo libre
llevado por la mano del Señor.

El Evangelio llevará
todavía a más…, si “más” fuera posible…, ¡y lo es! Que Eucaristía (Cordero,
Sangre liberadora, sacerdocio…, en definitiva “Pascua”) están exigiendo a todo
creyente en Cristo vivir el AMOR Y EL
SERVICIO DE AMOR. El “lavar los pies” es un acto a revivir también, a la
par que la misma Eucaristía. Lavar los pies era un gesto de criados, siervos,
esclavos… Y no habrá plena presencia de Cristo si no se expresa abiertamente en
el
amor mutuo y de servicio a los demás. [Que no cabe duda que es un reto
tremendo a quienes vivimos h
oy el Jueves Santo].
Tras ese silencio,
una afirmación…, una mirada en lejanía…, una realidad evidente: ¡Tengo
sed! Y el soldado caritativo que le acerca la esponja mojada, que Jesús
no llegó a beber aunque agradeció el gesto tocándola con sus labios. Poco podía
hacer aquel hombre…, pero ese “poco”, lo hizo. No deja de ser un “icono” de
reclamo para todos. Lo fácil que es decir: “no puedo”…, rendirse ante la
dificultad…, dejar la vida correr (“tirar
de a vida; matar el tiempo”). Entre la mofa hacia Jesus de los otros
soldados, éste de la esponja intentó hacer lo que podía hacer. Era “un poco
muchísimo” aunque pareciera inútil. La sed física de Jesús por su pérdida de
sangre y su fiebre tan alta, no la solucionaba aquel soldado. El gesto, la pequeña aportación delicada,
HUMANA, sí tuvo su efecto en Jesús. No estaba muriendo inútilmente. No se
estaba perdiendo su sangre. Entre el grupo de sus deudos y el ladrón de su
izquierda, más el gesto de este soldado, empezaba a encontrar Jesús un comienzo
de alivio a su boca reseca como una teja. [¿Quién se apunta? Porque no es
demasiado lo que hace falta hacer… Pero HAY QUE HACER ALGO].
Con lo que ha
sucedido hasta aquí –Jesús puso el 99’999% y el 0’001 que añadieron aquellos
detalles…, Jesús se da por satisfecho, y ve ya que TODO LO HA CUMPLIDO. Que
ahora puede ya morir en paz. Que está en marcha un movimiento liberador de
Israel y del mundo entero. Y aunque su cuerpo ya apenas podía hacer nada,
agarrotado por el dolor y la tensión muscular paralizante, Jesús “se compuso
sí mismo”…, se preparó a abandonar este mundo, y como un trueno que
cae de pronto y deja admirados a todos, da
un fuerte grito, y dice: EN TUS MANOS ENTREGO MI ESPÍRITU. A
continuación, como el que domina hasta ese mismo momento de su entrega total, inclina la cabeza, se pone en posición
de último descanso y expira.
Es un momento que no
deja seguir… Sencilla y únicamente, caer de rodillas y adorar.
Su meditación estremece.La ilusracíón ,para meditar y ahondar.¿merezco,merecemos,tanto dolor?¡qué me pides a cambio?nada,AMOR ,ENTREGA.....Yo Señor te digo "GRACIAS"y hago mías las palabras del Salmo:Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad..
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