¡¡¡ALELUYA!!!
Posiblemente
es un comenzar muy tópico. Pero es lo primero que sale. Es el saludo cristiano
hoy. Nos podremos decir: ¡Felicidades!, Feliz
Pascua! O podemos sintetizarlo todo
en esa palabra que significa: ¡ALEGRÍA! Y es que, en verdad, un domingo de Resurrección
no tiene otra forma de iniciarse que con ese grito que sale desde los talones y
se expresa con lenguaje del corazón.
Habíamos
dejado a María en la oscuridad de su luto y su aposento. Y sin embargo allí una gran luz le brilló: Jesús, su Hijo,
vino deslumbrante de luz a darle un infinito abrazo, mientras en todos los
aires sonaba una deliciosa algarabía de angelitos que revoloteaban cantando,
casi gritando, ese saludo precioso: Reina del Cielo, alégrate; ¡ALELUYA!
La
liturgia, con su bella sobriedad, nos presenta la Resurrección de Jesucristo
con las luces que se expandían por el templo, emprendidas todas en el Cirio
pascual, esa imagen del Cristo resucitado, que ya luce en todos los templos
como la gran luminaria que hace de signo de la Resurrección. Cristo, el que
murió, ya reluce por todas partes.
Y
hoy en este DOMINGO –el más importante del año- se nos lleva a participar de
ese misterio. Vuelve a sonar el “Aleluya”, y las lecturas nos van desglosando a
través de una semana intensa, lo que apenas podríamos digerir en menos tiempo.
Por lo pronto, un signo esencial, EL SEPULCRO VACÍO. Lo segundo,
igualmente esencial, que aquel discípulo que vio igual que veía Pedro, vino a
acordarse ante el inexplicable espectáculo de la ausencia del cadáver, que Él lo
había dicho: QUE RESUCITARÍA. Y viendo más allá que lo que ven los
sentidos, asintió en su interior
profundo: CREYÓ. Simón Pedro veía igual, pero aún no veía más que lo que estaba
mirando. Advirtió que el compañero SE ILUMINABA DE GOZO…, quiso que le
explicara qué había visto… Y como lo que ve la fe no se puede contar con
palabras, sólo pudo escuchar: ¡es que Él
lo había dicho!..., es tal como lo había dicho…, no hay más explicación que la
que Él dijo y repitió tantas veces.
Cuando Simón
Pedro llegó a VER Y CREER, se convirtió en un paladín de la fe en el
Resucitado, y lo proclamo mil veces… Expresó a los propios judíos que ellos lo
habían matado, pero que Dios lo resucitó de entre los muertos, y se
nos apareció, y nos constituyó sus testigos. Por eso estaba aquel día
predicando con todo el fervor y firmeza de uno que sabe la verdad de lo
ocurrido y ya no puede callarse.
San
Pablo sacará la consecuencia para todos: quienes
hemos resucitado con Cristo, hemos de poner los ojos arriba .donde Cristo está
junto al Padre- y no quedarnos reptando sobre las cosas de abajo, porque nuestra
vida ya está escondida con Cristo EN DIOS.
Hoy
vuelve a celebrarse la Eucaristía tras dos intensos días de luto sin ella –que es
a fiesta de las fiestas-, y nosotros hemos de vivirla con una intensidad muy
honda, como para romper toda la rutina del absurdo “oír Misa”, y entrar a participar de ella aquí…, como Cirio de Luz…,
pero llevándonos nuestras luces encendidas en este celebración, y
extendiéndolas a la casa, a la familia, a las relaciones con todos, al tiempo
de descanso, al rato de relax, al restaurante o la cafetería, al colegio o al
trabajo… Ahí es donde verdaderamente TOCA VIVIR LAEUCARISTÍA, dar testimonio de nuestra fe en que Jesús
resucitó, y eso nos renovó a nosotros para reemprender la marcha de la vida
diaria
Feliz Pascua de Resurrección. Que la ALEGRÍA se transforme en fuerza renovadora en nuestra vida, en la que desde la certeza de que Jesús VIVE, afrontemos nuestro paso temporal por este mundo conocedores de que el fin de todo es el paso a la Verdadera VIDA.
ResponderEliminarRepito la misma felicitación:Feliz Pascua de Resurrección.La liturgia de este tiempo pascual nos repite de mil textos diferentes estas mismas palabras:ALEGRAOS,no perdáis la paz y la alegría;servid al Señor con alegría,pues no hay otra forma de servirle.Felicitemos también a nuestra Madre Madre de la gracia y esperanza diciendo;CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA.
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