23 de abril de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Esta es una semana de alegría. Celebramos la Resurrección de
Jesús. Es una verdadera alegría, profunda, basada en la certeza de que Cristo
resucitado ya no muere, sino que está vivo y activo en la Iglesia y en el
mundo. Esta certeza habita en el corazón de los creyentes desde esa mañana de
Pascua, cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les
dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" (Lc
24, 5) ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Estas
palabras son como una piedra miliar en la historia; pero también una
"piedra de tropiezo" si no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si
creemos que nos causa menos molestia un Jesús muerto que un Jesús vivo!
En cambio, cuántas veces en nuestro camino diario necesitamos que
nos digan: "¿Por qué estás buscando entre los muertos al que está
vivo?" ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Y
cuántas veces nosotros buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las
cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana no estarán
más. Las cosas que pasan. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está
vivo?
Necesitamos escucharlo cuando nos cerramos en cualquier forma
de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos dejamos seducir por los poderes
terrenos y por las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo; cuando
ponemos nuestras esperanzas en las vanidades mundanas, en el dinero, en el
éxito. Entonces la Palabra de Dios nos dice: "¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?" ¿Por qué estás buscando allí? Aquello no
te puede dar vida, sí, quizás te dé una alegría de un minuto, de un día, de una
semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscáis entre los muertos al que
está vivo? Esta frase debe entrar en el corazón y debemos repetirla.
¡Repitamos juntos tres veces! ¡Hagamos el esfuerzo! Todos: ¿Por qué
buscáis entre los muertos al que está vivo? ¡Fuerte! ¿Por qué buscáis
entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué buscáis entre los muertos al
que está vivo? Y hoy, cuando volvamos a casa digámoslo en el corazón, el
silencio, pero que nos venga esta pregunta: ¿Por qué yo en la vida busco entre
los muertos al que está vivo? Nos hará bien hacerlo. Si escuchamos,
podemos abrirnos a Aquel que da la vida, Aquel que puede dar la verdadera
esperanza. En este tiempo pascual, dejémonos nuevamente tocar por el estupor
del encuentro con Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de
su presencia.
Pero no es fácil estar abierto a Jesús. No es evidente aceptar la
vida del Resucitado y su presencia entre nosotros. El Evangelio nos hace ver
las reacciones del apóstol Tomás, de María Magdalena y de los dos discípulos de
Emaús: nos hace bien confrontarnos con ellos. Tomás pone una condición a la fe,
pide tocar la evidencia, las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo
reconoce, se da cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre;
los discípulos de Emaús, deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al
encuentro con Jesús dejándose acompañar por el misterioso viandante. ¡Cada uno
por caminos diferentes! Buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el
mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué camino sigo para
encontrar al Cristo vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para
corregir el rumbo si nosotros nos hemos equivocado.
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?"
(Lc 24, 5) Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia
atrás, a lo que fue ayer, y nos empuja a avanzar hacia el futuro. Jesús no está
en la tumba, él es el Resucitado, el Viviente, el que siempre renueva su cuerpo
que es la Iglesia y lo hace andar atrayéndolo hacia
Él. "Ayer" es la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el
sepulcro de la verdad y la justicia; "hoy" es la resurrección
perenne a la que nos impulsa el Espíritu Santo, que nos da plena libertad.
Hoy nos dirige también a nosotros este interrogante. Tú, ¿por qué
buscas entre los muertos a aquel que está vivo, tú que te cierras en ti mismo
después de una derrota y tú que no tienes más fuerza para rezar? ¿Por qué
buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo, abandonado
por los amigos y quizás también por Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos al
que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes prisionero
de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que
aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
¡Tenemos necesidad de escuchar de nuevo y de recordarnos
mutuamente la advertencia del ángel! Esta advertencia, "¿Por qué
buscáis entre los muertos al que está vivo?", nos ayuda a salir de
nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la
esperanza. Aquella esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y anima a
anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los otros. Repitamos
esta frase del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria. Y después cada
uno responda en silencio: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está
vivo? ¡Repitámosla! ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está
vivo?
Pero mirad, hermanos y hermanas, ¡Él está vivo, está con nosotros!
¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza… y luego no
te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que está vivo!
Gracias.
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