La IGLESIA HOY
La
liturgia del día continúa el episodio comenzado ayer en la curación del lisiado
de la puerta Especiosa del Templo, a
quien se le ha dado la salud en nombre de
Jesús Nazareno, mucho más valioso don que si le hubieran dado unas monedas
de plata o de oro…
A
gente se ha arremolinado –admirada- alrededor de Pedro y Juan. Y Pedro
aprovecha de nuevo para hablarles de Jesús, el Resucitado…; el rechazado por
ese pueblo que ahora se admira, y el que Dios ha constituido “Señor y Mesías”.
Y
queda por delante una labor muy nueva: que no es sólo arrepentirse del mal que
hicieron, sino dar el salto hacia adelante con una manera de vida radicalmente
diferente. Con lo cual estarán llevándose a su término las profecías tan
antiguas como que vienen de Moisés, y posteriores profetas, y a través de las cuales
y lo que en ellas se enseñaba, atraer ahora vosotros la bendición de Dios, apartándoos
del pecado y rechazando el que cometisteis.
Una
enseñanza que es MENSAJE para todo tiempo y persona, porque es camino indispensable
para alcanzar la dimensión cristiana.
El
Evangelio, tomado de Lucas es el mismo que escribió también Juan sobre la aparición
de Jesús al final de la tarde. En San Lucas hay otras personas, además de los
apóstoles. En Juan sólo los apóstoles. De ahí la diferencia de planteamiento en
una narración y en otra. Coincidencia en lo que es el susto de los presentes,
el temor de tener dentro de la casa un fantasma, la dificultad de creer que
puede ser Cristo…, aunque ya lo saben resucitado… Y en Jesús que avala su
realidad de ser el mismo Jesús que fue crucificado, mostrando sus llagas –ya luminosas-,
las mismas que le hicieron los clavos o la lanza del soldado.
San
Lucas se irá por la “presentación popular” de ese Jesús, que se presta a la
apariencia de comer (un cuerpo resucitado ni come ni tiene esa “constitución” a
lo humano mortal), pero que se describe asó como medio necesario para hacer
patente que es el mismo Jesús; que no es un fantasma; que la resurrección es un
hecho. Y que lleva consigo una mentalidad tan distinta como la que da la apertura de nuevos sentidos para comprender las Escrituras. Es
otro de los elementos importantes de esta descripción de San Lucas, para que se
predique en el mundo, a todos los pueblos, que JESÚS HA RESUCITADO U HAY TESTIGOS
DE ELLO.
Por
su parte, San Juan va a lo teológico, a las entretelas de esta aparición en
relación con el futuro…, en miras a la Iglesia (que ya está actuando cuando él
escribe). San Juan sitúa a los apóstoles solos. Y a ellos viene Jesús, y sobre
ellos exhala su aliento vital, y así les muestra la efusión del Espíritu Santo
el Espíritu del Padre y del Hijo. Con ese Espíritu, Jesús trasmite a sus apóstoles
el mismo poder que Él recibió del Padre.
Y por tanto la Iglesia que nacerá de ahí no es “un añadido” de segunda mano,
sino la misma Iglesia de Cristo, con los
poderes de Cristo (que Él había recibido de su Padre). Y como algo tan
sabido y conocido para aquel pueblo que sabe que sólo Dios puede perdonar pecados, ahora plasma Jesús el PODER de
aquellos hombres en que a quienes VOSOTROS perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes VOSOTROS no les perdonéis los pecados, no se
les perdonan. Les quedan “retenidos”. Dios no va a ser quien –privadamente-
otorgue perdones a quienes “se confiesan solo con Él”. Porque –aún siendo Él el
que perdonará…, y siempre estará dispuesto a perdonar-, Él ha determinado el
MODO CONCRETO de poder ser perdonados.
Es,
por tanto, muy lógico que Juan –que quería mostrar algo tan esencial en la vida
de la Iglesia- sitúe la aparición a SOLOS LOS APÓSPOLES, que eran los sacerdotes que Jesús constituyó el
Jueves anterior, durante a Cena, al instituir la Eucaristía: Cuantas veces hagáis la Eucaristía, hacedla
en nombre mío. La han de hacer; la pueden hacer. Ellos van a poder decir
las palabras de Jesús: Esto es mi Cuerpo…;
éste es el cáliz de mi Sangre…, y Jesús va a acudir a esa llamada y se va a
hacer presente. Ellos, ya sacerdotes, lo son para todos los efectos.
Y
como la Iglesia se va a prolongar por los siglos, el poder de Jesús para
hacerlos a ellos SACERDOTES, va a dar igualmente el PODER DE ELLOS CONSTITUIR
NUEVOS SACERDOTES…, y así sucesivamente. Hasta nuestros días.
Realmente
Juan fue siempre más lejos en su Evangelio, y a él le debemos aspectos básicos y
fundamentales de nuestra fe. Juan proyectó con una fuerza inmensa sus propia
experiencia y conocimientos y posterior reflexión, hasta el punto que hay un
momento que el “evangelio según San Juan” lleva el pulso de esa misma Iglesia,
y que por tanto no se cuentan las cosas “en pasado”, sino con una experiencia
activa y viva de “algo” que ya está funcionando…, que ya es la misma realidad
de Cristo en la historia, y muchos años después de Cristo. Pero Cristo sigue
palpitando en cada Palabra revelada, y lo necesario para nosotros es sentirla también en nosotros viva y activa y actual.
"LA PAZ SEA CON VOSOTROS",dice el Señor.Los Apóstoles de llenan de gozo y de admiración.Nosotros debemos encontrar en sus llagas nuestro refugio y la paz del alma porque sólo en sus llagas ,encontramos las fuerzas necesarias para seguirle todos los días de nuestra vida.Nos ocultamos en ese refugio para encontrar la intimidad con Cristo y veremos que su modo de conversar es apacible y su rostro hermoso.
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