AGUA de
Bautismo y de VERDAD
Hoy
aborda la liturgia de Cuaresma uno de los aspectos fundamentales de este período:
el Bautismo. Por eso las dos
lecturas de hoy tienen como protagonista el agua. Ez 47, 1-9, 12 es una de las
más bellas y expresivas lecturas del Antiguo Testamento. El agua que brota del Santuario (ya es una
connotación), va regando y dando vida por donde pasa. Pero además va en aumento
y llega a superar al mismo individuo, que ya no puede vadearla. El AGUA
BAUTISMAL está tan por encima de lo humano que ya nadie podrá “vadearla”. Se
puso de moda hace no muchos años a esos que pretendieron “borrarse” (y hasta
arrancar las páginas) del libro de Bautismos. Pretensión de niños disgustones porque con páginas borradas
o arrancadas (en realidad no era posible porque son libros oficiales), el que
ha sido bautizado y consagrado, ha quedado marcado,
lo quiera o no lo quiera: eso no puede ya saltárselo ni en esta vida ni en la
otra. Para los que observan con ojos limpios, la fecundidad de la “arboleda”
crecida en los márgenes, no sólo es llamativa sino –incluso- medicinal.
Vendrá
el evangelio (Jn 5, 3, 5-16) para ponernos más en claro la realidad del agua
bautismal: no sólo es que sana cuando “se remueve”, sino que aparece allí el
propio Jesús para hacer visible su presencia y su acción curativa, primero, y de marcha, después. Con una clara advertencia:
has recibido el bautismo; no vayas a
profanarlo después, pues sería algo peor…
Pilato
se encontró con una serie de acusaciones en catarata contra Jesús: malhechor, alterador del orden, pretendiendo
pasar por rey mesiánico, y prohibiendo pagar el tributo… No le preocuparon
mucho las dos primeras, porque el gobernador no había recibido ninguna denuncia
sobre ese particular. Como político le interesaba más el tema de ese “mesianismo”
temible en aquel entorno judío, y –si fuera una pretensión de reinar- también
le interesaba el tema del tributo al César (tributo civil). Por eso se metió hacia
el interior y mandó a Jesús que lo siguiese. Y le preguntó directamente –a la
par que debía tener una sensación ridícula de sí mismo-: -¿Tú eres rey? Ya lo descolocó Jesús con la contra-pregunta que le
hizo: ¿Lo preguntas por ti mismo o porque
lo dicen otros? No estaba acostumbrado Pilato a que el interrogado pasase a
interrogar. Y tuvo que confesar que él poco podía entender de aquellas cosas
del pueblo judío, y que los que te han entregado por algo lo han hecho. ¿Qué has hecho tú para que te detengan y
acusen? Y Jesús responde con lo que le
interesa saber a Pilato: Yo soy rey…,
(y Pilato aquí debió quedarse un instante perplejo…; lo que pasa es que Jesús
continuó y aclaró lo que a Pilato más podía importarle: pero no rey de este mundo… Si
fuera rey humano, tendría mis ejércitos y me habrían defendido para que no me
detuvieran. Pero MI REINO NO ES DE AQUÍ. Pilato, a pesar de todo, no
sale de su perplejidad y todavía pregunta para cerciorarse…, o quién sabe si
ahora en plan de chanza: Luego ¿tú eres
rey? Y Jesús lo descoloca todavía más: Sí
soy rey; para esto nací y vine al mundo: para
dar testimonio de la verdad. Y aquí se acaba la conversación porque el
político ha tocado fondo: ¿Y qué es verdad?
Llevada razón. Para un político no existe “la verdad”. Alguien definió la
política como “el arte de la mentira”,
y Pilato –político, romano, pagano- sóo entiende verdades a medias (o mentiras
constantes) en las que se desenvolvió a lo largo de todo el proceso.
Se
ha ido Pilato dejando a Jesús con la palabra en la boca. Jesús se ha quedado
allí, y piensa…: ésta es la situación real: que nadie quiere saber la verdad.
Que el mundo vive de mentira en mentira. Que en el mismo pensar, ya se piensa
con el filtro del propio pensamiento; que al ver, ya viene la visión
distorsionada; que al juzgar, cada cual aplica el baremo errado y errático de
su enjuiciamiento… Que se vive a medias; que se hablan medias verdades… Que la
misma “verdad” que digo ante Fulanito, es diferente que cuando narro el mismo
hecho ante Menganita. Y que el filtro de mi conveniencia va revistiendo “mi
verdad” según me acomoda. Que soy capaz de hacerme un mentiroso compulsivo
aunque disimulado y atemperado… Si Jesús se me pusiera enfrente y me penetrara
con su mirada, iba yo a volver las espaldas, preguntándome: ¿y qué es verdad?
Por
eso cuando me cuentan un mismo hecho dos personas, no hay manera de atar las
dos moscas por el rabo. Es el mismo hecho, y no se parece en nada. Por eso oigo
juicios de situaciones y la persona se ha refugiado en su bunker mental y se ha
quedado muy lejos de la verdad… Y si Jesús se ha quedado ante Pilato con la
palabra en la boda, a punto de poder darle una luz al presidente y juez, las
cosas se han quedado como estaban… ¡Eso es lo doloroso!, porque se repite
constantemente, y a Jesús a la verdad de
Jesús, se les silencia.
Consecuencia:
cuando Pilato salió afuera y declaró ante los acusadores que él no veía culpa alguna,
no sólo para no condenar sino para ni siquiera enjuiciar, salieron las mil
mentiras de aquellos hombres, y acusaron y acusaron… Ya había llamado Pilato a
Jesús, y Jesús estuvo allí abstraído mientras ellos vomitaban… Pilato miraba a
unos y a otro… Y aunque no quería saber LA VERDAD, lo que le quedaba evidente
era LA MENTIRA de aquellos vociferantes. ¿No
respondes nada a todo eso? ¡Pues no!, porqie cuando he respondido, ni tú me
has hecho caso.
El hombre que nos presenta el Evangelio de la Misa de hoy fue constante durante treinta y ocho años y podemos pensar que lo hubiera sido hasta al final de sus días.Su premio fue ,el encuentro con el Señor.En nuestra vida interior,en las batallas del alma,la estrategia,es cuestión de tiempo,paciencia y constancia.
ResponderEliminarEl alma de la constancia es el amor;sólo por amor se puede ser paciente y luchar contra tantos defectos,sin aceptar el desánimo si no avanzamos.Siempre es tiempo de misericordia divina y el Señor nos concede los medios idóneos para vencer.