Texto completo de la
bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco en el Domingo de Pascua
20 de abril de 2014 (Zenit.org) - A las 12.00 de este domigo, 20 de
abril, desde la Loggia central de la Basílica Vaticana, el Santo Padre
Francisco ha dirigido a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a
cuantos lo escuchen por radio y televisión y las nuevas tecnologías de
comunicación, el Mensaje y la felicitación pascual que publicamos a
continuación.
Queridos hermanos y hermanas, Feliz y santa Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia
esparcida por todo el mundo: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús
el crucificado. No está aquí. Ha resucitado... Venid a ver el sitio donde lo
pusieron».
Esta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por
excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la
base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el
cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin
brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo.
El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor
encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó
y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha
vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la
mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: «Venid y veréis». En toda situación
humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es
sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de
sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la
vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo,
al anciano, al excluido... «Venid y veréis»: El amor es más fuerte, el amor
da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor
resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que
tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los
conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haz nos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente
a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la
explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de
Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen
tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de
la extrema pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus
seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como
tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del
mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a
lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y,
muchas veces, profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda
hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.
Te pedimos por Siria: la amada Siria, que cuantos sufren las
consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que
las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo
entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan
anhelada desde hace tanto tiempo.
Jesús glorioso, te rogamos que consueles a las víctimas de la
violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la
reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la
República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en
algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen
hacia la reconciliación y la concordia fraterna.
Que port u resurrección, que este año celebramos junto con las
iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires
iniciativas de paz los esfuerzos en Ucrania, para que todas las partes
implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo
para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo,
el futuro del País. Que como hermanos puedan hoy cantar Xphctoc Boc9pec.
Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que
has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz. "Christus
surrexit, venite et videte!" Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua.
Tras la bendición, el Santo Padre ha añadido:
Renuevo mi felicitación pascual a todos los que, llegados desde
todas las partes del mundo, os habéis reunido en esta Plaza. Hago extensiva
esta felicitación pascual a cuantos se unen a nosotros a través de los medios
de comunicación social. Llevad a vuestras familias y a vuestras comunidades la
alegre noticia de que Cristo nuestra paz y nuestra esperanza ha resucitado.
Gracias por vuestra presencia, por vuestra oración y por vuestro
testimonio de fe. Un recuerdo particular y agradecido por el regalo de las
bellísimas flores, que vienen de Holanda. Buena Pascua a todos.
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