El Santo Padre en la
homilía de este viernes alerta sobre limitarnos a los preceptos escritos o
creados por los hombres y no abrir el alma a la voz del Señor
03 de octubre de 2014 (Zenit.org) - ¿Creer en Jesús, portador de un
mensaje que salva la humanidad de todos los tiempos, o refugiarse en una
salvación fruto de "mandamientos hechos por hombres"?. Este es el
dilema que el papa Francisco ha planteado en la homilía de este viernes en la
capilla de la Casa Santa Marta.
El único deseo de Dios es salvar a la humanidad, pero el problema
existentes es que a menudo el hombre quiere dictar las reglas de la salvación.
Es la paradoja dramática de tantas páginas de la Biblia que llega a su culmen
en la vida terrena de Cristo.
El papa Francisco lo ha profundizado a raíz del fragmento del
Evangelio en el que Jesús expresa su disgusto al verse atacado por su misma
gente, de la ciudad que le dan la espalda a su mensaje: "Si en Tiro y en
Sidone se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes -es su
advertencia aCorozaíny Betsaida- hace tiempo se habrían convertido". El
Santo Padre ha indicado que en este severa, pero también amarga comparación,
está "toda la historia de la salvación".
Así como han rechazado y asesinado a los profetas antes que llegara
Él, "porque eran incómodos", ahora hacen lo mismo con Jesús. "Es
el drama de la resistencia a ser salvados", desencadenados por los jefes
del pueblo.
“Es justamente la clase dirigente la que cierra las puertas al
mundo por las cuales Dios quiere salvarnos. Y así se entienden los diálogos
fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean, lo ponen a la
prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la resistencia a
ser salvados. Jesús les dice: 'Pero yo no les entiendo” y señala que ellos “son
como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado; hemos cantado un
lamento y no han llorado ¿Pero qué quieren? '¡Queremos salvarnos como nos
gusta!'. Es siempre este el cierre al mundo de Dios”.
Una actitud esta, que el papa Francisco distingue de la que tiene
el 'pueblo creyente' el cual, dice, entiende y acepta la salvación traída por
Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del pueblo se reducía en
sustancia a cumplir los 613 preceptos creados, 'por su fiebre intelectual y
teológica'.
“Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los
sacrificios. Misericordia quieren, no sacrificios. Quieren que todo esté bien
acomodado, bien ordenado, todo claro. Este es el drama de la resistencia para
la salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro de
sí.
Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A mi
manera? ¿Con una espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está
fija, tiene todo claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea en la vía de
Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a aquel
misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón.
“Nos hará bien -insiste el papa Francisco- pensar que este drama
está en nuestro corazón”.
Reflexionar si nos sucede que confundimos 'libertad' con
'autonomía', elegir la salvación que consideramos sea aquella 'justa'.
“¿Creo que Jesús sea el Maestro que nos enseña la salvación? ¿O
por el contrario voy por todas partes para alquilar a un gurú que me enseñe
otra?
¿Un camino más seguro o me refugio bajo el techo de las
prescripciones y de tantos mandamientos confeccionados por los hombres? Y así
me siento seguro y con esta 'seguridad' -es un poco duro decirlo- seguridad con
la que compro mi salvación, y que Jesús da gratuitamente con la gratitud de
Dios? Hoy nos hará bien ponernos estas preguntas. Y la última: ¿yo me resisto a
la salvación de Jesús?
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