Francisco propone a
santa Teresa de Jesús y san Juan Pablo II como modelos de radicalidad
evangélica
En la audiencia general el Papa continúa la serie de catequesis
sobre la Iglesia y reflexiona sobre el destino final del pueblo de Dios
15 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha hecho
una pasusa en los trabajos del Sínodo de los Obispos, para acudir a la plaza de
san Pedro y pasar la mañana del miércoles acompañado de los miles de fieles que
han acudido a la audiencia general.
Durante aproximadamente media hora, el Papa ha paseado por los
pasillos de la plaza en el jeep descubierto, saludando a los peregrinos venidos
de distintas partes del mundo. Al grito del "¡Viva el Papa!", los
fieles entusiasmados daban la bienvenida al Pontífice. Y así, agitando las
banderas, las pancartas y acercando a los más pequeños para que recibieran la
bendición ha dado inicio el encuentro.
Francisco ha recordado durante la audiencia que hoy es la fiesta
litúrgica de santa Teresa de Jesús, carmelita descalza, virgen y doctora de la
Iglesia. Asimismo, ha indicado que mañana es el aniversario de la elección a la
sede de Pedro de san Juan Pablo II. "Estos dos santos están unidos por el
confiarse a Dios, por la dedicación a la Iglesia y de la vida mística.
Aprendamos de ellos la radicalidad evangélica y el crecimiento en la plena
comunión de Dios", ha exhortado.
Siguiendo con la serie de catequesis que en las últimas semanas ha
realizado sobre la Iglesia, hoy el Santo Padre ha reflexionado sobre el destino
final del pueblo de Dios. De este modo, Francisco ha pronunciado las siguientes
palabras en español resumiendo la catequesis:
"Queridos hermanos y hermanas: En esta catequesis vamos a
preguntarnos por el destino final del pueblo de Dios. Qué tenemos que esperar.
El Apocalipsis nos presenta dos imágenes: la esposa que espera a su Esposo, y
esto nos habla del proyecto de comunión con la persona de Jesús que Dios ha
trazado a lo largo de la historia, y la otra imagen, la Nueva Jerusalén, que
evoca el lugar donde todos los pueblos se reunirán junto a Dios.
La esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, o un optimismo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos. Nosotros deseamos, anhelamos, la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y Él se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente a la plenitud de su comunión y su paz. Por ello, la Iglesia tiene la misión de mantener encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación. Debemos preguntarnos si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras vidas, nuestras comunidades, manifiestan la presencia del Señor y la espera ardiente de su venida, si no corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y de nuestra alegría".
La esperanza cristiana engloba a toda la persona, pues no es un mero deseo, o un optimismo, sino la plena realización del misterio del amor divino, en el que hemos renacido y en el que ya vivimos. Nosotros deseamos, anhelamos, la venida de Nuestro Señor Jesucristo, y Él se hace cada día más cercano a nosotros para llevarnos finalmente a la plenitud de su comunión y su paz. Por ello, la Iglesia tiene la misión de mantener encendida la lámpara de esa esperanza, como signo seguro de la salvación. Debemos preguntarnos si de verdad somos testigos luminosos y creíbles de esa esperanza, si nuestras vidas, nuestras comunidades, manifiestan la presencia del Señor y la espera ardiente de su venida, si no corremos el riesgo de agotar el aceite de nuestra fe y de nuestra alegría".
A continuación, el Papa ha saludado a los peregrinos de
lengua española, "en particular a los grupos provenientes de España,
México, Costa Rica, Argentina y otros países latinoamericanos. Que María
Santísima, Madre de la esperanza, nos enseñe a gustar ya desde ahora del amor
de Cristo que un día se nos manifestará en plenitud. Muchas gracias".
Tras los saludos en las distintas lenguas, el Papa ha dirigido un
pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Y
así, ha pedido seguir invocando la intercesión de la Virgen María sobre el
Sínodo por la Familia. A los jóvenes les ha pedido "dar las gracias
siempre al Señor por el don de la familia", a los enfermos les ha
exhortado a "unir la ofrenda de vuestro sufrimiento a la intención de
oración por la paz en las familias". Y finalmente, a los recién casados
les ha animado a "fundar vuestra casa conyugal en la roca de la Palabra de
Dios".
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