En lucha
San Pablo plantea hoy a los
fieles de Éfeso (6, 10-20) la vida de la comunidad cristiana como una lucha.
Pero no una lucha baja, intestina, llevada de amor propio y de defensas burdas
del yo y de los propios pensamientos, que son
mundo de tinieblas, poderes de este mundo, fuerzas humanas del mal. De
hecho, cuando encontró en Corinto una comunidad que andaba separada y tirando
piedras contra el propio tejado, les dijo claramente que su Eucaristía no era
la Cena del Señor.
La lucha que plantea Pablo es la que ha de hacer frente –al
unísono- a los enemigos de fuera…, los del día
fatal. Frente a ellos hay que conservar
posiciones, actuar a fondo, estar firmes, con el cinturón de la verdad bien
puesto, con la justicia como la gran coraza frente a todo ataque de
enemigos. Y con LA PAZ como motor y
distintivo, única manera de vivir y trasmitir la buena noticia. Contra la paz y
la Noticia de salvación se han de dar de bruces las flechas incendiarias. Todo
eso, apoyado en LA FE, y EL ESPÍRITU como espada, adobado todo por LA ORACIÓN.
[Está perfectamente delimitado el tema: la paz, la lucha, la fe, la justicia…,
sólo serán armas cristianas cuando no son la salida del amor propio que
defiende o ataca, sino cuando rige EL ESPÍRITU y LA ORACIÓN. Oración, por lo
demás, que no da pábulo al YO sino que cada vez abaja más para más imitar la realidad
de Jesus].
Ese Jesús que se presenta en el Evangelio (Lc 13, 31-35)
que desprecia las amenazas que le anuncian de parte de Herodes, y sabe que “su
lucha” es seguir hoy, mañana y pasado el camino que está delimitado desde el
principio. Y ese camino es echar
demonios, seguir curando. Con Herodes y sin Herodes. Fundamentado en algo
tan básico como su deseo de ser clueca que ampara bajo sus alas a los pollitos.
Esa ha sido su ansia, ese su intento. Pero Jerusalén no ha querido.
¿Y qué reacción toma Jesús frente a eso? Abandonar ese
campo de lucha inútil, y el día que regrese será ya para ese final de batalla
que se anuncia a golpe de alabanzas mesiánicas (“bendito el que viene en nombre del Señor”) y se encamina hacia su
Pasión, el ejemplo más sublime de mansedumbre. Fe, Paz; Espíritu, “toda Justicia”, Verdad, mantener
las posiciones, llegar al sacrificio personal. No va a defenderse. No va a
atacar. Va a entregar su vida en rescate por todos. Así es como lucha Jesús.
Es la herencia que nos ha dejado. Es la historia de tantos primeros mártires de
la fe, que lo fueron por el sólo hecho de vivir esos principio básicos. Ni
hacían daño a nadie, ni buscaban camorra, ni habitaban casas diferentes, ni
dejaban de casarse, ni su comportamiento iba contra nadie. Pero en medio de un
mundo pagano sus armas fueron las que le daba el Evangelio de Jesucristo. Y eso
daba en rostro a los que no vivían así.
Entre ellos, un solo
Señor, una sola fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre. Un despojarse
de lo propio para ceder ante el vecino por pura caridad. Un solo corazón, una sola alma, un mismo sentir, un mismo querer.
Es el modo de que el carro ruede sin quejas egoístas (como dice uno de los
himnos de la liturgia de las horas).
Aclaro que mis comentarios estan basados en mi oración personal con la Sagrada Escritura delante.
ResponderEliminarY la oración no se detiene. Si ayer me suscitaba la Palabra del Señor que "son muchos los que se esfuerzan por entrar por la puerta estrecha y no lo consiguen", hoy estamos a dos días de celebrar en la Iglesia a aquellos otros "muchos" que se esforzaron por entrar, y lo consiguieron. Un día de gran alegría y victoria.
Hoy del Evangelio saco lo siguiente:
Jesús está haciendo el bien, curando a la gente y enseñando, pero quieren matarle. ¿La razón?
Los religiosos no le soportan, Herodes lo quiere quitar de en medio, no vaya a ser que ponga en peligro su "reino" y su "corona".
La respuesta de Jesús me anima: "Conviene que hoy, mañana y pasado siga adelante..."
El fragmento del capítulo 6 de la carta a los Efesios es una joya. Reconozco que está entre mis favoritos. El Apóstol nos presenta una realidad espiritual. Hay una guerra. Y tenemos unas armas para luchar y defendernos en esa guerra. Voy a tratar de dedicarle un tiempo especial hoy para leer atentamente y meditar estas palabras.
Nuestro refugio y protección está en el amor a Dios.
ResponderEliminarTÚ ERES NUESTRO REFUGIO "le decimos en el salmo.Tenemos la inmensa suerte de tenerlo cerca de nosotros.Así lo ha querido ÉL.
Está presente en el Sagrario,en todos los Sagrarios del mundo,para que le encontremos fácilmente..
¿Qué haremos en su presencia?.Amarle,alabarle,agradecerle y pedir.¿Qué hace un enfermo ante un médico?.¿Qué hace un sediento ante una fuente cristalina?
Si a veces, a pesar de todo no podemos concentrarnos, no sabemos qué decirle,acudamos a Nuestra Madre,Ella que tantas veces habló con Él en su vida pondrá en nuestro labios las palabras oportunas y remediará nuestra torpeza.
Evita las acusaciones y las críticas.Empéñate,en dar colaboración de un "ejemplo"digno y noble.En la vida todo tiene su razón de ser,aunque no siempre lo veamos así por falta de visión completa,;vemos la parte externa de las personas y cosas.
ResponderEliminarDeja los juicios a Dios,que ve los corazones y que habita en el interior de cada uno de nosotros,con perfecto conocimiento e intenciones más secretos.
Querido P. Cantero:
ResponderEliminarLe ofrezco mi afectuoso saludo con gratitud en Cristo, y deseo dejar mi breve comentario positivo a su homilía de hoy en este sitio.
Me ha descubierto un horizonte muy iluminado por el Evangelio en la frase entre corchetes que va como final del párrafo segundo.
Dios le bendiga y bendiga a muchas personas que pueden encontrar en este Blog unas luces muy auténticas para llegar a la unión de sentimientos con Cristo.