Cerca de los pobres no
es comunismo, es Evangelio
El Santo Padre a los movimientos populares: familia y vivienda van
de la mano, acceso a la tierra, y tutela en el trabajo. Rechazar la cultura del
descarte, que afecta a niños, ancianos y jóvenes
Por H. Sergio Mora
ROMA, 28 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha
recibido en el Aula Vieja del Sínodo a los participantes del Encuentro Mundial
de los Movimientos Populares que inició ayer lunes en Roma y concluye mañana 29
de octubre.
El encuentro ha sido organizado y promovido por el Consejo
Pontificio de Justicia y Paz, en colaboración con la Pontificia Academia de las
Ciencias Sociales y con los dirigentes de varios Movimientos.
“Digamos juntos desde el corazón: Ninguna familia sin vivienda,
ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona
sin la dignidad que da el trabajo”. Estas fueron las ideas que el Santo Padre
compartió con los casi 100 líderes presentes en el Vaticano, en el Aula vieja
del sínodo, entre los cuales el presidente boliviano Evo Morales.
Y el Papa precisó: “Este encuentro nuestro responde a un anhelo
muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos;
un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza
cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo”.
“Es extraño -ironizó el Santo Padre- pero si hablo de esto para
algunos resulta que el Papa es comunista. Y recordó que “el amor a los pobres
está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes
luchan, son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina
social de la Iglesia”.
El Papa les agradeció haber aceptado la invitación “para debatir
tantos graves problemas sociales que aquejan al mundo hoy, ustedes que sufren
en carne propia la desigualdad y la exclusión” y que “vinieron a poner en
presencia de Dios, de la Iglesia, de los pueblos, una realidad muchas veces
silenciada”.
Recordó que los pobres “quieren ser protagonistas, se organizan,
estudian, trabajan, reclaman y, sobre todo, practican esa solidaridad tan
especial que existe entre los que sufren”. Y que es necesario “luchar contra
las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la
tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales”.
A algunos males de hoy los calificó de “destructores efectos del
Imperio del dinero”: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas,
la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia.
Y quiso precisar que este encuentro “no responde a una ideología.
Ustedes no trabajan con ideas, trabajan con realidades como las que mencioné”.
Y dijo: “Queremos que se escuche su voz que, en general, se escucha poco”. Y
lamentó que “las buenas propuestas y proyectos que a menudo escuchamos en las
conferencias internacionales se quedan en el reino de la idea”.
Tierra: “Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos
que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales”.
El hambre: “Cuando la especulación financiera condiciona el precio
de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas
sufren y mueren de hambre. Por otra parte se desechan toneladas de alimentos”.
Techo. Lo dije y lo repito: una casa para cada familia. Porque
“familia y vivienda van de la mano”.
Indicó también que “en las barriadas populares donde muchos de
ustedes viven subsisten valores ya olvidados en los centros enriquecidos”. Y
“bendecidos con una rica cultura popular”. Por eso, ni erradicación ni
marginación: Hay que seguir en la línea de la integración urbana.
Tercero, Trabajo. No existe peor pobreza material “que la que no
permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”.
Y recordó que “una cultura del descarte considera al ser humano en
sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar”. Y sobre la
baja natalidad “que descartan los chicos” porque “se les mata antes de nacer,
descarte de niños”. También “se descartan los ancianos, porque, bueno, no
sirven, no producen” y el “descarte de los jóvenes”.
Porque existen las guerras hechas para favorecer el armamentismo,
con sus trágicas consecuencias, el “saquear la naturaleza” para sostener el
ritmo frenético de consumo, los consecuentes cambios climáticos y catástrofes
naturales delante de los cuales especialmente los pobres lo pierden todo.
Pidió no olvidarse que la creación es un don, es un regalo, un don
maravilloso que Dios nos ha dado para que cuidemos de él y lo utilicemos en
beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud.
Los movimientos populares expresan la necesidad urgente de
revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas por innumerables
factores.
Y concluyó indicando que les acompaña: "Rezo por ustedes,
rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los
bendiga, que los colme de su amor y los acompañe en el camino dándoles
abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza,
la esperanza que no defrauda, gracias".
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