Lo inconmensurable
Sigue la carta a los efesios
(3, 14-21) en la misma sublimidad de días anteriores. Dobla Pablo las rodillas –signo
de profunda adoración- ante el Padre Dios, autor de toda la creación, y le pide
que, de los tesoros de su gloria, conceda a sus fieles de Éfeso robustecerlos
en lo más profundo de su ser. Y que Cristo habite en sus corazones desde la fe,
y que todo se edifique desde el amor. ¿Qué amor? El amor inconmensurable de
Cristo, que no tiene límites en lo largo, ancho, alto y profundo… Algo que trasciende
toda filosofía o planteamiento humano. Algo que se concreta y proyecta en el amor cristiano. Desde ahí se tiene que
entender el calibre del verdadero amor entre los creyentes en Cristo. Y así
llegaréis a la plenitud según la plenitud total de Dios. ¡A Él la gloria de la
Iglesia y de Cristo Jesús!
Ese texto que expresa las “medidas”
sin cifra de limite, se han aplicado en un tiempo de la historia de la Iglesia
al amor que se expresa en el Corazón de
Cristo. Ahí encaja el Salmo: La
misericordia de Dios llena la tierra.
El Evangelio –Lc 12, 49-53- sería también conectado de modo
singular con esa lectura anterior: Expresa Jesús que Él ha venido a traer fuego a la
tierra, y ¡ojalá estuviera ya ardiendo! Que Él tiene que pasar por un
bautismo –es su propia muerte- y
tiene ansias y angustia hasta que se realice. Las ansias son propias del
amor que se vuelve impaciente cuando sabe que de tal “bautismo” depende la
manifestación de ese amor sin fronteras. Y “angustia” porque a nadie le es
gozoso estar enfrentando a una muerte que ya a ser producto de una lucha.
Es que Jesús se declara autor de esa lucha que no facilita
la tranquilidad y la pasividad. Se ha de tomar postura ante una contienda: con
Él o contra Él. Y eso no es poner paños calientes sino invitar a una “guerra”,
a una “división”. Víctima de ella Él es el primero en ese “bautismo” que le
causa angustia. Pero tras de Él toman posturas los demás. Y dentro de una misma
casa, unos la toman por un bando y otro por el otro… Y así se acaba produciendo
esa “guerra” real entre madre e hija, suegra y nuera, hijos y padre…: unos a
favor de Jesús; otros en contra; unos que quieren vivir tranquilos y otros que
saben que en esta guerra no vale ser neutral, y que el creyente tiene que
adoptar postura.
Todo esto nos resulta tan raro cuando lo dice Jesús, cuando
se lee en el evangelio. Y nos olvidamos de echar la mirada en derredor, en
nuestra misma familia, para advertir que esa lucha se está dando y que hay
muchas familias desgraciadas por las opuestas posturas en el campo de la fe y
la vivencia religiosa. [Y malo será si se vuelve todo tan light que ni siquiera se produce tal lucha, porque acabamos todos “acomodados”
a que “todo da igual”
Quien quiera permanecer al lado de Cristo sabe que Él ha traído fuego y que su fuego tiene que emprender y que hacer
arder. Lo más penoso está cuando nadie se resienta porque la fe se ha desvaído
y se puede vivir “creyente” y simultáneamente dormido sin afrontar la situación…;
¡sin que ni siquiera duela!
El aletargamiento es un gran peligro que acecha en muchas partes de nuestra Iglesia. Estar como dormidos. Es una especie de aburrimiento, de ganas de no complicarse la vida defendiendo y viviendo la fe hacia afuera, cediendo posiciones ante los que la atacan, viviendo sólo una "vida religiosa" consistente en "cumplir" una serie de normas y costumbres, rezos, y haciendo alguna obra de caridad para tranquilizar la conciencia. Es un error esta postura. Una cobardía. Una dejación de la responsabilidad de cristianos. Una adulteración de la misión original que fue encomendada a la Iglesia.
ResponderEliminarMuy clara su meditación sobre el Evangelio de hoy.La situación que atraviesa hoy la Iglesia y el mundo es alarmante.Pero pienso que todo tiene mejoras.No quiero caer en el pesimismo.Somos un grano de arena en medio del desierto
ResponderEliminarEl fuego que Jesús trae a la tierra es El mismo.AMOR.Si cada uno de nosotros fuésemos una pequeña ascua encendida po Dios en el amor,se propagaría necesariamente a cualquier parte de la tierra, luego Dios,la Providencia,distribuiría estas almas-llamas dode crea oportuno,a fin de que en muchos lugares de mundo sea restaurado el amor de Dios y vuelva a renacer la esperanza
No basta con darnos cuenta de la situación de nuestra Iglesia,lo importante es tener o poner soluciones.