El Misterio de
Cristo
En la carta a los fieles de
Éfeso (3, 2-12) San Pablo entra es las entretelas del misterio cristiano. A
Pablo se le ha dado la gracia de Dios para dar a conocer el Misterio de Cristo, que no ha sido
manifestado antes y que ahora se manifiesta por la intervención del Espíritu,
dado a sus apóstoles: que también los no
judíos son herederos de la Promesa de Dios, miembros de un mismo cuerpo, y
partícipes de esa Promesa, en Jesucristo…,
por el Evangelio.
Pablo siente el santo orgullo de ser ministro de esa revelación –por pura gracia- porque Dios se lo dio a
conocer, aun siendo el más insignificante de todo el pueblo de Dios: Pablo ha
recibido la gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza que es Cristo, e iluminar así, desde el
principio, el misterios escondido por los siglos en Dios, Creador de todo.
La teología ha visto aquí el primer atisbo de presentación
del tesoro que es el CORAZÓN DE CRISTO…: su misterio insondable, el conocimiento
de la multiforme sabiduría de Dios, según su designio eterno, realizado en
Cristo Señor nuestro, por quien tenemos libre acceso a Dios.
Como ocurre ya varias veces, esta carta de San Pablo no es
carta que se puede “leer”… Requiere parada, ahondamiento…, detenimiento en cada
frase… Porque Pablo se está vaciando y poniendo el alma en la comunicación de
la revelación que ha recibido. Y es “multiforme gracia de Dios” (Gracia
expandida en todas direcciones, y que definirá más adelante como algo
inconmensurable, porque no hay medidas humanas para poderla encerrar o definir.
Verdaderamente nos está abriendo la rendija a ese horizonte infinito que son
los mismos propios sentimiento de Jesucristo: SU CORAZÓN.
El Evangelio (Lc 12, 39-48) crea un cierto dramatismo con
una especie de diálogo de Pedro y Jesús. El texto es continuación del día
anterior, en el que Jesús advertía que el buen criado es el que espera el
regreso de su amo, a cualquier hora del día o de la noche. Sigue hoy por ese
otro aspecto de la vigilancia del propio amo para no duerma y así no deje que
el ladrón venga y robe cuando está descuidado.
Surge la presunta intervención de Pedro preguntando si eso
se lo dice a ellos o a todos, Con esa pregunta o sin ella (literariamente tiene
la ventaja de romper un poco el párrafo), Jesús continúa su enseñanza: el
criado fiel será premiado. Al criado descuidado le castigará su amo. Al que no
sólo se descuida sino que se aprovecha de la ausencia del amo para hacer “de
las suyas”, cuando llegue el amo, le despide.
Podemos ver claramente que Jesús está hablando de la hora
final de cada individuo: a todos nos toca vivir vigilantes; vivir atentos;
tener la vida preparada de manera que llegada de Dios a nuestra vida (en la
hora de la muerte) nos coja como un episodio más de la misma vida. Lo que no es
de personas inteligentes es descuidarse, no tomar en cuenta que habrá una hora
final, y que el Amo viene. Porque si es descuidarse, merece una reprimenda. Y
si es vivir fuera de orden, acaba en despido por mala disposición del sujeto.
Que en definitiva es “criado” y tiene su “oficio” en servir al Amo.
Adelantándonos a esa hora final, también puede tener su
perfecta aplicación a la llamada a vigilar las diversas etapas del Reino, que
llega en el momento que menos se espera, y sólo entra el que está vigilando y
preparado.
"A TODO EL QUE SE HA DADO MUCHO.........Incontables son las gracias que hemos recibido a lo largo de la vida ,aquellas que conocemos y esa infinidad de dones que nos son desconocidos.Todos estos dones los ponemos en sus manos,no sólo los buenos sino también nuestras flaquezas.Cuando en la Eucaristía hacemos ofrecimiento al Padre,nos entregamos con nuestras debilidades ,nos ponemos en sus manos,y El que conoce lo que somos......¡Tantas maravillas lleva a cabo a través de nuestra pequeñez, cuando le dejamos...!
ResponderEliminarLeí en la vida de una santa,que al ofrecer a Dios ,cuanto tenía,Jesús le dijo: "Algo se te olvida de darme"._¿qué ? respondió la santa ,;Jesús le contestó."Tus miserias".