Domingo de
sinceridades
Este domingo 30-A, del T.O.
está directamente referido al amor verdadero. Y concretado en la atención al
pobre. Pero con poco que se detenga uno en él, lleva en sí mucha más enjundia.
El Evangelio –Mt 22, 34-40-es muy conocido y está expresado
en diversas oportunidades del Evangelio. Se trata del gran mandamiento que formulaban
los judíos con mucha solemnidad: el primer mandamiento es: amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con todo tu alma, con
todas tus fuerzas. Y al prójimo como a ti mismo. Por tanto es un
mandamiento desdoblado en dos formulaciones. Una, la que en nuestro modo de
expresar, lo sintetizamos así: Amarás a
Dios sobre todas las cosas. Al final de la recitación decimos: “Estos mandamientos (los 10 del Decálogo) se
encierran en Dios: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti
mismo”.
Expresión que incluso se queda corta si vamos al Evangelio
y damos verdadero valor a la Palabra de Jesús, cuando expresa como su
mandamiento nuevo el amor al prójimo COMO YO OS HE AMADO.
Pero aun quedándonos en la formulación judía habría mucho
que plantear. Todo precepto positivo abarca tanto que tiene el peligro de no
aplicarse en nada. Amarás… sobre TODAS
las cosas se presta a no sentirse comprometido a nada particular. Por eso
la 1ª lectura baja a situaciones muy
concretas, de prójimos muy concretos y en necesidades muy concretas, con
advertencias muy concretas: No oprimir ni
vejar al forastero; no explotar a huérfanos y viudas; no prestar dinero con
usura; devolver antes del atardecer, el manto que se tomó en prenda. Y siempre hay una apostilla: porque Dios
defiende y cuida del pobre, y lo escucha.
Por eso siempre que hablamos del primer mandamiento nos
debe quedar un recelo: ¿verdaderamente amamos a Dios sobre todas las cosas? Las 2ª
lectura de San Pablo a los fieles de Tesalónica nos dice expresamente que hay
que abandonar los ídolos para volverse al
Dios verdadero. Y hay un falso dios, un ídolo muy peligroso en el YO, en el
amor propio, en el orgullo personal. Ahí cometemos las mayores idolatrías
porque giramos en torno a nuestras conveniencias y apetencias.
Y fácil es
colegir que poca atención puede prestarse al prójimo cuando Yo me amo sobre todas las cosas. Porque
incluso en la limosna que se ofrece al necesitado puede plantearse si se está
socorriendo una necesidad o “salvando” una propia conciencia. El gran rival de
Dios es el ÍDOLO QUE LLEVO EN MÍ.
Pensemos en
esa limosna que se da en la puerta de una iglesia. Y comparemos con la mayor
certeza de acierto que tiene esa misma limosna entregada a instituciones que
saben a quién han de ayudar por su mayor o más verdadera necesidad.
Pensemos que
hay ayudas que no son de dinero y que son mucho más importantes: en la soledad
de alguien, el acompañamiento a una gestión, a un médico… En la acogida a un
prójimo, en el respeto a otras formas distintas de las propias…, en la palabra
o el silencio oportunos…
Cuando todo
eso (¡y mucho más!) entra a formar parte de LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA, es cuando el
amor a Dios sobre todas las cosas empieza a tener color. Por eso la
Misa no se da…, ¡SE PARTICIPA!
QUE SE ALEGREN LOS QUE BUSCAN AL SEÑOR."
ResponderEliminarEl Señor nos ha creado para la alegría..Nos quiere más alegres cuanto más cerca de Él nos llama.
La tristeza no se origina por las dificultades o sufrimientos más o menos graves sino por dejar de mirar a Jesús..
La alegría para nosotros es uan verdadera necesidad..La felicidad no la da una vida cómoda y sin problemas,sino un corazón enamorado de Cristo, y el trato diario co Él.
¿Cómo debía resplandecer el rostro del Señor de paz y gozo incluso en su Pasión y Muerte! Hasta en ese momento quiso darnos ejemplo para que le imitemos cuando el camino se nos hace cuesta arriba
Acudamos a María ,nuestra Madre a quie invocamos como "CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA" y encontraremos fácilmente el camino de la paz y el gozo,pues Ella es la senda que nos conducen a su HIJO.
LA COLECTA: ¿Cuando depositas "el dinero" en el cesto de la colecta, lo haces porque toca, o porque te da vergüenza que te vean de no echar nada? ¿O lo haces movido desde el corazón con la conciencia de que estás compartiendo tus bienes, aunque sea poco?
ResponderEliminarEn la Misa no se escucha, se vive. El sacerdote no es el protagonista, el protagonista es Cristo, y todos somos participantes del mismo misterio, cada uno en su puesto.
El que sólo escucha la Misa, pero no la vive, se pierde lo mejor.
El que va por que toca, se aburre mucho.
El que responde en los momentos oportunos sólo con la boca, como rutina, y no con el corazón, no está poniendo todo lo que tiene.
En la oración de los fieles, no se responde como papagayo "Te rogamos Señor", se debe esforzar uno en hacer creíble ante Dios la oración (Al de al lado lo podemos engañar). Cada uno como sienta. El que ora debe creer en lo que ora. El que pide debe querer lo que se pide. No es un mero acto intermedio antes de la Eucaristía por el que hay que transitar.
Consejos vendo y para mi no tengo.No se quien eres , pero creo que te metes en terreno que puedes ofender al que deposita su limosna Solo corresponde a Dios mirar la intención del que deposita su limosna
ResponderEliminarMe alegro que te haya hecho "tilin"
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