El mundo DE
DENTRO
Comienza la lectura de la
carta a los fieles de Galacia (4, 31-5,6) con el mismo último párrafo del día
anterior: Para vivir en libertad Cristo
nos ha liberado. En consecuencia, la exhortación de Pablo a esos fieles es manteneos firmes y no os sometáis de
nuevo al yugo de la esclavitud.
Parece una palabra dicha hoy por Pablo en nuestras iglesias
y parroquias…; son un eco de la insistente predicación del Papa… Tendríamos que
liberarnos de tantas formas externas que nos atan, y aún de esas expresiones
que dan la impresión de la vida espiritual como un mercadeo: ¿me sirve esta Misa?; ¿he cumplido con el
precepto?; ¿me habré confesado bien?; ¿se me habrán perdonado los pecados?;
¿habré dicho todas los pecados. o me las habrá entendido el cura?. Y no
digamos de todo ese otro mundo pragmático de “promesas”, de condiciones que
cumplir, de papeles que repartir, de “partículas” que recoger, de “condiciones
más perfectas” para recibir al Señor de rodillas o directamente en la boca… ¿En
qué se parecerá todo eso a la Santa Cena y a la realidad tan cercana que hizo
el Señor con un grupo de hombres sencillos alrededor suyo?
San Pablo se encontraba con ese problema de prácticas
judías, como las que vamos a ver luego en el evangelio de hoy… De todo eso nos
ha liberado Jesucristo, y así se lo hace ver a los gálatas. El que se circuncida
(el que entra por la dinámica de “obras propias”), tiene ahora el deber de
cumplir todas las otras leyes. En realidad, dice Pablo, habéis roto a Cristo y quedáis fuera del ámbito de su Gracia.
Para nosotros –dice el apóstol- la esperanza del perdón se
basa en los méritos de Jesús, en la obra gratuita del Espíritu Santo. Como
cristianos, todo ese mundo de las prácticas ni nos da ni nos quita: lo único que cuenta es UNA FE ACTIVA POR LA
PRÁCTICA DEL AMOR.
El Evangelio (Lc 11. 37-41) es precisamente el encuentro de
“las leyes” con la Gracia…, de los cumplimientos de normas y Jesucristo, libre
como lo pájaros. Del fariseo, pendiente de que Jesús haga las abluciones de
ritual para ponerse a comer, y de Jesús que le llama la atención del fariseísmo
de lavar por fuera platos, jarras, ollas,
mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. Jesús ha sido invitado y
parecería que había una sintonía del fariseo con Él, pero en realidad era una
invitación-trampa. Y Jesús les llama “necios” porque Dios hizo lo de fuera
igual que hizo lo de dentro, y habría que tener cuidado con lo “de dentro”
porque ahí radica la bondad o la maldad, la sinceridad o la hipocresía.
Por eso –estamos en la misma línea que Pablo aplica a los
gálatas- empezad a fondo por lo de
dentro, y todo lo demás quedará limpio.
Creo que es la gran deuda en la que estamos los cristianos,
creyentes y fervorosos: que hemos olvidado lo
de dentro. Que tenemos unas capas de cebolla que nos cubren el fondo y que
nos quedamos en tenerlas brillantes y bien presentadas. Hay más adentro un
mundo mucho más profundo al que no nos detenemos a mirar, y que sin embargo da
nuestra auténtica fotografía. Santa Teresa de Jesús ve el foso de salbandijas,
reptiles, animalejos sucios de toda especie, que están ahí ensuciando los fondos
últimos de nuestras vidas. No son leones ni serpientes que nos llamen la
atención. Pero realizan su labor oculta, su roer disimulado, sus ocultas
picaduras… DENTRO hay mucha más suciedad… Y a esa hay que atender mucho.
Mención especial para la claridad luminosa que nos ofrece usted en párrafo 4º "Para nosotros..."
ResponderEliminar¡Dios sea bendito y alabado!