NUESTRA SEÑORA
DEL ROSARIO
Es una fecha con varias connotaciones,
desde lo substancial (que es la unión de María al misterio redentor de Cristo,
a través de los 20 misterios del Rosario), hasta lo particular, en que las
cuentas de “otro rosario” hallan en este día un engarce definitivo.
Propiamente no hay lecturas expresas para la liturgia de
esta celebración, aunque se adapten las del libro de los Hechos en que María
está en oración junto a los Once, a la espera de los acontecimientos…, y el ya
clásico y conocido evangelio de San Lucas con el misterio decisivo de la
Encarnación del Hijo de Dios. Son el comienzo y el final de esos misterios del Rosario, abarcando
momentos substanciales de la historia de la Salvación. A ella estuvo asociada
María, y es lo que apunta el rezo del Santo Rosario en sus enunciados cortos,
en la contemplación de esos misterios, y en el mantra de las “avemarías”
En la lectura continua –perdido el comienzo de ayer (por
razón de las témporas- la carta a los fieles de Galacia se continúa [1, 13-24] en
tono solemnísimo por el que Pablo quiere hacer ver a esos cristianos que él
viene en nombre de Dios y con la doctrina de Jesucristo, y que lo que les llega
diferente no tiene autoridad, o no representa el núcleo del mensaje auténtico
de Jesús. A Galacia han llegado judaizantes que pretenden hacer de la fe
cristiana un añadido a las formas y leyes judaicas, y Pablo pretende mostrar la
autoridad de sus enseñanzas sobre la gratuidad de la Gracia de Dios (que
sobrepasa toda ley) y de la inutilidad
de la circuncisión y de arrastrar al momento presente tantos preceptos y formas
de un mundo judío, que Jesús ha superado con creces. De ahí esa lectura de hoy
que presenta un aval del propio Pablo para mostrar que su autoridad en lo que
enseña está de acuerdo con la nueva realidad de la fe cristiana, que los
gálatas recibieron y de la que ahora parecen volverse atrás.
El Evangelio de Marta y María (Lc 10, 38-42) presenta dos
realidades de vida en dos hermanas con muy distinto modo de ser y de proceder.
Marta representa a la persona activa que hace muchas cosas, hasta llegar a
cansarse. Y lo que hace en su afán es para agasajar a Jesús. Pero anda inquieta
y nerviosa en preparar muchas cosas. [Un autor lo interpreta como muchos platos de comida en su deseo de
ofrecer a Jesús lo que mejor sabe hacer ella].
Su hermana María es una contemplativa. Y no significa que
no llevara su parte de trabajo en la casa. Pero en el momento en que entra
Jesús, ella prefiere quedarse como discípula a los pies del Maestro, y lo
escucha embobada.
Marta llega a molestarse de esa actitud de su hermana y
pretende implicar a Jesús para que Él haga de árbitro a su favor…: Dile a mi
hermana que me eche una mano. [No es una imagen que se me pase por alto,
porque estas experiencias las vivimos constantemente los sacerdotes. Cada cual
pretende que sea el sacerdote quien salga “a su favor”. Con el mismo “derecho” que Marta quiere que
Jesús le diga a María…, María podía decirle a Jesús que le diga a Marta… Lo que
pasa es que María ni está inquieta ni
afanada con muchas cosas; ella ha escogido escuchar a Jesús, y eso no se lo van
a quitar].
Jesús comprendió las impaciencias de Marta, y no es que le
dijera que se estaba equivocando, puesto que alguien tenía que preparar aquellas
cosas. Lo que Jesús le dice es que anda
inquieta y afanada…, y eso ya no es necesario…; que pretende sacar adelante muchas cosas…, pero que
bastaba con un plato. Jesús valora la labor de Marta pero le corrige el
exceso. Y en cuanto a María, no le va a privar de la buena parte que ha
elegido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!