Dos temas que se entecruzan
San Pablo ha dedicado dos capítulos
de su carta a los gálatas para presentar “sus credenciales”, desde sus títulos
para llevar el Evangelio de Jesucristo porque así lo ha dispuesto la llamada de
Dios, hasta exponer su propia historia, que le acredita como apóstol y enviado,
no por méritos propios sino porque así ha sido la designación de los propios
apóstoles, “los más representativos” de la nueva doctrina y vida que él ha enseñado.
De hecho los fieles de Galacia
habían aceptado la fe que Pablo les trasmitió y vivían en ella- Pero un día se
presentan unos partidarios de la circuncisión y de la ley judía y los gálatas
se dejan llevar por ello.
Aquí entra el capítulo 3. Y Pablo
da un zangarreo a aquellos insensatos
gálatas… ¿Quién os ha embrujado? ¡Y pensar que ante vuestros ojos os presenté
la figura de Jesucristo en la cruz! Quiere Pablo que se planteen y
respondan a la pregunta: ¿Recibisteis el
Espíritu Santo por cumplir las leyes o porque respondisteis a la fe en Cristo?
¿Tan estúpidos sois? No vais a encontrar a Cristo por seguir las leyes
judías sino por la Gracia de Dios (gratuita), que os ha regalado la fe.
El tema se quedaría en “la
historia” si no fuera por ese pulular de “leyes” que existen hoy en el pueblo
cristiano, pendiente de detalles tan nimios, mientras dejan a un lado aspectos
fundamentales. La devoción a los santos es una práctica de la Iglesia: que los
que andamos aún en la lucha pidamos la protección de los que ya triunfaron y
están junto a Dios. Pero de ahí a todo ese bosque de “prácticas” tan fuera de
lugar como el mercadeo con los santos, con unas determinadas condiciones para
ser escuchados, con unas imposiciones que cumplir de tipo totalmente material
(alguna vez tan falto de delicadeza y
respeto, y hasta grosero), hay un abismo. Que haya cruzadas de “fieles”
para combatir la Comunión en la mano, o para “recoger partículas” de las Sagradas Formas, o pretender volver a la
Comunión de rodillas…, y tantísimas cosas más que aparecen en panfletos “salvadores”,
nos lleva a ver que aquellos “insensatos
gálatas” no son tan lejanos ni tan extraños. ¿De dónde nos llega la Gracia?
¿De nosotros mismos, de nuestras personales devociones y prácticas (por otra
parte contradiciendo las orientaciones del magisterio eclesial), o por pura
Gracia adquirida por los méritos de Jesucristo en la cruz? Verdaderamente, ¿quién
ha embrujado?
En Evangelio de hoy (Lc 11, 5-13)
viene a decirnos lo mimo que luego predicó Pablo a los fieles de Galacia. Lo
que Jesús pone por delante es la petición de Gracia y de gracias que se hace
desde el corazón de la persona al Corazón de Dios. Y no un petición que se resuelve
de una vez, sino como el niño que vive colgado de sus padres y pide y pide e
importuna pidiendo. Ya en las coas humanas esa importunidad acaba dando frutos,
porque lo que no se quiere atender por bondad del corazón, se acaba atendiendo
por l importunidad.
Jesús nos enseña a ser “importunos”
con Dios. Y no es porque Dios no tenga corazón sino porque nosotros necesitamos
tenerlo. Más de una vez pedimos por vicio, pedimos sin saber lo que pedimos,
pedimos sin valorar los resultados de una petición, Y Dios quiere “la
importunidad” de peticionario para que ese mismo sujeto sea capaz de valorar,
purificar, cambiar, afinar o retirar su petición…, porque hay ocasiones en que
lo que se pide no debe pedirse, o no se han calibrado las consecuencias de lo
que se pide.
Por eso, pedid, buscad, llamad…, que Dios está siendo el filtro de todo eso
para acabar dando, respondiendo… Eso
si: puede que no es exactamente lo que se pidió, porque muchas veces no sabemos
lo que pedimos. Lo que sí es evidente es que Dios dará ESPÍRITU SANTO a los
que le piden. Dios dará SU GRACIA. Dios ha transformado nuestra
importunidad (a veces esos intentos de manipulación de lo divino a favor nuestro)
en algo muy importante: EL DON DE DIOS, el Espíritu Santo, la fe… Ni será un
Dios castigador que dé una piedra al hijo que le pide pan, ni un dios
torturador que dé una serpiente a quien le pide pescado. Y es que muchas veces
la insensatez humana, en su importunidad, pide la serpiente creyendo que es un
pescado. Dios dará cosas buenas Y una
de ellas es la propia purificación del corazón del que pide-
¡Cuánta paz gozaríamos si
fuéramos sensatos y nos dejáramos abarcar por la generosidad de la Gracia de
Dios…, por el Corazón de un Padre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!