DOMUND de la
alegría
Se han abierto las lecturas de
hoy con la actuación del rey Ciro que va a favorecer ampliamente la causa del
Israel. Frente a los otros pueblos que veneran sus ídolos y mantienen sus
costumbres correspondientes a esas formas religiosas, lo que queda patente es
que hay un solo Dios al que hay que
adorar y rendir el culto que le corresponde como Dios. Fuera de Él no hay otro
Dios.
Todo esto está muy atraído por el episodio evangélico que
protagonizan fariseos y herodianos, dos facciones irreconciliables entre sí,
pero que se juntan para venir a engañar a Jesús y hacerle caer en su trampa.
Comienzan hipócritamente con halagos para atraerse la benevolencia de Jesús, para
seguir por su verdadero tema: ¿es lícito
pagar el tributo al César? Pregunta capciosa con dos filos hirientes: Si
Jesús dice que sí, el pueblo se le echa encima porque odiaba al César que era
el símbolo del dominio romano en Palestina. Si decía que no, se situaba como
enemigo político del poder invasor.
Jesús utiliza una de sus prácticas dilatorias: Mostradme la moneda del tributo. Y cuando
se la enseñan Jesús sigue con su táctica: - ¿De
quién es esta imagen y esta inscripción? Debían estar perplejos aquellos
emisarios, y –si eran un poco listos- lo que ya podían imaginar era que Jesús
se les escapaba de su intento. Respondieron, con afirmación de evidencia y con
recelo: ¡Del César! [La inscripción
decía: “César, divino emperador”].
Y Jesús responde la respuesta más sencilla que podía darse:
Pues dad al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios De una parte podría ser algo tan simple como “no
mezcléis lo divino y lo humano” El César tiene que atender a necesidades
públicas de la nación, y para eso son los tributos. Pero en la profundidad de
la respuesta hay mucho más: “El César no es divino, y él también tiene que
pagar tributo a Dios”. Es la aplicación de la 1ª lectura, que define que sólo hay un Dios y nadie más es
dios, fuera de él”.
Hoy el DOMUND nos puede hablar de esta realidad: la
aportación monetaria que hacemos lleva dos vertientes: con dinero se
subvencionan las muchas obras materiales que los misioneros han de llevar a cabo:
dispensarios, escuelas, atenciones asistenciales, desplazamientos a puestos de
misión alejados entre sí, y el mismo mantenimiento de los misioneros. Pero toda
esa actividad que subvenciona la moneda que damos, está orientada a mostrar que
no hay más que un Dios, y que la misma moneda material ya tiene un sentido
evangelizador.
Sentido evangelizador y por tanto DE ALEGRÍA –como reza el
lema de este día-, que refleja la mente del Papa que quiere trasmitir optimismo
y alegría al mundo. Llevan los misioneros los medios económicos para las obras
necesarias…; llevan su presencia y la Eucaristía… Pero llevan, sobre todo, la
alegría del Evangelio, la alegría de la fe, la alegría del cristiano.
Sea hoy nuestra Comunión ese mensaje de alegría… Sea brazos
que se extienden para ser alegría en unos hermanos nuestros que están colgados
de nosotros. Y vamos a decir que colgados del sentido hondo de nuestra Comunión,
como nosotros estamos dependiendo de la respuesta que ellos den a la Comunión
que reciben.
Una persona que conozco tiene que pagar esta semana un tributo de más de 4.000 euros por el hecho de haber vendido una vivienda heredada. Puede parecer injusto y tal vez lo sea puesto que se trata de mucho dinero, sin embargo su único consuelo es agarrarse a la Palabra del Maestro que enseñó a dar al César lo que es del César. Algunos optan por evadir, no pagar o defraudar. Otros se agarran a que como otros roban, es mejor pagar con la misma moneda y no pagar. Esta persona que conozco creo que actúa bien al pagar al César. Es un ejemplo de aplicación práctica del Evangelio, dentro de la Nueva Evangelización.
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