LUZ Y FE. 4º A Cuaresma
Un
mensaje queda claro por encima de los detalles, amplios detalles, de estas
Lecturas del 4º domingo A de Cuaresma. Y el mensaje esta sintetizado en las dos
palabras que enuncian esta reflexión: LUZ Y FE.
Samuel
[1Sam 1, 6-7, 10-13) sale, encargado por Dios, a buscar y ungir al que ha de ser
nuevo rey de Israel. Llega al destino, una familia con siete hijos. Seis están
presentes y Samuel, apenas los ve, piensa que allí está el que Dios quiere
ungir rey, pues la presencia delata la dignidad y porte que tienen. Sin embargo
no tiene Samuel el impulso interior de Dios para que sea alguno de ellos sobre
quine derrame el aceite de la unción. Samuel queda extrañado y pregunta al
padre de familia si no quedan más… Y con cierta displicencia responde el padre
que queda uno que está en el campo con el rebaño. Samuel lo manda llamar y, en
cuanto aparece, siente el profeta la inspiración interior de que ESE ES.
No
ha sido ni el más apuesto, ni el mejor considerado. Pero es sobre el que Samuel
recibe esa luz que lo señala desde arriba.
En
el Evangelio, (Jn 9), Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento. Jesús
declara que mientras es de día tiene que
hacer las obras del que le ha enviado. El tema de la luz vuelve a aparecer,
porque Jesús –aun arriesgando ahora, porque es sábado- va a actuar dando luz a los ojos de un ciego de
nacimiento, o lo que es igual; para que también el ciego tenga luz.
Pero
esta vez va a actuar Jesús de muy diverso modo a otras veces. Esta vez él toma
la iniciativa; no pregunta al ciego, no le devuelve la vista sin más… Jesús –que
camina en la luz y quiere iluminar las mismas tinieblas el mundo esclavizador
de los fariseos- hace barro (con su propia saliva), unta los ojos del ciego; y
si ahora quiere el ciego, también él se ha de implicar en el riesgo de actuar
frente a las normativas farisaicas del sábado: ha de ir a lavarse al piscina.
Se
está jugando con los conceptos paralelos de oscuridad/ceguera y luz/visión. Y
más todavía: con la Luz/fe. Y eso requiere la implicación directa del sujeto
que quiere ver. Porque si QUIERE, ha de superar los obstáculos y hasta la lucha
abierta frente a un mundo hostil.
El
ciego va y se lava y encuentra que su fe le ha abierto un mundo insospechado.
Tan inmenso y bueno es ver ahora la luz, los colores, los ríos y los montes y
mares…, como insospechado es el mundo
diferente que se abre cuando vive uno la fe.
Por
eso la 2ª lectura -que está tomada de la cara de Pablo a los fieles de Éfeso-, insiste en el mismo tema de la luz frente a
las tinieblas. Las tinieblas vienen de un mundo que deja a un lado a Dios…, de
lo que hay que avergonzarse cuando ya se ha conocido a Dios; la luz viene de
actuar en la verdad y la justicia (=bondad), que es lo que dignifica, y lo que
nos une a la obra de Cristo. Una vez más sale a relucir la luz cuando exhorta a
despertar para poder ver la luz de
Cristo.
Cuaresma
como LUZ, como paso necesario de tinieblas a luz, y paso que no viene solo, y en
el que hay que implicarse, aun cuando a veces suponga un riesgo contra la propia
tranquilidad. Pero o el ciego acepta el reto, o se queda ciego.
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