La santidad
que cuesta dolor
El
Papa he expresado que la pobreza verdadera es la que cuesta dolor. La santidad
verdadera, es también la que cuesta dolor. Cuando hoy nos dice Dios (1ª lectura
del Lev 19, 1-2, 11-18): Seréis santos como Yo soy santo, nos
concreta a continuación esos puntos de santidad “a lo Dios” en preceptos que
van dirigidos a la atención al prójimo. Y la liturgia nos lleva entonces, ya en
el plano del Reino a ese juicio de Jesús sobre la vida de la humanidad:
¿Quiénes está bendecidos por Dios? Los que se ocupan de atender a los hermanos
que necesitan. ¿Quiénes se destruyen a sí mismos como auténtica maldición que
se echan sobre sí? –Los que pasaron ante el hermano necesitado como si no
existiera.
Jesús
entró en Jerusalén entre aclamaciones. Llegó al Templo y se le plantaron en
frente los sacerdotes. Cuando aquel día se retiraba Jesús a Betania –y según el
punto en que lo sitúa San Lucas- Jesús no pudo contener su llanto al mirar en
perspectiva a Jerusalén. Su visión desde el Monte de los Olivos era panorámica…
Y la panorámica no era solamente de unos edificios y unas cúpulas… Era, sobre
todo, de esa ciudad impenitente, en la que Él quiso llevar la paz inmensa
mesiánica, y fue rechazado. Las gentes serían lo que fuesen; pero sus
dirigentes habían cerrado el paso… No sólo ahora. ¡Es que estaban atrayendo
sobre sí los odios de Roma! Y Jesús
estaba viendo proféticamente las consecuencias desastrosas de un Templo
derruido…, y con ello un hundimiento espiritual, una desaparición de aquella
nación…
Quiero
atraer la atención sobre esta “pasión previa” que se prolongará varios días.
Nosotros consideramos “la Pasión” como unos hechos de viernes santo. Y sin
embargo la pasión profunda está ya en acción, y Jesús la está sintiendo en lo
más hondo de su alma. Todo apunta a que vive sus últimos días.
Era
el lunes –podemos calcular- cuando Jesús volvió a Jerusalén, y realizó curaciones
en el Templo, y algunos no judíos pidieron –a través de Felipe- ver a Jesús. Y
Jesús aprovechó el momento para reiterar su camino hacia una muerte salvadora.
Porque su vida era como la del grano de trigo que muere, pero en su morir está
ya resurgiendo como espiga que va a granar y va a llevar mucho fruto. Eso va a
ser –a su vez- la condena del príncipe de
este mundo; caminará Jesús a la luz 12 horas…, pero sabe que habrá “noche
cerrada”. Su mente se va hacia los que le escuchan, y los exhorta a caminar y
crecer mientras hay luz.
Al
llegar la noche vuelve a retirarse a Betania.
A
quien no podemos dejar olvidado es a Judas. Estas subidas a Jerusalén le están
facilitando la realización de su vómito de venganza o despecho contra Jesús.
Con el tema de sus compras y sus gestiones podía tener libertad para desviarse
del grupo y hablar con los sacerdotes. En el la primera ocasión lo hará. Y eso
también va hincando el clavo de la cruz que Jesús ya siente sobre sí… Jesús
está ya padeciendo… Hay muchos detalles que debemos saber incorporar en nuestra
contemplación de la pasión, porque cada detalle de estos va poniendo al rojo
vivo al alma de Jesús.
Cualquiera
puede pensar que fue un enojo absurdo el del martes, cuando Jesús se va la higuera
del camino, llena de hojas y carente de higos (no era tiempo de fruto), y la
maldice. Casi que los apóstoles no se volvieron a acordar, ni le dieron
importancia… El día transcurrió con muchos sucesos: los sacerdotes, ansiosos de
tener motivos contra Jesús, vienen a preguntarle con qué autoridad hace lo que hace (aún les picaba la fiesta y los
cantos del “domingo” a favor de Jesús). Jesús responde de varias maneras: una,
enfrentándolos a que ellos respondan..; otra presentándoles parábolas: dos
hijos de los que uno dice no, pero
hace…; y el otro dice sí, pero no
hace… Había que aplicarse y ver quiénes eran quiénes… Y finalmente los enfrenta
a la parábola más directa contra aquellos dirigentes que se pretenden apropiar
de lo que Dios les había encomendado como administradores y viñadores de la
parcela que era del propio Dios. Y por si era poco, les presenta la invitación
fallida a los “hijos”, y cómo se abría la puerta del banquete de bodas “a los
de fuera”… Fue una batería tremenda con la que Jesús les fue enfrentando a la
terrible realidad de ellos mismos, y lo que iba a salir de todo aquello. Cuando
entendían el fondo del “cuentecillo”, más se irritaban… Pero como sabían que
perdían la partida en el cuerpo a cuerpo, se dedican a ponerle trampas con el tributo al César, o salen los
saduceos (a cuya secta pertenecían los sacerdotes) a intentar ponerlo en
ridículo a propósito de la resurrección de los muertos.
En
realidad fue un día tan lleno y tan enfrascado en actuaciones de Jesús, que
pudo ser el momento aprovechado por Judas para su venta…
También
fue un día en que Jesús enfrentó a los fariseos con sus mentiras.
Y
cuando regresaban a Betania, los apóstoles quedaron pasmados al descubrir que
la higuera aquella se había secado. Era todo un símbolo. Cuando tiempo ha el
dueño de la higuera iba a cortarla porque sólo tenía follaje, fue el momento
ilusionado de salvarla a base de más cuido. Pero el tiempo “de Israel) había pasado y seguía aquel
pueblo con mucho follaje y ningún fruto… Ahí estaba el simbolismo de aquella
higuera infructuosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!