ADVERTIDO YA POR DOS CONDUCTOS de que no hay blog en este día de todos los Santos, hago mi confesión de que yo lo puse antes de las 9 de la mañana.
Lo que haya hecho el misterio de la informática, no lo sé.
Pero yo lo había puesto
Liturgia: TODOS LOS SANTOS
La Iglesia agrupa hoy a todos los santos y les ofrece esta fiesta, a
partir del Siglo IX. Es una manera de tener presentes a esa pléyade de santos y
santas que no tienen un día propio de celebración, pero que son bienaventurados
del Cielo como todos los demás. De hecho el Martirologio Romano nombra cada día
a muchos santos, que no pasan más allá de ese catálogo. Y además son muchos los
santos y santas que se han ido añadiendo a ese elenco, y que siguen engrosando
las listas de hombres y mujeres ejemplares: mártires, confesores de la fe,
consagrados y seglares, jóvenes y mayores. A todos ellos engloba esta fiesta de
TODOS LOS SANTOS de la Iglesia Católica.
La primera lectura (Ap. 7, 2-4. 9-14) los cita en un número
simbólico de plenitud: 144,000 señalados,
(12 x 12 x 1000) que en el lenguaje bíblico muestran una ingente multitud
incontable, que vienen de la gran
tribulación –la vida en el mundo- y
han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero…, en la
redención de Jesucristo, que es la fuente de la santidad. Y en la enseñanza de
Jesucristo y de su evangelio, en el que han aprendido los principios básicos en
los que Jesús fundamentó toda su doctrina.
Así el evangelio de esta fiesta son las BIENAVENTURANZAS
(Mt 5, 1-12), en las que queda marcado el camino esencial del Reino, que
empieza por LA POBREZA y se desenvuelve a través de grandes horizontes a los
que ha de tender el que busca la santidad.
Lo importante de la santidad no es haber cumplido muchas
cosas, sino haber seguido unos caminos sin fin, que indican la dirección que
hace semejantes a Jesucristo. Caminos que suponen el SUFRIMIENTO, pero que no
son una tragedia sino una identificación con la vida de Jesús. No es el
sufrimiento en sí sino el cómo se vive ese sufrimiento. Los sufridos, es como los designa el Señor. O como también los ve
como los que lloran, es decir, los
que derraman sus lágrimas humildes y pacientes, sin ánimos de revancha ni
venganza, ni amargura. Por el contrario, tienen
hambre y sed de la justicia de Dios, que es la santidad misma de Dios, a la
que van caminando, bien a sabiendas de que nunca llegarán a esa perfección,
pero sin renunciar a un ápice en su caminar diario.
De ahí que los santos sean imitadores de la misericordia de Dios, porque se han
tomado en serio eso de ser
misericordiosos como el Padre es misericordioso. En esa línea buscan su
perfección, su adultez espiritual. En esa línea tienen su corazón limpio de
resabios, de todo lo que puede empañar la “visión” para ver con ojos de Dios.
Jesús los define como limpios de corazón,
y les pone un precioso destino: ellos
verán a Dios.
En la línea de Dios, los santos están dentro de esa
característica que es tan propia de Dios y tan definitiva en Jesús: LA PAZ. Los pacíficos. Los que viven en paz
interior, los que buscan la paz alrededor, los que pacifican a otros con su
equilibrio personal, los que trabajan por
la paz. Porque viven en el ámbito de Dios, serán llamados hijos de Dios. Y eso, aunque hayan de padecer la persecución por causa de fidelidad.
De ellos ES YA EL REINO. Son reyes en medio del sufrimiento, porque están por
encima de él. Y eso, aunque los insulten
y los persigan y los calumnien por causa de Jesús…, hasta derramar la
sangre. Y cuando llegan a ese extremo, unos llegarán de forma cruenta, otros en
el día a día, la característica de la santidad es estar alegres y contentos porque les espera una recompensa grande en el
cielo.
Se cierra la descripción de la santidad con una 2ª lectura
(1Jn 3, 1-3) que nos hace soñar y aspirar a todos los que quedamos en la tierra
y vamos llenando el ciclo de nuestra vida, y es que los santos no sólo son llamados hijos de Dios sino que realmente lo
son. Y como la santidad no ha sido reservada para unos cuantos, aunque sean
miles, sino que a ella estamos llamados todos, podemos henchir el alma pensando
en la dicha que nos espera: que veremos a
Dios cara a cara, podremos llegar a tener la luz de la gloria por la que
nos dice San Juan con evidente hipérbole, que llegaremos a ver a Dios tal como es.
La celebración de la EUCARISTÍA, en la que recibimos el pan de los ángeles, a Cristo mismo
sacramentado, nos tiene que ir transformando de día en día hasta hacernos “ver”
con visión más propia a ese Jesucristo al que comulgamos, y el que desde el
sacramento nos está atrayendo a que nos parezcamos más a él. Será una prenda de gloria futura…, de verlo tal cual
es. Que ahí no hay hipérbole.
De una u otra manera caminamos todos hasta el trono de Dios, con las
palmas de nuestras obras en las manos. Pidamos al Señor el don de la fidelidad.
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Para que el ejemplo de los santos nos estimule a recorrer el camino de
nuestra vida, Roguemos al Señor.
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Para que incluyamos las bienaventuranzas en el examen de nuestra
conciencia y de nuestros actos, Roguemos
al Señor.
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Para que sepamos reconocer las buenas cualidades y méritos de aquellos
con quienes vivimos, Roguemos al Señor.
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Para que la participación en la Eucaristía nos haga vivir más
exigentemente nuestra vida diaria, Roguemos
al Señor.
La bendición,
la gloria, la sabiduría y la acción de gracias, el honor y el poder y la
fuerza, son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
Sólo Dios es santo, santo, santo, que significa que es santo sel todo, que ya no se puede ser más santo. Todos los seres que Él ha creado participan de su santidad en grados diversos, según su naturaleza y disposición. Un santo no lo es porque él se haya hecho con unos esfuerzos extraordinarios de autosuperación, ¡no!, ningún santo hubiera podido construirse si no se dejara arrastrar por Dios, si no hubiera amado tanto a Dios y no se hubiera confiado a sus manos y se dejara hacer por Él.
ResponderEliminarLa solemnidad de hoy nos permite unirnos a los ángeles y a los Santos para alabar al Hijo de Dios. Mientras el mundo sea mundo, la Iglesia es Una Santa y Apostólica, conducida por el Espíritu Santo; está formada por tres categorías: la iglesia de los santos, la Iglesia purgante y la Iglesia peregrina.La comunicación es imposible; sólo a través de la oración podemos dirigirnos al Padre por la mediación de Cristo, de la Virgen y de los santos.Los santos que se purifican en el Purgatorio oran por nosotros y la iglesia peregrina debe orar por ellos y ofrecer limosnas para que terminen su purificación y vayan a celebrar a Cristo, Señor , fuente de la santidad y de la gloria de todos los elegidos. La santidad no es más que la maduración total de la gracia bautismal, y así es posible en todos los bautizados.
Los Santos que festeja hoy la Iglesia, no son los reconocidos oficialmente, son muchísimos otros no canonizados pero que han sabido santificarse con la ayuda de Dios.El Evangelio de las Bienaventuranzas es la hoja de ruta que Jesús mismo nos propone.