corrección fraterna con amor, verdad y humildad
En la homilía de este viernes, el Santo Padre comenta el pasaje de
la paja en el ojo ajeno. La caridad es como la anestesia en una operación
12 de septiembre de 2014 (Zenit.org) - La verdadera corrección fraterna
es dolorosa porque está hecha con amor y en verdad. Si sentimos el placer
de corregir, esto no nos viene de Dios. Así lo ha afirmado el santo padre
Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio del día, Jesús advierte a quienes ven la paja en
el ojo del hermano y no reparan en la viga que está en su propio ojo.
Comentando este pasaje, el papa Francisco retoma el asunto de la corrección
fraterna. En primer lugar, el hermano que se equivoca debe ser corregido con
caridad. El Santo Padre lo ha explicado así: “No se puede corregir a una
persona sin amor y sin caridad. No se puede hacer una intervención quirúrgica
sin anestesia: no se puede, porque el enfermo morirá de dolor. Y la caridad es
como una anestesia que ayuda a recibir la cura y aceptar la corrección.
Apartarlo, con mansedumbre, con amor y hablarle”.
En segundo lugar --ha proseguido el Papa-- es necesario hablar en
verdad: “no decir algo que no es verdad. Cuántas veces en nuestras comunidades
se dicen cosas una persona de la otra que no son verdaderas: son calumnias. O
si son verdad, se arruina la fama de esa persona”. Por eso, el Santo Padre ha
indicado que “los chismorreos hieren, los chismes son bofetadas al corazón de
una persona”. Ciertamente, ha reconocido el Pontífice, “cuando te dicen la
verdad no es bonito escucharla, pero si se dice con caridad y con amor es más
fácil aceptarla”. Por tanto, “se debe hablar de los defectos de los otros con
caridad”.
A continuación, Francisco ha explicado que el tercer punto es
corregir con humildad. “¡Si debes corregir un defecto pequeño allí, piensa que
los tuyos son mucho más grandes!
A propósito, el Santo Padre ha observado que “la corrección
fraterna es un acto para curar el cuerpo de la Iglesia. Hay un agujero, ahí, en
el tejido de la Iglesia que es necesario coser de nuevo. Y como las madres y
las abuelas, cuando cosen, lo hacen con mucha delicadeza, así se debe hacer la
corrección fraterna”. Y ha añadido que “si no eres capaz de hacerlo con amor,
con caridad, en la verdad y con humildad, se comete una ofensa, una destrucción
del corazón de la persona, se hace un chismorreo más, que hiere y te convierte
en un ciego hipócrita, como dice Jesús. ‘Hipócrita; quita primero la viga de tu
ojo…’ ¡Hipócrita! Reconoce que eres más pecador que el otro, pero que tu, como
hermano debes ayudara corregir al otro”.
Y un signo que puede ayudar es si se siente “un cierto placer”
cuando “uno ve algo que no va” y creer que hay que corregir: es necesario estar
“atentos porque eso no es del Señor”.
Finalmente, el Papa ha recordado que “donde está el Señor está
siempre la cruz, la dificultad de hacer algo bueno; del Señor es siempre el
amor que nos lleva, la mansedumbre. No hacer de juez. Los cristianos tenemos la
tentación de hacer como los doctores: salir del juego del pecado y de la gracia
como si nosotros fuéramos ángeles” Y así, ha advertido que esto es lo que dice
Pablo: ‘Que no suceda que después de haber predicado a los otros, yo mismo sea
descalificado.
Al concluir ha querido sintetizar que “un cristiano que en una comunidad, no hace las cosas, incluida la corrección fraterna-- en caridad, en verdad y con humildad, es un descalificado.
Al concluir ha querido sintetizar que “un cristiano que en una comunidad, no hace las cosas, incluida la corrección fraterna-- en caridad, en verdad y con humildad, es un descalificado.
No ha conseguido convertirse en un cristiano maduro. Como oración
final, Francisco ha pedido que “el Señor nos ayude en este servicio fraterno,
tan bonito y tan doloroso, de ayudar a los hermanos y hermanas a ser mejores y
nos ayude a hacerlo siempre con caridad, en verdad y con humildad”.
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