Una homilía ingrata
Tengo
que reconocer que no es de los días que entusiasman, aunque ilusiona cerrar los
ojos y pensar en una Iglesia y una vida cristiana donde el tema de hoy se pueda
vivir.
Ezequiel
(33, 7-9) nos trasmite un aviso muy serio de parte de Dios: Cuando Dios inspira
al profeta que advierta y corrija a un errado, si el profeta avisa y el
equivocado no hace caso, el profeta queda libre de responsabilidad. Pero si no
avisa, es culpable y se le pedirán cuentas.
Se ha
preparado el terreno para el Evangelio (Mt. 18, 15-29). Hay que empezar diciendo
que Jesús está haciendo referencia a una verdadera
comunidad, un colectivo donde hay una fraternidad y una dirección común muy
clara y arraigada. Lo cual puede ya advertir (y hasta poner en solfa) muchas “comunidades”
–sean las que fueren- de asociaciones, movimientos, cofradías, hermandades,
conventos, y todos los etcéteras posibles (aun de quienes se llenen la boca
llamándose “comunidad de hermanos”).
Si
hablamos de verdadera comunidad, a lo que es el pensamiento de Cristo, cuando
un hermano yerra, el otro hermano que lo ve, se dirigirá al errado y le
advertirá de su error. El equivocado –que se siente miembro de una comunidad-
acepta la corrección u ofrece una explicación que puede ser válida. Se ha
cumplido el fin que se proponía en actitud fraternal y cristiana.
El
errado no hace caso, es la segunda hipótesis que presenta Jesús. Entonces el
hermano que advierte el fallo acude a dos o tres hermanos que sirvan de
testigos en la corrección que se haga al que se equivoca. Si eso da resultado,
se ha logrado el efecto deseado en bien de toda la comunidad.
¿Y
cuando el hermano que yerra es recalcitrante y no hace caso a nada? Se le
comunica a la Comunidad y aquel errado tiene dos caminos: abajarse y entrar en
razones, o apartarse como quien no quiere cuentas con su comunidad y ser
ayudado por ella.
Y
Jesús rubrica ese poder de la comunidad fraternal y cristiana dándole el poder
de atar-desatar: lo que decide en sus
actuaciones cristianamente fraternales, queda
atado/desatado.
Ahora
surge la gran dificultad: en el momento presente, con la altivez con que se
vice y el endiosamiento de los particulares, ¿Dónde está esa COMUNIDAD en la
que se pueda proceder con ese talante?
Segundo:
con las agresividades y endiosamientos de quienes se sienten “conciencia” de lo
que les rodea, ¿dónde está la fraternidad y amor cristiano –puro y leal- que
avale que quien advierte o corrige vaya con el corazón virgen y equilibrado
como para hacer una corrección
evangélica?
La 2ª
lectura fundamenta todo en el AMOR: a
nadie debáis nada sino amor. Ese tal tiene ya vivido lo que enseña la Ley y los
profetas. Uno que ama a su prójimo, no le hace daño.
Y
añado: ¡qué equilibrio y objetividad tiene que tener esa persona que así quiere
vivir el amor fraterno!
Pero
es que Jesús no nos llevó a la
Eucaristía como un regalo particular y devoto sino como una argamasa de
unión fraternal de COMUNIÓN…, “comunión de pensamientos, sentimientos,
actitudes... Y hoy golpea fuertemente en nosotros. No sólo en la
responsabilidad de ayudar, sino en la actitud de gentes que quieren contribuir
a una comunidad más evangélica
Y por
tanto también, palparnos a nosotros mismos, cada cual, y ver en qué medida se
deja un hijo ayudar y corregir por sus padres; o cómo se admiten las ayudas
entre esposos, o cómo procedemos los que constituimos comunidad, asociación o
cualquier clase de colectivo… Porque son recíprocas las responsabilidades en
unos y en otros.
El Evangelio nos propone el camino más acertado de proceder el ser humano en sus relaciones con los demás. ¿Es coherente decir, creo en Dios y no tratar al menos de vivir al modo que quiere Dios?
ResponderEliminarOs voy a dar una buena noticia. Yo creo que vivir al modo de Dios es posible. María nuestra Madre, ella nos da la clave cuando le responde al ángel. Pero...¿cómo respondemos nosotros al llamamiento de Dios por medio de Jesucristo, su Hijo?...y ojo..., no mire yo ahora al de al lado, me tengo que mirar yo, para adentro, desnudo como si fuera la hora de muerte y tuviera a Dios cara a cara. Todo lo demás, para mi son pamemas, vanidades, atrapar vientos.
Hay un modo de corrección fraterna equivocado que he visto debajo del sol. Alguien se equivoca, o no. Y la otra persona en vez de acercarse con caridad y en privado, primero difunde la supuesta falta a otra persona que ni le va ni le viene. Y luego esta, se lo difunde a otra amplificada. Y luego a lo mejor va al que se equivocó o no, y se atreve a tratar de corregirlo/a. ¿Ocurre esto en realidad o me lo estoy inventando?
ResponderEliminarOtro modo erróneo de corrección fraterna que he visto debajo del sol es que una persona se equivoque o no, y la otra en vez de acercarse con amor, le cierra el corazón y lo/la tacha de su lista de hermanos. No se si estoy desvariando o esto que digo es real.
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