Enseñanzas
prácticas
Tanto
en la primera lectura como en el evangelio tenemos unas enseñanzas prácticas
que ni siquiera necesitarían ser de orden religioso. Meramente en una
inteligencia normal ya encajarían por su propio peso. Si vamos al libro de los Proverbios (5, 27-34) los pensamientos
que nos aporta son de lo más llano y lógico que puede decirse: No niegues un favor a quien lo necesita; si
está en tu mano, hazlo hoy y no lo declines a mañana. No hagas daño a tu
prójimo mientras él ha puesto en ti su confianza. No pleitees con nadie sin
motivo. Nunca desees ser como el violento o el malvado. Y aquí entra ahora
el aspecto creyente, el referente substancial: Dios aborrece al perverso pero se confía en los honrados; bendice la
morada de los justos y dice mal de la casa del malvado. Ahora bien: ¿aunque
no se hubiera hecho referencia a Dios, ¿no ocurre también –en el nivel social-
que al perverso se le aborrece por perverso, y se habla bien de los justos y
mal de los malvados?
Si
todo eso, aunque no fuera palabra revelada, se pusiera hoy en medio de nuestro mundo
actual, ¿qué diferencia tendría? Lo mismo en la parte primera que en la
segunda. Y sin embargo ¿realmente nos hallamos en un mundo en que el favor que
puede hacerse se hace…, y se hace hoy mejor que mañana? ¿Estamos en un ambiente
en el que se confía en el otro, o andamos en una desconfianza básica, que
incluso llega al daño del prójimo? ¿Qué género de personas nos está dando una sociedad
competitiva, en la que “el pelotazo” de salir yo adelante repercute
directamente en la falta de ayuda y colaboración -y hasta en la zancadilla- del
que compite a mi lado?
O
sea: el libro sagrado nos dice verdades humanas muy simples…, y sin embargo
esas simples verdades no tienen visos de éxito si no es desde la elevación que
ha de darles le referencia a Dios. El gran hándicap de una sociedad actual es
que ha perdido sus puntos de referencia de valores divinos y humanos, y eso la
está haciendo una sociedad intratable de la que emana un dicho escalofriante
que surge a derecha e izquierda: “ve con
cuidado”…, que es la prueba de que no nos fiamos ya del que está sentado a
nuestro lado…
El
Evangelio es el planteamiento en
positivo de la vida del Reino. Expresado en una parábola, como medio de que
todo el mundo se entere, Jesús nos dice: Nadie
enciende un candil y lo tapa o lo pone debajo de la cama. Lo pone en el candelero
para que tengan luz todos los que entran. Y mi pensamiento se ha ido a los
grupos cristianos que nos reunimos aquí, acá y acullá…, con un número de
personas muy considerable, que vienen a la luz… De acuerdo. Y a ellos se dirige
buena parte de la pastoral de la Iglesia.
Ahora
me quedo pensando cómo cada una de esas personas –centenares- que acuden a la
luz que se expone desde el candelero, se sienten luz para iluminar a otros y
convertir su luz en centella que se propaga. ¿O hay que pensar en un porcentaje
alto de esas personas “iluminadas” que meten “su luz” bajo la cama, y –por tanto-
no iluminan? Simplemente planteo la pregunta. No la respondo. Pero cuestiona el
hecho de tantas asistencias a tantos grupos, de tantas clases y procedencias,
que se limitan a recibir “luces”, pero que luego por timidez, por falta de
decisión, por amor propio y temor de “quedar mal”, no se les ve con sus luces
en candeleros.
Y
dice Jesús que eso no va a quedar oculto: que todo va a descubrirse y que no
habrá secreto que no quede patente… Por tanto, habrá muchas realidades que
explican esa “pasividad”, pero también muchas justificaciones que quedarán patentes
como tales justificaciones, y no como verdades reales.
Y
concluye este evangelio con una máxima importante, tanto en su vertiente
afirmativa como en la negativa: Al que tiene se le dará; al que no tiene, se
le quitará hasta lo que cree tener. [¡Qué bien traducido!: “lo que cree
tener”…, que en realidad no lo tiene porque camufló entre papeles de celofán coloreados
una carencia objetiva; y más de una vez se puede vivir de la “apariencia” del “creer
tener”…, pero que no se decanta nunca en una realidad de servicio…, de luz sobre
candelero que acabe propagando valores hacia otros.
Los cristianos tenemos que iluminar los ambientes por los que nos movemos.. El Santo Concilio Vaticano II, puso el acento en la obligación que tiene el cristiano fiel a su Bautismo y Confirmacion, de hacer Apostolado; pues siendo miembro del Cuerpo Místico, si es un miembro "atrofiado", no contribuye según sus capacidades al engrandecimiento de este Cuerpo, es decir, que no hace nada por la Iglesia ni por sí mismo. Este Apostolado tiene muchas formas; lo mejor es ponerse a la disposición del Párroco , que te conoce, para que te diga lo que puedes hacer.
ResponderEliminarEl trabajo, el prestigio profesional, es el candil en el que tiene que brillar la luz de Cristo. Una madre de familia que cuida con esmero su hogar, que atiende en conciencia a su marido y a sus hijos, hace un buen Apostolado. Una persona enferma que ofrece su dolor por la conversión de los pecadores; hace un buen Apostolado. Un empresario que viva los principios de la justicia social de la Iglesia con sus trabajadores, hace un magnífico Apostolado ; es la luz del discípulo fiel a su Bautismo, resplandor necesario de Cristo; s i no tenemos esta luz nos caemos y el mundo no es habitable...
Mª José Bermúdez, no estás lejos del Reino de Dios...
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