SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
Ya indiqué el día 1 que HOY es
el día que ha elegido la liturgia para celebrar EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS.
Aparte de ello, la Compañía de Jesús (los
jesuitas) que celebrábamos nuestra fiesta titular el día 1, ha dejado fijada y
señalada la fecha del día 3, acorde con la liturgia, para celebrar dicha
fiesta, por ser Compañía DE JESÚS.
En este día, pues, seguiremos un
formulario especial, como propio para nuestras Iglesias. Las lecturas, también
son propias.
La 1ª lectura es del libro del Eclesiástico: 51, 11-17. Sus primeras
palabras son: Alabaré tu nombre sin
cesar, y te cantaré himnos de acción de gracias… Te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
El Salmo, 8, lo repetiremos con esa respuesta que nos ensancha el
alma: Señor, Dios nuestro, ¡qué admirable
es tu nombre en toda la tierra!, con unos versos que van emocionando y
llenando el alma.
Una 2ª lectura que es el inmenso segundo capítulo de la carta de S.
Pablo a los fieles de Filipos (1-11), con el gran himno de JESUCRISTO que, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios. Pero todo eso viene como “prueba” de una introducción que ha
hecho Pablo a sus fieles que, si verdaderamente le quieren aliviar sus
sufrimientos y darle un gozo, han de no encerrarse en sus intereses, y buscar
en todo el interés de los demás. Han de tener
los sentimientos propios de Cristo Jesús.
Ahí es donde apunta el nombre de
Cristo Jesús…: en el que nosotros hemos de estar (=cristianos) viviendo esa realidad. Que ahora Jesús es quien nos
dice: si
queréis darme consuelo y aliviarme con vuestro amor, si os une el mismo
Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos
unánimes y concordes en un mismo amor y un mismo sentir. No obréis ni por rivalidad
ni por ostentación.
Verdaderamente nos debe mover a
un análisis interior de sentimientos y resentimientos… Porque de ahí sale el
que llevemos con dignidad y propiedad ese NOMBRE DE JESÚS.
El Evangelio –de S. Lucas 2, 21-24- nos lleva a ese momento esencial
para el judío, que era la circuncisión y la imposición del nombre. “Y se le puso JESÚS, tal como lo había
llamado el ángel antes de su concepción”.
Quienes me conocen, saben que me
impresiona ese “nombre que está puesto en
nosotros antes de nuestra concepción”…, ese “nombre” que hasta puede ser
desconocido por nosotros mismos, y que sin embargo es el sagrado nombre por el
que Dios nos va llevando a través de nuestra vida…, o por el que nos quiere Él
ir llevando… Ese nombre que tendremos nosotros que ir “componiendo” a base de
la fidelidad de respuesta a los diversos momentos en que Dios se hace presente
a nosotros a través de la vida, de los acontecimientos, de la influencia que
viene de unos y otros, en los momentos fáciles y en los difíciles. El misterio
del NOMBRE… Jesús respondió tan
completamente que pudo morir diciendo que TODO ESTABA CUMPLIDO. Es la palabra
que ojalá podamos decir nosotros como síntesis de nuestra vida.
El SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS nos
es un reclamo. Tenemos un nombre y la
ilusión de llenarlo a través de nuestra vida debe ser para cada cual un reclamo
y un aliciente. No da igual hacer las
cosas a medias o bien…, bien simplemente, o mejor. No vale pensar que otro puede hacerlas,
porque otro hará “las suyas”. La mías
son exclusivamente más y sólo yo puedo hacerlas, y sólo en mi cuenta particular
tienen entrada. Y mi nombre va
componiéndose, conforme yo voy llenando esas parcelas que Dios va poniendo ante
mis ojos para que sea yo quien vaya edificando ese edificio peculiar que se
constituye con las letras de MI
PROPIO NOMBRE.
Por eso no estamos siguiendo
solamente una fecha del calendario litúrgico, ni estamos contemplando desde
fuera una solemnidad religiosa. Los que sintamos esa fuerza del mismo nombre y
Persona de Jesús…, quienes en Él ilusionamos tener puesta nuestra esperanza y
nuestra razón de ser…, quienes queremos sentir a Jesús como música de nuestras
vidas y Sol que ilumina el CAMINO para recorrer nuestro itinerario…, no sólo
celebramos lo que la liturgia restablece con gran acierto, sino que nos es un
acicate profundo que nos cuestiona y espolea. No se nos ha dado bajo el Cielo
otro nombre que pueda salvarnos, más que el nombre de JESÚS.
Si no podemos pronunciar ni el nombre de Jesús, si no es movidos por el Espíritu Santo, ¡cuantas gracias no tendremos que dar a Dios, por pronunciarlo con tanta unción y miles de veces al día y otras tantas en la noche!. Mi corazón rebosa agradecimiento por todo.
ResponderEliminar¡Me sabe a gloria pronunciar el Nombre de Jesús! Es más dulce que miel en mi boca. Jesús, Jesús, Jesús.... Jesús, te amo, Jesús, te quiero, Jesús, lo eres todo para mí, no puedo vivir sin Ti,y así, tiempo y tiempo, sobre todo en la noche, que se ha convertido para mí en tiempo de ansia de Jesús, de deseos de Él, de afectos hacia Él, de envoltura de su Presencia sentida en lo más hondo de mi ser.