“DIME CÓMO
HABLAS”
Ayer
vivimos el regalo de la presentación del libro “DIME CÓMO HABLAS. Guía
práctica de psicolingüística”. Su autor, el jesuita Carlos González
Vallés, con 100 publicaciones a sus espaldas, en varios idiomas. Porque él
mismo es políglota, no sólo en lenguas básicas europeas, sino también en la India
donde estuvo muchos años destinado, y donde llegó a ser Catedrático de
universidad. Recibió el máximo galardón que se otorga en lengua guyariti, a
cuya literatura se dedicó). Una mente despejada y privilegiada, con un don
notable de comunicación.
Hizo
un ameno repaso de “modos de hablar” que suelen usarse en el lenguaje diario y
que constituyen una radiografía de la personalidad. Por eso hablaba de la psicolingüística. Y tan daba en el clavo,
y tan reflejados nos íbamos viendo en diversos “tipos”, que los asistentes (que
llenaban completamente el Salón de Actos del AULA ARRUPE), no podíamos menos
que reírnos porque nos estaba retratando. Y como bien sabemos la tendencia
normal de pensar “lo bien que le encaja esto
a…”, nos estaba siendo una estupenda ayuda para ese conocimiento de otros a
través de sus escritos o expresiones, o bien para entender el lenguaje “subliminar”
que hay en ellos. Y para que otros nos retrataran a cada uno de los demás, por
supuesto.
Con
su conocimiento de lenguas, países, regiones, puso también claros ejemplos de
esas otras formas de expresión. Y para probar la fuerza que tiene la palabra, y
como no es un mero sonido ni siquiera un mero concepto, expuso una anécdota que
vivió en la India, en primera persona. Dado el gran prestigio que gozaba allí,
dio cursos de Matemática moderna a todo el profesorado de Matemáticas indio. Y
hasta lo invitaron los brahmanes a una conferencia religiosa en inglés. Nuestro
Padre G. Vallés observó que la palabra “Dios”
(en inglés) no hacía ni parpadear a aquellos gurús religiosos. Y con dotes de observación comprendió que “Dios”
les era un simple concepto que nada les aportaba ni conmovía. A menos de 10
minutos de iniciada su conferencia cayó en la cuenta de que –aunque la
conferencia fuera en inglés- había que utilizar la expresión “materna” con la
que aquellos hombres habían recibido su sentido espiritual, su referencia a
Dios. Y usó la expresión india. Y pudo comprobar que variaba por completo la actitud
de escucha y reacción. El lenguaje no son sólo palabras. En el lenguaje hay un
alma volcada ahí.
Me
resultó iluminador. El lenguaje subliminar retrata a cada uno y, por decirlo
así, lo desnuda. Aparecen fácilmente los sentimientos que parecen dominados,
ocultos, o sencillamente que traumatizaron y su llaga supura. O bien muestran
miedos, temores, respetos humanos, perdones que nunca fueron verdaderos, miedo
cerval a salir del círculo que les es favorable (tendencias al ocultamiento de
algún dato personal), etc.
Es
evidente que el libro en sí es el que va mostrando el enorme abanico de subterfugios
tras los que siempre aparecerá en el lenguaje que “yo no he sido el que
equivocado”: “uno piensa que…”; “se cayó
el plato”; “el escrito ha salido mal”…,
etc., etc. Se ha evitado decir: “Yo
pienso”, “he dejado caer…”; he hecho un mal escrito”.
Los
asistentes aplaudimos a rabiar y con un buen sentido del humor, porque, en la
realidad, nos habían puesto delante el espejo.
Como
es natural aporto más una impresión que una reseña. No la pretendía. Pero que
eso está ahí, y que yo ahora tengo que pensar mejor mi modo de decir o escribir.
Porque en mis subterfugios, en mis expresiones subliminares, hay mucha más
matraca de la que yo mismo pensaba.
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