26 Nvbr.: COMIENZA CAPÍTULO “APOCALÍPTICO”
Lc 21, 5-11 trae ya el
capítulo “final” de la vida pública de Jesús, que preanuncia el final de una
era judía…, expresada en un estilo de “apocalipsis”
[últimas convulsiones de un mundo que perece, choque supremo de dos fuerzas antagónicas: el bien y el mal, el
reino que se acaba y el que no tiene fin].
Ahí y de esa manera tenemos que leer e interpretar lo que
nos queda de semana. Que –sabiendo leerlo- nos está presentando una realidad absolutamente actual. Y si es
que nos desagradan estos evangelios, mucho
más debe desagradarnos la realidad que vivimos e incluso creamos.
Excusa para establecer el tema: la admiración de los
apóstoles al ver las riquezas de los adornos del Templo. Momento que aprovecha
Jesús para volver a recordar que todo eso, tan llamativo y atrayente, v a
quedar en ruinas. Será destruido.
Y la lógica curiosidad dolorida: ¿Y cuándo será eso, y qué señales anuncien que ya v a suceder?
-Porque habrá
engaños que pretendan suplantarme. Cualquiera se presentará como poseedor de la
verdad…, como falso educador…, como fuerza influyente para llevarse detrás a
muchos. [Llámense televisión, ideologías
políticas, sociales…, o “líderes” de cartón, ídolos diversos, “liberadores” de
“las represiones”, campañas demoledoras de valores bajo capa de nueva
libertad…, etc.]. Os dirán: “Yo soy”, “el momento está cerca”…
-Y dice Jesús:
No
vayáis tras ellos. Tiene que suceder pero no tienen la última palabra.
Y parece que
describe Jesús el panorama actual con las guerras de pueblo contra pueblo, y
tribu contra tribu, y los de una facción contra la de otra… Que por expresarlo en ese lenguaje de
convulsión de un mundo decadente cuando pierde a Dios, se prefigura en formas
catastróficas que llamen la atención: terremotos,
grandes epidemias y hambre, espantos y signos en el cielo…
Algo así como
lo dicen hoy los sabios y entendidos del planeta cuando describen la situación
actual. El hombre está destruyendo su hábitat con sus emulsiones de gases…, y
de ahí los tsunamis, el deshielo de los polos, la invasión de los continentes
por el mar. O de una pérdida moral y una
sexualidad, como juego de niños, indiscriminada y hasta pervertida, que
provocan otros efectos de enfermedades o situaciones que invaden y merman la
población.
¿Estarán
también jugando estos sabios a hacer “literatura
apocalíptica”? ¿Nos suena tan mal el
lenguaje de estos evangelios y no nos extrañan “las predicciones” de la
ciencia? ¿No estarán estos relatos al
servicio de una oración de discernimiento del desastre que provocamos los
humanos cuando marginamos a Dios, y pretendemos ser los nuevos dioses que
dominan a la humanidad?
Porque detrás
de muchas catástrofes actuales –humanas, de países o regiones…- hay tantos
intereses económicos y tanta manipulación mafiosa (aunque sea de guante
blanco), que realmente nos debiera ayudar a meditar la realidad, y ver si en el nivel de “las cosas domésticas”, no sería urgente
que yo y tú y ellos…, nos aplicáramos a hacer una “parcela” mejor. Cada cual desde su ámbito y realidad. Y sería muy penoso que, al acabar de leer, se
dijera alguien a sí mismo: esto no lo
entiendo…; esto no va conmigo. Porque la realidad es que nos afecta muy
directamente a todos.
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