14 novb.:
Falsas expectativas
[corregido
y aumentado]
El
texto de Lc. 17, 20 es, como el de ayer, un “retazo” suelto. Casi diríamos como
realidades de la misma vida, que no siempre llevan argumento. La manía de los fariseos, siempre preguntando
lo que no quieren saber, ni aceptarán la respuesta. Ahora preguntan: cuándo llegará el reino de Dios. Y Jesús
–que sabe lo inútil que es responderles- simplemente advierte que no vendrá espectacularmente, ni se dirá que
está aquí o allí, porque el Reino de
Dios está dentro de vosotros.
Buen
reflejo de una generación actual que
pregunta pero no busca la verdadera respuesta. Que busca la minucia del “aquí”
o “allí” con sucedáneos que no satisfacen. Busca unas veces en lo puramente
humano, material, sensitivo, aparente, llamativo… O puede ser que busque en aspectos “religiosos” (que no es igual que cristianos, evangélicos), y se va
por unas ramas que no llevan la savia de lo esencial. Y les queda un
vacío, porque lo único que podría
llenarles es aceptar ese Reinado de Dios
dentro de cada uno.
A
sus discípulos sí les explica más: Llegará
un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Primera referencia es a la muerte de Jesús.
Pero no deja de estar también ahí esa terrible “muerte de Dios” en el desarrollo de una sociedad que ha dejado
perder o le han robado a Jesús, y han dejado a la persona sin sentido
sobrenatural. O le han engatusado con formas secundarias o falsas para suplir
el gran vacío que les ha dejado ese robo de sus valores espirituales. Quién
sabe si no ocurre más de una vez que son “nutrientes económicos” de terceras
personas, que aprovechan el tirón de lo “espiritual” para hacer su
negocio. El hecho es que pueden perderse
las energías del alma y de los deseos de altura, en “cosas” que pueden saber
dulces, pero que no “dan calorías” interiores.
Vienen
diciendo que está aquí, está allí,
pero ya no es el núcleo esencial. Son sustitutivos que más alejan del centro
que otra cosa. La “religión laica” sustituye al Evangelio, y distrae fuerzas de
lo que era la base substancial, único fundamento, que es Cristo.
El
día de Cristo…, el día del Hijo del hombre, va a ser como relámpago que cruza el horizonte de parte a parte. (No “aquí” o “allí”). Y el momento
determinante va a ser el de saber
aprehender esa ráfaga que ilumina el alma…, saber subirse al tren en el
momento que pasa…, salir decididamente a aceptar que ese es el momento de cada alma, y que es el día del Hijo del hombre. ¡Realidad
muy importante para todos!
No
nos ocurra como a los fariseos que, con tantas señales y tantas realidades y
presencias de ese Reino, en la Persona de Jesús, nunca subieron al tren.
Y
es un hecho que ese relámpago que cruza
la vida de una persona, existe. Hay quienes cierran la ventana porque
sienten miedo, y quienes dejan entrar en su alma toda esa gran luz que aporta
en SU MOMENTO la Gracia de Dios que nos sale al paso. Deberíamos poder hablar
de “inspiraciones de la Gracia” –que es
decir soplo interior en nosotros del
Espíritu Santo- que es una realidad más que vivida en la historia del
cristianismo; palpable en la vida de los
santos. Pero no reducido a almas especiales, ni mucho menos, sino realidad que
cada uno puede experimentar dentro de sí…, y que habrá experimentado muchas
veces, en esos impulsos hacia el bien, que parecen brotar sin más, pero en los
que el Espíritu de Dios actúa.
Hoy
tiene la liturgia un tesoro con la 1ª lectura, tomada del libro de la
Sabiduría, 7, 22 hasta 8, 1. Una descripción sublime de lo que son esos relámpagos de la presencia del Reino,
que van de horizonte a horizonte. Es una Sabiduría
que describe el autor del libro como efluvio
del poder de Dios y emanación genuina de la gloria del Omnipotente, reflejo de
la luz eterna, espejo nítido de la voluntad de Dios. Estamos rozando a Dios cuando su inspiración llega a nosotros. Y se presenta
dentro de nosotros [como el Reino de Dios], como “espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil,
penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible,
bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso,
todo-vigilante, que penetra los espíritus inteligentes…”
Yo
invito a que quien lea esa relación se tome el “trabajo” (=ORACIÓN) de poner
siquiera un equivalente útil para su vida, en cada una de esas cualidades o
características de la verdadera Sabiduría. Porque el modo de ir acercándose a
Dios en la vida real personal es dejándonos iluminar –casi deslumbrar- por ese
inmenso relámpago del Reino de Dios.
O sea: por la realidad misma de Jesús, aceptado en su totalidad. Y ya vemos
que, cuando acaba de hablar a sus discípulos en el evangelio leído hoy, ha
querido dejar claro que el Reino viene…, pero que “antes tiene (Jesús) que padecer mucho y ser reprobado por esta
generación”.
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