19 novb. ¿Y si
Zaqueo no tuviera nombre?
La
historia de Zaqueo vuelve al blog. Lc 19
se hace ya un icono de una verdadera conversión. Partimos de un Zaqueo cargado en
el relato evangélico de unos sambenitos muy definidos: jefe de publicanos (=pecador, usurero, defraudador de los más
necesitados); rico (consecuencia de
lo anterior…, y epíteto que marca ya una posición contraria a los valores
evangélicos). Para más detalle: entre ese “tumulto” de cosas que le encierran
sobre sí y sus intereses sucios (=“el
gentío”), se queda ahogado el enanismo
de su baja estatura, que no tenía que ser precisamente física sino moral y
aun humana.
Pero
al conocer que un famoso personaje, Jesús, va a pasar por donde Zaqueo vive,
tiene un rasgo de simplicidad, que deja atrás “su prosapia” de influyente, y
corre hacia una higuera y se sube a ella. Desde allí y sin gentío que le oculte la visión…, y ni siquiera fácil de ser
advertido, Zaqueo va a ver pasar… Sin
más pretensiones. Curiosidad. Gusto de haber visto el paso de un famoso.
La
historia cambió insospechadamente cuando Jesús “no pasó de largo”, sino que
allí, bajo aquella higuera, se detuvo…, y levantó la mirada y se fijó en Zaqueo
(que a veces pienso como que quiso disimular su bulto entre el tronco de aquel
árbol, porque sintió el respeto humano del hombre maduro encaramado allí como
un zagalón). Jesús no dejó de mirarlo…,
y lo llamó por su nombre…, y le pidió que bajara enseguida…
Zaqueo
bajó con alegría…, allí a la altura
de los demás y sin que un “gentío” le impidiera, porque estaba frente a frente
a Jesús. Y Jesús, ante “el gentío” y venciendo las consecuencias paralizantes
del “gentío”, se invita a la casa de Zaqueo.
Lo
que ocurrió exactamente, no lo sabemos. Pero las consecuencias, sí. Zaqueo en pie –posición de marcha…, de acción-
promete decididamente dar la mitad de sus
bienes a los pobres. ¡Empieza a no ser “rico”! Y todavía ve que se ha
quedado corto, y lanza una nueva andanada sobre su peculio: Y si me he aprovechado de alguien (bien
sabía él que no hablaba de memoria) se lo
devuelvo multiplicado por cuatro.
Queda ya únicamente la sentencia, y esa la daba Jesús, frente al “gentío”
que critica, dificulta, envenena con su lengua viperina… Dice Jesús: Hoy
ha llegado la salvación a esta casa; también es éste un hijo de Abrahán.
Juguemos
al futurible. No tiene nombre el
personaje, aunque puedo ser yo mismo. Pecador de una u otra forma. Rico en “mis
ideas mis seguridades, mis formas…” Tan rico que ese “gentío” me impide la vida
interior…: me incapacita para ver a Jesús porque me ha cortado la capacidad de
VER LO BUENO, LO SANO, LA VISIÓN DE LOS OJOS LIMPIOS. Jesús va a pasar –porque Él
no deja de hacerlo…, y porque trae una ilusión… Pasa… Y cuando levanta sus ojos
bajo aquella higuera del recodo del camino, no hay nadie… Nadie que tenga un
NOMBRE, nadie a quién llamar, ninguna “casa” donde hospedarse (como Jesús hubiera
deseado).
Había
“pobres” a mi lado…, pero se quedan pobres, porque no ha llegado la salvación a
mi casa…, porque no estuve en el “sitio” en el que Jesús pretendió encontrarme.
[Y no estoy hablando de ese “gentío” anónimo que está a la vera y del que nada
se puede esperar porque siempre está amorfo, anodino]. No encontró a un “alguien”
que debiera tener NOMBRE…, y con quien Jesús pudiera entrar en contacto
personal.
Hay
“defraudados”… En esa situación se quedan. Yo no estuve “ahí” en ese “árbol”
donde debía estar “más elevado”, “más salido del gentío”. Y Jesús se perdió tras
el recodo de aquel camino…, de mi camino. No hay un solo propósito, una sola
postura decidida de cambio y mejora…, de conversión.
¿Significa
solamente que me quedo “anónimo”? ¿Puede ser que otros queden sin la parte que
yo debía haber asumido en este rol de la vida cristiana, si hubiera estado “allí”
donde debía estar?
Este
futurible es tal…, o no lo es… Lo
mismo es realidad. Porque Zaqueo ya dio su parte y dejó llena su historia. Han
pasado los siglos y –al proyectarse aquella película- hay “personajes
invisibles”, “innominados”, que dejan
sin sentido las escenas. Y sin embargo
no se escribió el evangelio para eso.
Ésta
es la gran ocasión de volver a poner rostros y “carnés de identidad”. El mío,
mis características, mi honrada confesión de mis puntos flacos…, y mis proyectos muy concretos de actitud ante
el futuro inmediato. Es la gran ocasión de que llegue la salvación a mi vida, y de que yo aprenda la difícil
lección de no estar en medio de todo…; al revés: sabiendo apartarme con
sencillez y rapidez, a ese “árbol”
donde casi no se va a dar cuenta nadie…, pero donde me va a encontrar
Jesús. Y me llamará por mi NOMBRE, y me dirá que quiere entrar dentro… Ahora, lo que “ahí
dentro” ocurra, queda entre Jesús y yo… Sus efectos deben palparse a las
claras, porque Jesús no pasa de largo. Y “el gentío” quedara afuera para
criticar sin saber, murmurar por vicio, estar pendiente de todo lo que ocurre
fuera porque no tiene nada dentro… [Y
aprovechar a ese “gentío” para aprender que quien mucho habla, suena a hueco].
¡Extraordinario futurible!
ResponderEliminarSí. sí, yo conozco un personaje que ha sido excluído de toda actividad evangelizadora, es ciertamente un "personaje" incómodo, que no tiene pelos en la lengua; lo han silenciado, le han quitado la voz...Pero, Jesús no pasó de largo y le ofreció su Corazón para siempre.Fuera se han quedado los fariseos, impotentes, hablando por hablar,¡ figurando, tratando de engañar a Dios..!
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