La obediencia
a Dios
Las lecturas
de un domingo están escogidas para trasmitir un mensaje. Es la pedagogía para
mostrar una idea básica. Y la historia de Abrahán (Gn 22, 1-2, 9, 15-18) está
puesta en primer lugar para darnos a entender por dónde va hoy el tema en que
se quiere insistir: es la plena
obediencia a Dios, que vale más que el sacrificio en sí. Y Abrahán es
modelo de esa obediencia porque se le pide nada menos que la vida de su hijo, su hijo único, Isaac, así de
recalcado para que no quede la menor duda. Y Abrahán se decide a realizar
aquella exigencia de Dios. Por supuesto Dios no quiere la muerte de Isaac y detiene
el brazo de Abrahán cuando ya está a punto de degollar a su hijo. Lo que Dios
pedía era la actitud. Y Abrahán ha respondido totalmente a lo que parecía ser
el deseo de Dios. De ahí que Dios le prometa que ese hijo va a ser el comienzo
de una generación sin fin. Es la promesa definitiva de Dios, que viene a
realizarse en Cristo.
Cristo Jesús
es el ejemplar esencial que Dios propone a la humanidad. Cristo Jesús ha
anunciado a sus apóstoles lo que va a ser su vida y su muerte a manos de los
hombres y en obediencia plena a la voluntad misteriosa de Dios. Los apóstoles
se escandalizan porque no pueden admitir que Jesús, su líder y Maestro vaya a
quedar vencido por sus enemigos. Y Jesús quiere enseñarles la secuencia
completa: en efecto va a padecer, pero al final del trayecto hay un triunfo de
orden superior: es el que se manifiesta en aquella figura transfigurada de
Jesús. (Mc 9, 1-9). Y aparecerá Dios, como en el caso de Abrahán, para mostrar
que Jesús es el Hijo amado y fiel, modelo al que hay que hay que seguir, al que
hay que escuchar. Cristo Jesús es el Hijo obediente, que va a permanecer
obediente hasta la misma muerte. Y que el golpe que Dios no dejó que Abrahán
descargarse sobre Isaac, ahora va a ser el que sí descargarán los hombres
contra su Hijo Único. Y con ello se van a cumplir todos los pasos anteriores en
el Antiguo Testamento.
La aparición
en el monte de Moisés -que representa a la Ley- y de Elías -que representa a la
Promesa de salvación-, hablando con Jesús de las cosas que iban a suceder en Jerusalén, indica que toda la
historia se ha dirigido hacia el hecho salvador de Dios en Cristo. Lo que va a
suceder en Jerusalén es la muerte de Jesús. Pero ese Jesús ya ha presentado en
el Tabor el tráiler de toda la
película, porque en el Tabor está transfigurado,
mostrando toda la gloria y el triunfo en que se va a resolver el argumento
completo, cuando resucite de entre los
muertos.
Todo va
dirigido a nosotros, al sentido de nuestra vida, al modo en que concretar los
efectos de una Cuaresma nueva –en la que estamos-. Lo que se nos pide por
encima de todo es la obediencia a Dios.
Esa obediencia no requiere de hechos especiales en una Cuaresma…, de añadidos
de devoción. Lo que nos pide es una mirada atenta a los detalles de nuestra
vida: la vida de la familia y el cómo se desenvuelve; la vida de relación
social y cómo nos comunicamos con otros; la vida de las relaciones y
responsabilidades laborales, la atención a nuestros mayores, la educación
austera de los hijos… La Cuaresma no es un juego de “niños buenos” para unos días
del año, sino una renovación que va a las raíces…: que va a la actitud de
OBEDIENCIA A DIOS.
Y la
EUCARISTÍA pondrá el sello de esa obediencia. Pero una Eucaristía que se vive
en obediencia plena, y de la que se participa en limpieza plena del alma. Lo
que nos remite necesariamente a una frecuentación del Sacramento de la
Penitencia, como paso que nos sitúa ante la sinceridad interior con nuestra
propia conciencia
OREMOS A DIOS para que nos haga obedientes a su voluntad.
ResponderEliminar- La obediencia es un acto de fe y de amor. Haznos obedientes a tu voluntad de Padre bueno. Roguemos al Señor
- La obediencia verdadera lleva a vivir la vida en sinceridad consecuente con nuestra propia verdad. Danos una gran honradez para mirarnos por dentro. Roguemos al Señor.
- La obediencia transforma. Que la transfiguración de Jesús nos aliente a llevar nuestra conversión a sus verdaderas consecuencias. Roguemos al Señor.
- La Iglesia y el Papa son garantía de obediencia a Dios. Da al Papa, los Obispos y los fieles la fidelidad que exige la vida en su desenvolvimiento de las cosas diarias. Roguemos al Señor.
Danos, Señor, las gracias de fe, amor, sinceridad y fidelidad en las cosas pequeñas, para que estemos dispuestos también a obediencias mayores que puedes pedirnos.
Por Jesucristo –obediente hasta la muerte- que vive y reina por los siglos de los siglos.
Dios no quiere la muerte de ningún "Isaac";.Dios quiere que el pecador se convierta y viva...Caminemos cada día con Jesús como una Iglesia obediente y servidora que vive el gozo de la filiación divina que da testimonio del Evangelio e irradia la alegria de vivir en fraternidad, deseando un diálogo y una reconciliación de todas las naciones..
ResponderEliminarLa Transfiguración del Señor transportó a los Apóstoles a una inmensa felicidad:SEÑOR,`¡QUE BUENO ES PERMANECER AQUÍ !.
ResponderEliminarLo bueno, lo que importa,no es hallarse aquí o allí,sino estar siempre con Jesús,en cualquier parte y verle detrás de las circunstancias en que nos hallamos.Lo importante es sólo eso verle y vivir siempre con Él.
"ESTE ES MI HIJO.........Dios Padre habla a través de Jesucristo a todos los hombres de todos los tiempos. Su voz se oye en cada época,a través de la Iglesia,que busca los caminos para acercar este misterio de su Maestro y Señor,a los pueblos,a las naciones,a las generaciones que se van sucediendo, a todo hombre en particular.