La Pasión en
San Juan (2)
El 4º
evangelio está tratado desde el Cristo-Señor, y expresará en frecuentes rasgos
que Jesús no es el vencido sino el que tiene la última palabra Me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. A Judas le ha dado la salida Jesús. Y en ese
momento se siente “glorificado”, en su doble sentido de liberación del peso de
Judas y de certeza ya decisiva de su muerte, a la que considera glorificación. Seguirá la amplia intervención
que Juan sitúa como sobremesa, en la que Jesús ruega por sí mismo, por sus
apóstoles, por su iglesia, por el mundo, y expresa páginas tan bellas como la
de la vid y los sarmientos. Anuncia el Espíritu Santo y el odio del “mundo
hostil” (a cuyo mal espíritu hay que odiar porque está fuera y en contra de los
principios evangélicos). Pero Yo he
vencido al mundo (16,33).
Sale para el
huerto con sus discípulos y entran en él por el torrente Cedrón. Omite Juan
todo el núcleo de esas horas y se va directo a manifestar la majestad de Jesús.
En San Juan no vienen solamente “los criados del sumo sacerdote con espadas y
palos”. Viene toda una cohorte (que ya es lenguaje militar) y hasta con armas.
Toda una amplia sección de ejército, y “gendarmes” (guardias de los pontífices)
con linternas, antorchas y armas. Así
va a resaltar mucho más el poder de Jesús. Porque preguntan ellos por Jesús Nazareno (aquí no ha valido Judas)
Y Jesús responde con el famoso y divino tetragrama: Yo soy, el nombre mismo
de Dios, dado a Moisés. Y caen fulminados por el suelo los cientos de hombres
que habían venido a prenderle. Ni el número, ni las armas, ni nada humano puede
prender a Jesús, el YO-SOY que echa por tierra los poderíos humanos.
Jesús no
aprovecha para irse, sino que espera. Vuelven a decir que buscan a Jesús
Nazareno y Jesús les repite: Os he dicho
que yo soy. Pero sigue a continuación una orden de Jesús a sus
perseguidores. Pero si me buscáis a mí,
dejad que éstos se marchen.
Ha ocurrido en
ese entreacto la agresión de Pedro a Malco (Juan es quien nos da el nombre del
criado herido). Y pese a ello, nada hacen contra los discípulos. La orden de
Jesús es la que vale. Los discípulos se van y la cohorte, los tribunos y los criados de los judíos prenden a Jesús.
Novedad
también en Juan es la ida a Anás, que realmente no estaba en autoridad en este
tiempo. ¿Por qué a Anás? En realidad era el acérrimo enemigo de Jesús, a quien
Jesús había respondido en diversos momentos y lo había dejado sin palabras.
Estaba muy poseído de la “autoridad pontifical” como clan familiar. Y
posiblemente estaba más predispuesto a ser quien recibiera a Jesús, por eso de
que el que da el último, da dos veces”.
Comenzó con doble pregunta, y lo más probable que malintencionada y con
intención humillante: tus discípulos…
(Judas era quien les había ofrecido entregarlo); tu doctrina… Difícil era resumir una doctrina en una respuesta de
interrogatorio. Y Jesús se remitió a sus años de predicación pública. Era la
cosa tan evidente que Anás quedaba en ridículo. Y el criado saca del apuro a su
jefe propinando la bofetada por la espalda a Jesús. Jesús esperó. Debía ser el
propio Anás quien se sintiera humillado y además obligado a defender el respeto
que merece un detenido. No lo hizo. Aquella bofetada es la que él mismo hubiera
dado, y bien dada iba. Pero Jesús actúa ahora no cómo acusado sino como
defensor de sus derechos: Si he hablado
mal, di en qué; y si no, por qué me pegas. Lógicamente no hubo respuesta.
Liturgia del día
ResponderEliminarEl modo de hablar nuestro es así: “Dios me ha mandado este sufrimiento”; “el dolorcito que Dios me ha traído”. Trasladado eso a un pueblo absolutamente centrado en Dios y sin más luces que lo religioso (Num 21, 4-9), nada puede extrañar que narre el paso por una región de serpientes venenosas como “mandadas por Dios”, y más aún cuando el pueblo tenía conciencia de haber protestado contra Dios y contra Moisés. La conclusión a la que llegaba era fácil: las serpientes mortíferas eran un “castigo de Dios”.
Sigue leyendo uno y quedaría en un mal chiste que Dios mandara las serpientes y diera el remedio contra sus picaduras. Porque cuando Moisés pide a Dios en nombre del pueblo para que les ayude en ese trance, dios le da un remedio de fe: que Moisés construya una imagen de serpiente, la ponga en un palo alto, y que las víctimas de las serpientes venenosas miraran a esa imagen y quedarían sanadas.
Jesús (Jn 8, 21-30) da sentido a aquello que era en imagen la verdad de lo que Él traía. Porque el día que Él sea puesto en alto (en la cruz), los “mordidos” por el pecado podrán mirar la imagen del crucificado y ser sanados de su mal.
Nosotros, aunque “de aquí abajo” y “de este mundo”, necesitamos acudir a Jesús (que no es de este mundo) para no morir en nuestros pecados.
Y ojalá que nunca ocurra con nosotros que Jesús sienta que es inútil seguir hablando…, porque es lo peor que puede ocurrirnos: el silencio de Jesús que nos deje por perdidos porque no le hacemos caso.
La gente no entendía muy bien lo que Jesús les decía.Se preguntaban si aquello tan complicado que les contaba tenía algún sentido: "Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia Mí". Jesús nos dice que habla en el nombre del Padre y que el Padre y Él son una sola cosa. Él es el Hijo de Dios, es la Luz del mundo, es el Camino, la Verdad y la Vida; es el pan vivo bajado del cielo; es el que viene de arriba para morir en una cruz y, desde ella redimirnos; un gesto de amor infinito a través del cual podemos descubrir que el Señor nos ama y nos viene a buscar, para conducirnos a la Casa del Padre. Caminar a su lado y escuchar su Palabra es la manera más segura de "no morir en nuestro pecado"
ResponderEliminarPadre Cantero: No comprendo que Jesús sea "glorificado" por la "liberación del peso de Judas"...Judas ha cometido un pecado gravísimo, "necesario"para que la muerte de Jesús y nuestra redención fuera posible.¡ pobre Judas..! Es un miserable, un traidor; pero se encontró ante de la Misericordia infinita y, cuando Jesús lo haya mirado a los ojos, seguramente que se arrepintió y que salió a la calle para deshacer el trato; al no conseguirlo, el pobre se desesperó y, antes de entregarse a la horca, lloraba a gritos y decía: "He pecado, he entregado a un Inocente". ¿ No es esto una contrición perfecta?Yo no puedo aceptar la condenación eterna de Judas porque se arrepintió y quiso arreglarlo.¿No le parece, Padre?
ResponderEliminarLas palabras de Jesús: "Más le valía no haber nacido" son demasiado serias. Lo que sea de condenación o no, no soy quién, pero esas palabras de Jesús dicen mucho. De contrición perfecta no me atrevería a afirmar porque si se desesperó es que no hubo contrición perfecta.
ResponderEliminarY no sé dónde queda o por qué esa reacción de Jesús al salir Judas "en quien tras el bocado había entrado Satanás", y Jesús dice entonces: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre".
Vd sabe que yo no divinizo lo que las Escrituras nos han enseñado de Jesús: UN HOMBRE CUALQUIERA, SEMEJANTE EN TODO AL HOMBRE, MENOS EN EL PECADO. Y a mí me causa infinito respeto LA HUMANIDAD humana de Jesús. Que se completa con la teología del evangelio de San Juan, que desde su primera frase ya está en otras coordenadas.Y cuando me presentan a Jesús todo aureolado, mi pregunta es: ¿es así "un hombre cualquiera"?; ¿es ese el Jesús al que yo puedo intentar llegar a repetir (aunque sea lejanamente) en mi vida y del que se nos exhorta a tener sus mismos sentimientos (Filip. 2)?
RELEYENDO
ResponderEliminarla entrada principal, quiero resaltar que me limito a ir reseñando el evangelio de San Juan, que está en las alturas. Incluso el hecho de omitir la oración angustiada y agónica de Jesús es ya muy significativo: no le encajaría al autor del 4º evangelio presentar a Jesús así, sino con todas esas connotaciones de poderío que ha ido recogiendo. Es la otra forma de mirar la Pasión.
Este pasajedel Antiguo Testamento,además de ser un relato histórico,es figura e imagen de lo que había de tener lugar más tarde con la llegada del Mesías,el Hijo de Dios.
ResponderEliminarNo podemos apartar la vista del Señor,porque vemos los estragos que cada día hace el enemigo a nuestro alrededor.El veneno y las serpientes atacan en todas épocas al pueblo de Dios,peregrino hacia la Tierra Prometida,el Cielo.
Los cristianos debemos buscar el antídoto :JESUCRISTO. No podemos dejar de mirarlo elevado sobre la tierra en la Cruz.Su doctrina salvadora nos hará llegar al final de nuestro corto camino ;debemos buscar la fortaleza en el trato de amistad con Jesús,a través de la oración y sintiendo su presencia y su mirada.
Si perseveramos, llegaremos a estar en la presencia de Dios como algo normal y natural; auque siempre tendremos que poner lucha y empeño