LA PASIÓN EN
LUCAS (3)
Un poco de
moviola me voy a permitir. El envío de Jesús a Herodes es una estratagema
cobarde de Pilato, que no quiere enfrentarse con los judíos y se agarra a la
última acusación que hacen, y que Lucas recoge: Revuelve al pueblo enseñando por toda Judea y empezando por Galilea”.
Pilato encontró la coartada: si empezó en Galilea, que lo juzgue el representante
de Galilea.
Y así es como
Jesús vino a dar con ese zorro –como Jesús
lo había calificado al tetrarca por las sucias artes que utilizaba siempre, sin
más finalidad que el culto al propio Yo, con una Corte que ya lo conoce y lo
adula, porque sabe que para Herodes o se está con él o se cae en desgracia.
Éste iba a ser
el que podía decidir la suerte de Jesús. A Jesús se le heló la respiración, no
tanto por lo que Herodes podía decidir (ya lo hizo como un pelele en la muerte
del Bautista), cuanto por encontrarse con aquella pantomima de hombre, algo tan
opuesto a la reciedumbre y verdad de Jesús.
Y ya se vio el
proceso ante Herodes: sólo le interesó divertirse a costa de unos cuantos
milagros de Jesús, en su presencia y la de la Corte reunida para “la fiesta”. Y
Jesús sintió repugnancia con sólo pisar aquella Sala que había sido testigo de
la bandeja con la cabeza de Juan en manos de una bailarina, ante aquel hombre
que vivía en adulterio con la mujer de su hermano. Y Jesús agachó los ojos y se
aisló. Herodes insistía como quien ofrece la misma libertad a costa de un
simple milagro de los “habituales” que Jesús repartía… Los sacerdotes no
paraban de acusar porque querían dar valor a aquel acto e impresionar al
tetrarca, que estaba en su mundo, no fuera a soltar a Jesús en alguna de sus
veleidades. JESÚS CALLABA. Y como Herodes no renunciaba a divertirse, optó por
la burla y el desprecio, dejando a su guardia que se mofara de Él. La Corte,
aduladora, aplaudió la diversión, y Jesús salió de nuevo hacia Pilato.
El siguiente
tema exclusivo de Lucas son las mujeres que lloran y se lamentan junto a Jesús,
camino del Calvario. ¿Eran mujeres sensibles al dolor de Jesús, que acompañaban
con sus llantos? ¿Eran plañideras de oficio con sus lamentos? Lo que sabemos es
que Jesús no sintió atracción por aquello, y más bien les hizo caer en la
cuenta que lloraran por esos hijos que habían gritado en la plaza del pretorio,
o por todos esos otros que no aparecen para acompañar…: por esos “leños secos”, incapaces, escondidos,
pasivos…, por todos los que se limitan a lamentar y no hacen nada más, nada
útil.
De Lucas es
aquella “Palabra” de Jesús ante todo lo que está acaeciendo, cuando ya vive los
terribles sufrimientos de la crucifixión, y desde esa atalaya puede mirar a
todos los que han intervenido, y pronuncia una inmensa palabra de perdón
universal y liberador: Perdónalos, Padre, PORQUE NO SABEN LO QUE
HACEN. Ni los ejecutores directos, ni Pilato, ni Herodes, ni los
sacerdotes y ancianos, ni las gentes que asisten como a un espectáculo. NO
SABEN LO QUE HACEN. Los disculpa a todos. Y es que –pese a sus
responsabilidades por mentiras e injusticias- van ciegos por la vida, ciegos
por sus pasiones y ciegos porque lo que no han aceptado bajo ningún concepto,
es que quien se asfixiaba en la cruz era el Mesías, el Hijo de Dios. Tenían más
culpa los que lo habían traído hasta este extremo, pero aún así, ¿qué sabían
ellos? Ese fue el sentir de Jesús en su primera palabra –entrecortada por la
difícil respiración- pronunciada ya en la cruz.
Liturgia del día
ResponderEliminarEl tema del día es la animadversión de los que no tienen la conciencia tranquila y optan por atacar. El libro de la Sabiduría (2, 1, 12-22) nos hace una clara referencia de esos celosos, envidiosos, recelosos, suspicaces…, que por su mala conciencia se buscan un chivo expiatorio en el que descargar las culpas y las venganzas. Y como ellos saben muy bien que no tienen la conciencia tranquila, optan por traspasar la “causa” al honrado, del que se sienten imaginariamente atacados, como si fuera el bueno quien les reprende sin palabras. La solución para quien vive de la mentira es acusar (aunque sea sin argumentos) y que, si no es así como ellos piensan. Que venga Dios y haga el milagro de salvarlo.
¡Que no es una fábula de algo que no ocurre en la realidad! Porque es verdad la facilidad con que se sospecha y acusa a otros, sin más razones que la propia aversión; y que es verdad que cuando uno está metido en ese pozo, acaba diciendo: Que el Señor me saque.
Con Jesús ocurre algo de eso cuando sube de incógnito a Jerusalén y lo descubren, y sufren extrañeza porque si fuera el Mesías, no se sabría de donde viene y éste saben de dónde viene. Otra vez los prejuicios que dictaminan pero no han buscado primero.
Jesús remata el momento diciendo de dónde viene: procedo de Dios y no vengo por mi cuenta. Con buena fe, hasta podría haberles suscitado la duda, o incluso el pensamiento del Mesías de Dios. Pero optaron por lo “normal” judío: intentar echarle mano; pero nadie se la pudo echar porque todavía no había llegado su hora.
Cuaresma viene a una purificación de tantas pasiones humanas, de tantas suspicacias, de tantos prejuicios…; viene a que nuestro espíritu se limpie y nuestros ojos vean luz y las intenciones del corazón se dignifiquen. Y que seamos nosotros los que busquemos solucionar nuestras deficiencias y no recurrir al cómodo pensamiento de que Dios lo arregle.