La homilía del Papa en
Calabria: Los mafiosos están excomulgados
Texto completo con las improvisaciones que el Santo Padre hizo
contra la criminalidad local N'drangheta
21 de junio de 2014 (Zenit.org) - En la visita del papa Francisco a
Calabria, en el trayecto realizado desde Cassano all'Jonio hacia Marina de
Sibari, el auto se detuvo en la iglesia parroquial San Giuseppe, donde el fue
asesinado el 3 de marzo pasado por un inmigrante, el sacerdote diocesano
Lazzaro Longobardi.
Llegado a la planicie del ex área industrial, en la Piana di Sibari, a las
16 horas, el papa Francisco presidió la santa misa, concelebrada con los
obispos de Calabria y cientos de sacerdotes. El evangelio fue proclamado en
griego, porque en esta región existen comunidades de origen albanés
pertenecientes a los ritos católicos orientales.
El Papa dirigió a los fieles la siguiente homilía, en la que
improvisó algunas frases muy duras contra la criminalidad, la mafia local
llamada N'drangheta.
Palabras del Santo Padre:
“En la fiesta del Corpus Domini celebramos a Jesús 'pan vivo
bajado del cielo', alimento para nuestra hambre de vida eterna, fuerza para
nuestro camino. Agradezco al Señor que hoy me permite celebrar el Corpus
Christi con ustedes, hermanos y hermanas de esta Iglesia que está en Cassano
all Jonio.
La de hoy es la fiesta en la cual la Iglesia alaba al Señor por el
don de la Eucaristía. Mientras que el jueves santo recordamos su institución en
la Última Cena, hoy predomina la acción de gracias y la adoración. De hecho es
tradicional en este día la procesión con el Santísimo Sacramento. Adorar a
Jesús Eucaristía y caminar con Él. Estos son dos aspectos inseparables de la
fiesta de hoy, dos aspectos que dan fisonomía a toda la vida del pueblo
cristiano: un pueblo que adora a Dios y camina con Él, que no se queda quieto,
camina.
Primero de todo nosotros somos un pueblo que adora a Dios.
Nosotros adoramos a Dios que es amor, que en Jesucristo se ha dado a sí mismo
por nosotros, se ha ofrecido en la cruz para expiar nuestros pecados y por la
potencia de este amor ha resucitado de la muerte y vive en su Iglesia. Nosotros
no tenemos otro Dios fuera de esto.
Cuando a la adoración del Señor se sustituye la adoración del
dinero, se abre el camino al pecado, al interés personal y al abuso.. Cuando no
se adora a Dios, el Señor, uno se vuelve adoradore del mal, como los que viven
de criminalidad y violencia.
Vuestra tierra tan hermosa conoce las heridas de este pecado, la N'drangheta es esto: la
adoración del mal y el desprecio del bien común. (aplausos) Este mal se
combate, se aleja, es necesario decirle No. La Iglesia que está tan empeñada en
educar a las conciencias tiene siempre que emplearse para que el bien pueda
prevalecer. Nos lo piden nuestros jóvenes, lo solicitan nuestros jóvenes
necesitados de esperanza. Para responder a estas exigencias la fe nos puede
ayudar. Los que han tomado este mal camino en su vida, como los mafiosos, no
están en comunión con Dios, están excomulgados.
Hoy lo confesamos con la mirada dirigida a Corpus Crhisti, al
sacramento del altar. Y por esta fe nosotros renunciamos a Satanás y a todas
sus seducciones, a los ídolos, al dinero, a la vanidad del poder. Nosotros
cristianos no queremos adorar nada ni nadie en este mundo que no sea Jesucristo
y que está presente en la sagrada eucaristía.
Quizás no siempre nos damos cuenta hasta el fondo de lo que
significa esto, de las consecuencias que tiene o debería tener esta nuestra
profesión de fe.
Esta fe en la presencia real de Jesucristo verdadero Dios y verdadero
hombre en el pan y vino consagrado, es auténtica si nos empeñamos a caminar
detrás de Él y con Él. Adorar y caminar. Un pueblo que adora y un pueblo que
camina.
Caminar con Él y detrás de Él, intentando poner en práctica su
mandamiento, el que ha dado a los discípulos justamente en la Última Cena.
'Como yo les he amado, así ustedes ámense los unos a los otros'. El pueblo que
adora a Dios en la eucaristía es el pueblo que camina en la caridad. Adorar a
Dios en la eucaristía, caminar con Dios en la caridad fraterna.
Hoy como obispo de Roma estoy aquí para confirmarlos no solamente
en la fe pero también para acompañarles y animarles en el camino con Jesús
Caridad.
Quiero expresar mi apoyo al obispo, a los presbíteros y diáconos
de esta Iglesia, y también a la Eparchia de Lungro, de rica tradición
griego-bizantina. Y lo hago extensivo a todos, los pastores y fieles de la
Iglesia en Calabria, empeñada con coraje en la evangelización y en favorecer
estilos de vida e iniciativas que pongan al centro las necesidades de los
pobres y de los últimos. Y lo extiendo también a las autoridades civiles que
intentan vivir el empeño político y administrativo para dar un servicio al bien
común.
Les animo a todos a dar testimonio de solidaridad concreta con los
hermanos, especialmente con los más necesitados de justicia, de esperanza, de
ternura. La ternura de Jesús, la ternura eucarística, este amor tan delicado,
tan fraternal y tan puro.
Gracias a Dios hay tantas señales de esperanza en vuestras
familias, en las parroquias, en las asociaciones, en los movimientos
eclesiales. El Señor Jesús no deja de suscitar gestos de caridad en su pueblo
en camino.
Un signo concreto de esperanza es el Proyecto Policoro, para
jóvenes que quieren ponerse en juego y crear posibilidades de trabajar para si
y para los otros. Ustedes queridos jóvenes, no se dejen robar la esperanza. Lo
he dicho tantas veces y lo repito: no se dejen robar la esperanza.
Adorando a Jesús en vuestros corazones y quedando unidos a Él
sabrán oponerse al mal, a las injusticias, a la violencia con la fuerza del
bien, de la verdad y de la belleza.
Queridos hermanos y hermanas, la eucaristía nos ha reunido aquí.
El Cuerpo del Señor hace de nosotros una sola cosa, una sola familia. El Pueblo
de Dios reunido en torno a Jesús, pan de vida.
Lo que he dicho a los jóvenes lo digo también a todos: si adorarán
a Cristo y caminarán atrás de Él, y con Él, vuestra Iglesia diocesana y estas
parroquias crecerán en la fe y en la caridad, en la alegría de evangelizar.
Serán una Iglesia en la cual padres, madres, sacerdotes, religiosos,
catequistas, niños, ancianos, jóvenes caminan uno al lado del otro, se apoyan,
se ayudan, se aman como hermanos, especialmente en los momentos de dificultad.
María nuestra Madre, mujer eucarística, que se venera en tantos
santuarios, especialmente en el de Castrovillari, les precede en esta
peregrinación de la fe. Ella les ayude siempre a quedarse unidos para que,
también a través de vuestro testimonio, el Señor pueda continuar a dar la vida
al mundo. Que así sea”.
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