¿un euro más nos da la
felicidad?
Francisco en la homilía de hoy invita a reflexionar sobre los
tesoros a los que está unido nuestro corazón
20 de junio de 2014 (Zenit.org) - Jesús nos pide tener el corazón
libre de dinero, vanidad y poder. Lo ha recordado el papa Francisco en la
homilía de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Santo Padre ha indicado que
las verdaderas riquezas son las que hacen "luminoso" el corazón como
la adoración a Dios y el amor al prójimo. Y así, ha advertido sobre los tesoros
mundanos que pesan y encadenan nuestro corazón.
El papa Francisco ha desarrollado su homilía sobre el consejo de
Jesús en el Evangelio de hoy "no acumuléis, para vosotros, tesoros en la
tierra". Este es un "consejo de prudencia", porque los tesoros
sobre la tierra "no son seguros: se estropean, vienen los ladrones y se
los llevan". Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús?, se ha preguntado el Papa. Y
responde: "principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo
argumento".
"El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas...'Pero no
estás seguro con esto porque, quizá, te lo robarán ¿no?' ; 'no, ¡estoy seguro
con las inversiones!'; '¡quizá cae la Bolsa y tú te quedas sin nada! Dime, ¿un
euro más te hace más feliz o no? Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso...
Pero las riquezas son buenas, sirven para hacer muchas cosas buenas, para
llevar adelante la familia: ¡esto es verdad! Pero si tú las acumulas como un
tesoro, ¡te roban el alma! Jesús en el Evangelio vuelve a este tema, sobre las
riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre poner la esperanza en las
riquezas".
A continuación el Pontífice ha hablado del segundo tesoro: la
vanidad, "el tesoro de tener prestigio, de hacerse ver". Y esto
siempre es condenado por Jesús, ha recordado el Papa. De esto modo, ha invitado
a pensar lo que Jesús "dice a los doctores de la ley, cuando ayunan,
cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver". El Santo Padre ha
citado a san Bernardo cuando afirmaba: "tu belleza terminará por ser
comida de gusanos".
Finalmente el tercer tesoro es "el orgullo", "el
poder". El Papa ha hecho referencia a la Primera Lectura donde se narra la
caída de la reina Atalía. "Su gran poder duró siete años, después fue
asesinada. ¡El poder termina!", ha recordado. Y ha añadido: "cuántos
grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato,
en la miseria o en prisión". Es de ahí de donde viene la exhortación de no
acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros "no sirven"
ha insistido.
El Señor nos pide acumular "tesoros del cielo", ha
afirmado Francisco. "Aquí está el mensaje de Jesús: 'Pero si tu tesoro
está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el orgullo, ¡tu corazón
estará encadenado ahí!" Tu corazón será esclavo de las riquezas, de la
vanidad, del orgullo'. ¡Y Jesús nos quiere con un corazón libre! Este es el
mensaje de hoy. 'Pero, por favor, ¡debemos tener un corazón libre!', nos dice
Jesús. Nos habla de la libertad del corazón. Y tener un corazón libre solamente
se puede tener con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a
los otros, la adoración a Dios. Estas son las verdaderas riquezas que no son
robadas. Las otras riquezas pesan en el corazón. Pesan en el corazón: lo
encadenan, ¡no le da libertad!", ha explicado el Santo Padre.
Asimismo, el Papa ha hablado de un "corazón esclavo" que
"no es un corazón luminoso: será tenebroso". Y si nosotros acumulamos
tesoros de la tierra, "¡acumulamos oscuridades, que no sirven!" El
Papa ha advertido que estos tesoros "no nos dan la alegría, pero sobre
todo no nos dan la libertad". Sin embargo, "un corazón libre es un
corazón luminoso, que ilumina a los otros, que hace ver el camino que lleva a
Dios".
Para finalizar la homilía, el Santo Padre ha insistido en la idea
de "un corazón luminoso, que no está encadenado, un corazón que va adelante
y que también envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen
vino envejece es un buen vino envejecido. Sin embargo, el corazón que no es
luminoso es como el vino malo: pasa el tiempo y se estropea más y se hace
vinagre". Y así, Francisco ha pedido "que el Señor nos dé esta
prudencia espiritual, para entender bien donde está mi corazón, a qué tesoro
está unido mi corazón. Y también nos dé la fuerza de desencadenarlo, si está
encadenado, para que se haga libre, luminoso y nos dé esta felicidad bella de
los hijos de Dios: esa verdadera libertad".
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